miércoles, 28 de junio de 2023

DOS AMIGOS

 

Mario J. Viera

 


Amanecía, las calles del pueblo estaban tranquilas, La gente salía a realizar sus ocupaciones habituales; las tiendas se abrían a la asistencia de los consumidores. Sí, todo estaba tranquilo, pero Wilhelm y su amigo Rudolf estaba esa mañana expectantes; allí cerca de la plaza central del pueblo.

Unos carros policiacos se aceraban. Las fuerzas del orden se preparaban para algo. Vestidos en trajes de antimotines, bastones en mano y las armas listas para actuar. Se apostaron delante del edificio de la alcaldía.

Por una de las calles que daban acceso a la plaza se escuchó un griterío de voces. Entonces apareció una multitud portando carteles y gritando “Wir wollen Freiheit”, es decir: “Queremos libertad”. Los dos amigos se unieron al clamoroso grupo que pretendía ocupar la plaza del pueblo.

Las fuerzas del orden se lanzaron sobre el grupo, dando bastonazos y culatazos con sus fusiles. Y llegaron más efectivo que rodearon a los protestantes. Los que caían sobre el suelo fueron pateados por loa agentes antimotines, detuvieron a muchos y una gran parte del grupo que exigía libertad huyó en busca de protección y entre ellos estaban los dos amigos.

Desaliento generalizado. Algunos decían que los órganos de la dictadura eran imbatibles, que había que renunciar a todo intento de protestas. Pero Wilhelm no aceptaba la derrota. Había que emplear otros métodos.

Wilhelm y Rudolf sabían que las fuerzas de la dictadura formaban un bloque monolítico; ellos conocían que el gobierno era represivo y contaba con muchos informantes; sabían que los órganos represivos identificaban a los líderes de la oposición y no se detenía en acosarles, en aislarles y llevarlos a prisión. Desaparecían los líderes y las protestas sin conducción languidecían. Además, los dos amigos conocían que dentro de la población crecía el descontento y que el gobierno había perdió el apoyo de las multitudes.

Y Wilhelm consideró, si hay una enorme cantidad de gente que detesta a sus tiranos, ¿cómo no va a ser posible, que no podamos derrocar a la dictadura? Ninguna organización opositora lograba consolidarse, porque las fuerzas represivas o las penetraban o las destruían. ¡Tenemos que buscar a los descontentos, tenemos que unirlos, tenemos que organizarlos! Consideraron los dos amigos.

Para captar a los descontentos había que tener en cuenta la necesidad de actuar en condición de bajo nivel; incluso, Rudolf opinó que no solo de bajo nivel tenía que actuarse, sino de subterráneo nivel. Y así lo hicieron.

Estudiaron todo lo que se había escrito sobre la resistencia sin recurrir a la violencia y la gente que captaban la organizaban en células independientes de no más de diez miembros. Cada mimbro de la célula inicial captaría a nuevos seguidores para constituir nuevas células. Guardaban silencio, no pronunciaban quejas, solo se entrenaban y se organizaban. Sus reuniones serían como una de amigos que supuestamente se reunían para algún festejo o como si estudiaran la Biblia; pero en realidad irían y elaborando un plan estratégico de lucha, elaborando octavillas que luego, como de manera anónima, distribuían en plazas y poblados; y en el interín iban preparándose y entrenándose, para el momento propicio. Si alguna célula caía otra ocupaba su lugar.

Entonces, cuando Wilhelm y Rudolf vieron que se contaba con cientos de células, iniciaron la resistencia y se tomaron las calles y se organizaban desfiles de protesta con miles de trabajadores, con miles de gente común, con jóvenes de todas las condiciones, con los intelectuales y con artistas. Entonces el grito de “Wir wollen Freiheit”, no pudo ser acallado.

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