Mario
J. Viera
Todos se empeñan
en repetir hasta el aburrimiento que esta recién celebrada y concluida Cumbre
de las Américas, ha sido histórica, solo porque el presidente de la nación que
se erige como el baluarte invencible de la democracia mundial le diera un
estrechón de manos, con el coro de fondo de los aplausos de los mandatarios del
continente, al representante de la dictadura más longeva de la historia
universal.
Nada hay de
histórico en esta Cumbre, tanto que ni siquiera dejó como legado una
declaración final. Los historiadores del futuro se quedarán sin el auxilio de un
documento escrito que les permita valorar la trascendencia de los resultados,
en el orden político, de esta triste y vacua Cumbre de Panamá.
Quizá hay un
detalle a destacar en esta Cumbre de Panamá: Ninguno de los mandatarios
legítimamente electos, y presentes en la Cumbre de Panamá, mostró la menor
repugnancia de compartir mesa con un gobernante usurpador sin la legitimidad de
la elección popular. Todos, sin pudor, aplaudieron, al único mandatario jamás
electo por su pueblo; al único mandatario de una dictadura militar y elitista;
al único mandatario que rechaza en su totalidad la carta democrática de las
Américas.
Ninguno de los
gobernantes de América le dijeron al invitado que no estaba vestido con la
legitimidad democrática: “Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de
boda?” tal como dijera el rey de la parábola de Mateo 22:1-14, al invitado que,
sin respeto, se había presentado en la boda sin la correcta vestidura para
estar en ella. Ninguno exigió lo que exigiera el rey de la parábola citada: “Átenle
de pies y manos, y échenlo en las tinieblas de afuera”.
Después de la
Séptima Cumbre de las Américas, ¿qué? Pues ¡Nada! Todo seguirá como antes,
salvo la mano extendida del presidente Barack Obama al general sin batallas
Raúl Castro, un dictador, igual que fuera Augusto Pinochet. Los Castro
continuarán aferrados a sus “principios” sin dar concesión al respeto de los
principios de los otros, de los que se oponen a su dictatorial y ya
mayoritariamente insoportable régimen para los habitantes de la isla.
Sin palabras lo
han expresado con los actos de intransigencia que sus oficiales de la seguridad
del Estado, vestidos con traje de sociedad civil, orquestaron en Panamá en
contra de los miembros de la silenciada y verdadera sociedad civil cubana: “Con
el enemigo se puede dialogar para tener un poco de aire renovador; para las
propuestas de los opositores, solo palos, ofensas y rechazo.
Continuarán
considerándose dueños de Cuba. ¡Nada de reformas democráticas! Se incrementará
la represión ante las narices del gobierno de los Estados Unidos; en
definitiva, no importa, existen diferencias de interpretaciones en cuanto al
tratamiento de los derechos humanos y nadie puede enjuiciarles porque se trata
de un asunto de “soberanía nacional” y de “autodeterminación de los pueblos”,
aunque nunca se haya consultado con el pueblo lo que realmente quiere para su
nación.
¿Diálogo con los
opositores? ¡Jamás! Ellos siguen siendo considerados como “vende patrias”, como
“mercenarios del imperialismo”.
¿Elecciones
libres? Eso no encaja en la doctrina castrista del poder. Solo los comunistas
tienen el poder y no lo compartirán con nadie.
¿Estado de
Derecho? Ellos mirarán hacia otra parte, se encogerán de hombros y dirán: “No
estamos dispuestos a hacer concesiones al liberalismo de las sociedades
burguesas capitalistas. Nuestra democracia es perfecta, ordenamos y todos
acatan”.
Estados Unidos
retira al castrismo de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo. ¡Magnífico!
Pero continuarán en estrecha alianza con Corea del Norte, con Irán, con la
Rusia de Putin. No condenarán a Hezbolá y mantendrán amparando a terroristas
bajo el rubro de “refugiados políticos”. Bajo cuerda, la Inteligencia cubana seguirá
dando apoyo a organizaciones terroristas enemigas de los Estados Unidos, como principio
de “solidaridad revolucionaria”.
¿Beneficios económicos
para el pueblo de Cuba? Bueno, sí, luego de satisfacer las “demandas siempre
crecientes” de los miembros del Buró Político; luego de garantizar la fortaleza
de los aparatos represivos y de espionaje como la Seguridad del Estado; no sin
antes dedicar una buena parte de los ingresos a la “modernización” de las
fuerzas armadas y, por último, después de asegurar los insumos dedicados al
turismo internacional. Lo que quede se distribuirá entre la población a través
de las Tiendas Recaudadoras de Divisas.
Dentro de una
semana ya no se hablará de la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá. Los
cubanos continuarán maniatados y amordazados. Sin esperanzas o acaso
idealizando en sus corazones una criolla Operación Walkiria.
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