Mario J. Viera
Si
se toman en cuenta los datos aportados por el U.S. Census Bureau de septiembre
de 2011, el porcentaje de pobreza de Estados Unidos en el 2010 alcanzó el 15,1%
o sea, 46,2 millones de personas. De acuerdo con los patrones establecidos por
la Ley de Animal Cruelty, toda persona incluida en estas estadísticas, si posee
alguna mascota, es potencialmente un caso para Animal Control. Si el animal se
enferma y su poseedor no cuenta con recursos para contratar los servicios de un
veterinario, si el animal sufre cierto grado, por mínimo que sea, de
desnutrición, porque el propietario no puede cubrir todos los gastos de
alimentación del animal y ni siquiera los suyos propios y los de su familia
está en peligro de ser hallado culpable de un delito menor de primer grado que
puede implicar una condena de un año de prisión o multa de 5 mil dólares o
ambas.
Entonces
los benevolentes amantes de los animales dirán: “Bien lo tienen merecido, si no
pueden ellos mismos cubrir sus necesidades, ¿para qué tienen una mascota?” Y
los benevolentes amigos de los animales y los integrantes de la American
Society for the Prevention of Cruelty to Animals (ASPCA), se sentirán felices
porque, una persona que por su condición de pobreza no pudo atender a su
mascota, ha sido condenado a prisión.
Ya
lo sabes, si eres pobre, ¡olvídate de poseer una mascota! Siempre habrá un
benevolente amigo de los animales vigilándote para que, llegado el caso, hacer
una denuncia anónima que será bien acogida por Animal Control y actuar de
inmediato en contra tuya. Solo una denuncia, sin importar que sea anónima, sin
importar que haya sido hecha por el solo placer de hacerle un mal al prójimo,
aunque ciertamente, para muchos que andan por ahí, su verdadero prójimo no es
su vecino sino el perro o el gato de ese vecino.
Pero
si alguien que no se siente muy benevolente con el molesto y constante ladrido
de un perro de la vecindad se queja ante Animal Control, le dirán que para ese caso
se requiere el testimonio escrito de varios vecinos. Así que, si te molestan
los ladridos, si esos ladridos no te dejan dormir… lo mejor que puedes hacer es
mudarte de vivienda.
Muy
loable es la misión emprendida por la tan caritativa ASPCA, en la protección de
los animales. Llenos están de amor. Los animales no deben ser maltratados por
propietarios irresponsables o crueles y esto es la motivación de la American
Society for the Prevention of Cruelty to Animals, desde su fundación el 10 de
abril de 1866 en la ciudad de New York. Henry Bergh fue su fundador, fogoso
orador, apóstol de los animales, logra a solo nueve días de inscribir su
organización sin ánimo de lucro que se pasara la primera ley anti crueldad
animal y a su organización se le garantizó el derecho de impulsar las leyes
contra la crueldad.
En
ese tiempo, cuando Bergh fundaba su organización pro animal, existía una fuerte
efervescencia sindical en Estados Unidos luchando por el establecimiento de la
jornada de ocho horas. Los obreros, de ese entonces vivían hacinados en barrios
insalubres, recibiendo salarios de miseria y sometidos a largas y extenuantes
jornadas laborales. Se alzaba la indignación de los obreros, dadas sus
miserables condiciones de vida y por el acicate de las asociaciones tanto
socialistas como anarquistas. En el año de la fundación de ASPCA se funda la
National Labor Union (Sindicato Nacional del Trabajo), vigente hasta 1872,
siendo reemplazada por varias organizaciones sindicales clandestinas y
finalmente por el movimiento sindical Knights
of Labor (Caballeros del Trabajo), no contaminado por marxistas o por
anarquistas convirtiéndose en una organización nacional para el 1866 llegando a
contar con una afiliación de 700 000 obreros.
Bergh,
muy caritativo con los animales, no tuvo ni la más leve simpatía a favor de los
trabajadores y de sus demandas; algo muy propio de la mayoría de los pro
animales. Y sí, hay que amar a los animales que como seres vivos merecen
respeto, siempre que no constituyan un peligro para el ser viviente más
importante del planeta: el ser humano. Y Animal Control, todos sus oficiales,
ama a los animales. Aunque es cierto que a veces algún que otro seguidor de
Bergh comete un pequeño desliz como le sucediera a Cindy Adams, una miembro de
la Junta de A.S.P.C.A. que promueve la bendición de los animalitos en la
Iglesia de Cristo y pide que se donen regalitos para las mascotas, que fue
criticada porque en un acto de la benevolente organización se apareció luciendo
un bello sombrero… de cuero.
Tanto
es el amor de Animal Control por los animales que, en muchas ocasiones actúan
de mala fe con el humano. Saben muy bien que muchísimas personas desconocen los
procedimientos y sus propios derechos y vienen a tu casa, a veces en compañía
de dos oficiales de la policía, y sin contar con una orden firmada por un juez
y entran en la vivienda, con la autorización de su atemorizado morador ante la
presencia de la autoridad y, como ha denunciado George J. Eigenhauser Jr., ya
en el interior de la vivienda cualquier cosa que encuentren a “simple vista” se
puede utilizar en contra de la persona: “No
importa cuán limpia tenga su perrera, si ellos quieren encontrar una violación,
la encontrarán”. Luego, se buscan una orden de arresto bajo las
“evidencias” que a simple vista encontraron y redactarán una historia del caso “criminal”
en Facebook en flagrante violación de la presunción de inocencia, así al menos,
es práctica de Animal Control del condado de Charlotte en la Florida.
Sin
una orden judicial, no pueden incautar un animal; pero lo hacen. Luego se
buscan a cualquier inepto o irresponsable veterinario y certifican la crueldad
animal. En la corte, bajo juramento, no se inhiben de mentir, quizá haya algún
juez que sea un benevolente amigo de los animales y un riguroso Catón para los
seres humanos. Pero lo cierto es que, en opinión de algunos afectados, en esas
cortes de condado muy a menudo mienten bajo juramento.
Para
impedir que un animal doméstico esté en peligro de muerte por su propietario
Animal Control lo incautará y luego, cuando no encuentre un nuevo propietario
para el animal, le dará muerte. ¡Vaya solución! Dicen que les practican una
eutanasia, dicen que los “ponen a dormir” … Los matan, les quitan la vida, esa
es la triste suerte para cualquier animal que caiga en las benevolentes manos
de Animal Control y todo bajo el amparo de la Ley (Capítulo 828, del Título
XLVI de los Estatutos de la Florida) y de la cobertura de amor de la ASPCA.
Es
derecho inalienable de la ciudadanía supervisar y controlar todos los
organismos de gobierno para conocer si cumplen con sus responsabilidades. El
método adecuado para enjuiciar a los funcionarios electos incompetentes son las
elecciones. Por el ejercicio del voto los electores expresan su voluntad
soberana. Sin embargo, hay instituciones que requieren una supervisión más directa,
como es el caso de ese cuerpo policial “especializado” y no necesario que es
Animal Control. Se requiere someter a inquisición ciudadana su actuación dado
que se conocen muchos de sus métodos arbitrarios en la ejecución de la Ley. En
cada Estado debe ser imprescindible la formación de tantas comisiones
independientes como sean necesaria para revisar los métodos de Animal Control
de cada condado, estudiar los casos en que ha actuado, revisar todos los
presentados a corte y emitir un juicio pormenorizado. Cada Comisión deberá
estar presidida por un juez designado por el Tribunal Superior del Estado en su
representación, un abogado designado por la American Bar Association del Estado;
representantes de la prensa; un representante de la Unión Americana de Derechos
Civiles y, claro está, un veterinario no vinculado con Animal Control. La
inspección de estas comisiones independientes deberá ejecutarse cada tres años.
Ya se verán cuantas violaciones de procedimiento y legales aparecen.
Ya
se verá que lo ocurrido a ASPCA en 2012 no es un caso aislado. En 2012 la ASPCA
se vio obligada a indemnizar al Ringling Bros y Barnum & Bailey Circus (Feld
Entertainment) por $9.3 millones, cuando se encontró que el testigo clave de la
ASPCA contra Feld por trato cruel a un elefante, había sido un “demandante
pagado”. Feld Entertainment, a su vez, demandó a los distintos grupos de
bienestar animal y al testigo pagado, acusándolos de abuso de proceso, procedimiento
malévolo y violación de las leyes federales de crimen organizado a través de
litigios sin fundamento. Ambas partes llegaron a un acuerdo obligándose la
benevolente organización a hacer la indemnización.
El
Presidente entonces de la ASPCA, Edwin J. Sayres, declaró que su organización
decidió para su mejor interés resolver la disputa. (ver NBC News. ASPCA to pay $9.3 million to Ringling
Bros. circus over claims about elephants. 28 de
diciembre de 2012) Por cierto ser Presidente de tal Organización sin ánimo de
lucro, tiene buen rédito, pues el salario de Sayres ascendía a la módica suma
de 566.064 dólares. (ver Jacob Bernstein.
Angst at the A.S.P.C.A. The New York Times. 28 de junio
de 2013)
Es
necesario revisar y reformar las leyes sobre crueldad animal, de modo que solo
aquellos culpables de crueldad intencional (delito doloso) contra los animales
sean llevados ante las cortes y que los que cometan daños a los animales por
imprudencia o negligencia sean tratados con medidas de advertencias y
reeducativas (delitos culposos), y, muy importante, que sean los departamentos
de policía los encargados en esforzar las leyes sobre crueldad animal. Estos
departamentos son los más aptos y capacitados.
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