miércoles, 6 de enero de 2016

Who controls Animal Control? (Segunda Parte)

Mario J. Viera


Si se toman en cuenta los datos aportados por el U.S. Census Bureau de septiembre de 2011, el porcentaje de pobreza de Estados Unidos en el 2010 alcanzó el 15,1% o sea, 46,2 millones de personas. De acuerdo con los patrones establecidos por la Ley de Animal Cruelty, toda persona incluida en estas estadísticas, si posee alguna mascota, es potencialmente un caso para Animal Control. Si el animal se enferma y su poseedor no cuenta con recursos para contratar los servicios de un veterinario, si el animal sufre cierto grado, por mínimo que sea, de desnutrición, porque el propietario no puede cubrir todos los gastos de alimentación del animal y ni siquiera los suyos propios y los de su familia está en peligro de ser hallado culpable de un delito menor de primer grado que puede implicar una condena de un año de prisión o multa de 5 mil dólares o ambas.

Entonces los benevolentes amantes de los animales dirán: “Bien lo tienen merecido, si no pueden ellos mismos cubrir sus necesidades, ¿para qué tienen una mascota?” Y los benevolentes amigos de los animales y los integrantes de la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals (ASPCA), se sentirán felices porque, una persona que por su condición de pobreza no pudo atender a su mascota, ha sido condenado a prisión.

Ya lo sabes, si eres pobre, ¡olvídate de poseer una mascota! Siempre habrá un benevolente amigo de los animales vigilándote para que, llegado el caso, hacer una denuncia anónima que será bien acogida por Animal Control y actuar de inmediato en contra tuya. Solo una denuncia, sin importar que sea anónima, sin importar que haya sido hecha por el solo placer de hacerle un mal al prójimo, aunque ciertamente, para muchos que andan por ahí, su verdadero prójimo no es su vecino sino el perro o el gato de ese vecino.

Pero si alguien que no se siente muy benevolente con el molesto y constante ladrido de un perro de la vecindad se queja ante Animal Control, le dirán que para ese caso se requiere el testimonio escrito de varios vecinos. Así que, si te molestan los ladridos, si esos ladridos no te dejan dormir… lo mejor que puedes hacer es mudarte de vivienda.

Muy loable es la misión emprendida por la tan caritativa ASPCA, en la protección de los animales. Llenos están de amor. Los animales no deben ser maltratados por propietarios irresponsables o crueles y esto es la motivación de la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals, desde su fundación el 10 de abril de 1866 en la ciudad de New York. Henry Bergh fue su fundador, fogoso orador, apóstol de los animales, logra a solo nueve días de inscribir su organización sin ánimo de lucro que se pasara la primera ley anti crueldad animal y a su organización se le garantizó el derecho de impulsar las leyes contra la crueldad.

En ese tiempo, cuando Bergh fundaba su organización pro animal, existía una fuerte efervescencia sindical en Estados Unidos luchando por el establecimiento de la jornada de ocho horas. Los obreros, de ese entonces vivían hacinados en barrios insalubres, recibiendo salarios de miseria y sometidos a largas y extenuantes jornadas laborales. Se alzaba la indignación de los obreros, dadas sus miserables condiciones de vida y por el acicate de las asociaciones tanto socialistas como anarquistas. En el año de la fundación de ASPCA se funda la National Labor Union (Sindicato Nacional del Trabajo), vigente hasta 1872, siendo reemplazada por varias organizaciones sindicales clandestinas y finalmente por el movimiento sindical Knights of Labor (Caballeros del Trabajo), no contaminado por marxistas o por anarquistas convirtiéndose en una organización nacional para el 1866 llegando a contar con una afiliación de 700 000 obreros.  

Bergh, muy caritativo con los animales, no tuvo ni la más leve simpatía a favor de los trabajadores y de sus demandas; algo muy propio de la mayoría de los pro animales. Y sí, hay que amar a los animales que como seres vivos merecen respeto, siempre que no constituyan un peligro para el ser viviente más importante del planeta: el ser humano. Y Animal Control, todos sus oficiales, ama a los animales. Aunque es cierto que a veces algún que otro seguidor de Bergh comete un pequeño desliz como le sucediera a Cindy Adams, una miembro de la Junta de A.S.P.C.A. que promueve la bendición de los animalitos en la Iglesia de Cristo y pide que se donen regalitos para las mascotas, que fue criticada porque en un acto de la benevolente organización se apareció luciendo un bello sombrero… de cuero.

Tanto es el amor de Animal Control por los animales que, en muchas ocasiones actúan de mala fe con el humano. Saben muy bien que muchísimas personas desconocen los procedimientos y sus propios derechos y vienen a tu casa, a veces en compañía de dos oficiales de la policía, y sin contar con una orden firmada por un juez y entran en la vivienda, con la autorización de su atemorizado morador ante la presencia de la autoridad y, como ha denunciado George J. Eigenhauser Jr., ya en el interior de la vivienda cualquier cosa que encuentren a “simple vista” se puede utilizar en contra de la persona: “No importa cuán limpia tenga su perrera, si ellos quieren encontrar una violación, la encontrarán”. Luego, se buscan una orden de arresto bajo las “evidencias” que a simple vista encontraron y redactarán una historia del caso “criminal” en Facebook en flagrante violación de la presunción de inocencia, así al menos, es práctica de Animal Control del condado de Charlotte en la Florida.

Sin una orden judicial, no pueden incautar un animal; pero lo hacen. Luego se buscan a cualquier inepto o irresponsable veterinario y certifican la crueldad animal. En la corte, bajo juramento, no se inhiben de mentir, quizá haya algún juez que sea un benevolente amigo de los animales y un riguroso Catón para los seres humanos. Pero lo cierto es que, en opinión de algunos afectados, en esas cortes de condado muy a menudo mienten bajo juramento.

Para impedir que un animal doméstico esté en peligro de muerte por su propietario Animal Control lo incautará y luego, cuando no encuentre un nuevo propietario para el animal, le dará muerte. ¡Vaya solución! Dicen que les practican una eutanasia, dicen que los “ponen a dormir” … Los matan, les quitan la vida, esa es la triste suerte para cualquier animal que caiga en las benevolentes manos de Animal Control y todo bajo el amparo de la Ley (Capítulo 828, del Título XLVI de los Estatutos de la Florida) y de la cobertura de amor de la ASPCA.

Es derecho inalienable de la ciudadanía supervisar y controlar todos los organismos de gobierno para conocer si cumplen con sus responsabilidades. El método adecuado para enjuiciar a los funcionarios electos incompetentes son las elecciones. Por el ejercicio del voto los electores expresan su voluntad soberana. Sin embargo, hay instituciones que requieren una supervisión más directa, como es el caso de ese cuerpo policial “especializado” y no necesario que es Animal Control. Se requiere someter a inquisición ciudadana su actuación dado que se conocen muchos de sus métodos arbitrarios en la ejecución de la Ley. En cada Estado debe ser imprescindible la formación de tantas comisiones independientes como sean necesaria para revisar los métodos de Animal Control de cada condado, estudiar los casos en que ha actuado, revisar todos los presentados a corte y emitir un juicio pormenorizado. Cada Comisión deberá estar presidida por un juez designado por el Tribunal Superior del Estado en su representación, un abogado designado por la American Bar Association del Estado; representantes de la prensa; un representante de la Unión Americana de Derechos Civiles y, claro está, un veterinario no vinculado con Animal Control. La inspección de estas comisiones independientes deberá ejecutarse cada tres años. Ya se verán cuantas violaciones de procedimiento y legales aparecen.

Ya se verá que lo ocurrido a ASPCA en 2012 no es un caso aislado. En 2012 la ASPCA se vio obligada a indemnizar al Ringling Bros y Barnum & Bailey Circus (Feld Entertainment) por $9.3 millones, cuando se encontró que el testigo clave de la ASPCA contra Feld por trato cruel a un elefante, había sido un “demandante pagado”. Feld Entertainment, a su vez, demandó a los distintos grupos de bienestar animal y al testigo pagado, acusándolos de abuso de proceso, procedimiento malévolo y violación de las leyes federales de crimen organizado a través de litigios sin fundamento. Ambas partes llegaron a un acuerdo obligándose la benevolente organización a hacer la indemnización.

El Presidente entonces de la ASPCA, Edwin J. Sayres, declaró que su organización decidió para su mejor interés resolver la disputa. (ver NBC News. ASPCA to pay $9.3 million to Ringling Bros. circus over claims about elephants. 28 de diciembre de 2012) Por cierto ser Presidente de tal Organización sin ánimo de lucro, tiene buen rédito, pues el salario de Sayres ascendía a la módica suma de 566.064 dólares. (ver Jacob Bernstein. Angst at the A.S.P.C.A. The New York Times. 28 de junio de 2013)


Es necesario revisar y reformar las leyes sobre crueldad animal, de modo que solo aquellos culpables de crueldad intencional (delito doloso) contra los animales sean llevados ante las cortes y que los que cometan daños a los animales por imprudencia o negligencia sean tratados con medidas de advertencias y reeducativas (delitos culposos), y, muy importante, que sean los departamentos de policía los encargados en esforzar las leyes sobre crueldad animal. Estos departamentos son los más aptos y capacitados.

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