jueves, 10 de noviembre de 2016

Ganó la Florida, pero perdió a Miami-Dade y Hillsborough

Mario J. Viera



 Muy felices se sintieron los cubanos que en la Florida apoyaron firmemente al candidato republicano, hoy presidente electo, Donald Trump. Saltaban jubilosos, celebrando su triunfo. Trump ganaba la Florida con el 49.1% de los votos, en tanto Hillary Clinton solo recibía el apoyo del 47.8% de los electores, lo que no significó, en modo alguno una aplastante victoria de Trump sobre Clinton, solo una diferencia de 1.3%, nada significativo; pero en unas elecciones gana siempre el que más votos obtenga, aunque solo sea por la diferencia de un solo voto. Nada extraordinaria las ganancias de votos de Donald Trump en la Florida si se compara con las elecciones del 2012 cuando Barack Obama ganara la Florida con 4% más de los votos que pudo obtener Trump en estas elecciones, 51.2% a favor de Obama en 2012; 47.8% a favor de Trump en estas elecciones.

En el condado de Miami-Dade, el feudo de los cubanos versallescos, fieles y ardientes republicanos y pese a sus esfuerzos, Trump fue apabullado con un apoyo popular de solo el 34.1% de los votos frente al 63.7% de Hillary Clinton, una diferencia colosal de 29.6%. Nada de qué sentirse entusiasmado. Miami se coloreó de azul.

Otra plaza fuerte de cubanos republicanos fue tomada también por asalto por la campaña de Hillary Clinton, Tampa en el condado de Hillsborough. Allí también caía Trump con 44.7% de apoyo popular frente a un 51.5% de Hillary Clinton, una diferencia más modesta que en Miami de solo 6.8%.


Si la elección presidencial se hiciera por el voto popular, no por el Colegio Electoral, Hillary Clinton hubiera sido proclamada como Presidente de Estados Unidos, al alcanzar, según cómputos actualizados, 60,122,876 votos frente a los 59,821,874 votos obtenidos por Donald Trump lo que representa un 47.7% a favor de Clinton contra 47.5% de Trump una diferencia de 301 002 votos a favor de Hillary Clinton. De acuerdo con lo actualmente aceptado como legalidad, Trump es el Presidente electo, pero sin la legitimidad que solo la confiere el voto mayoritario de la nación, la expresión de la voluntad de Nosotros el Pueblo que votó mayoritariamente a favor de la candidata demócrata.

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