Mario
J. Viera
A
menudo leemos en la prensa expresiones tales como “destacado opositor”, o
“reconocido líder o dirigente” para referirse a esos tan mediáticos personajes
del exilio cubano, que resaltan por sus declaraciones, sus enjundiosos
proyectos cívicos, plataformas y programas, que les acompañan en repetitivos
peregrinajes por América Latina y por Europa. Títulos rimbombantes, crípticos,
emotivos, encabezan sus respetivos proyectos, tales como, “El Día R” “Todos
Marchamos”, “Somos más”, “Parón”, “Cuba decide” y hasta “Plebiscito vinculante”
y sin dejar de faltar, una “Asamblea de la Resistencia Cubana”. Todos, por
supuesto, muy democráticos, ¿cómo no serlos si son la antítesis del proyecto totalitario
impuesto en Cuba? El quid, la cuestión, el meollo de todos esas plataformas,
proyectos y programas que impulsan los más destacados y preclaros dirigentes
del exilio es saber si son realizables o simples intenciones.
Trotamundos
incansable y estoicos ─ aunque no sé si Séneca o Epicteto estarían de acuerdo
con este calificativo ─ en la divulgación de sus proyectos, impartiendo
conferencias, declarando ante parlamentarios y variopintos foros, que les
escuchan amablemente y con cierta empatía y... ¡Nada más! Es que para los receptores de tales proyectos
les parecen ser lo mismo con lo mismo, aunque entre un proyecto y otro existan
sus lógicas diferencias. Esto me trae a la memoria lo que, en 1994, me dijera Paul
Vermeirsch embajador de Bélgica en Cuba. Me aseguró que todos los grupos
disidentes no tenían nada nuevo que decirle. Pero yo podría enviarle por
escrito las proyecciones de la organización opositora que representaba y luego
me daría su opinión. Así lo hice, y, algunos días después, me remitió sus
opiniones. En síntesis, me dijo que nuestras proyecciones le resultaban
interesantes, pero... omitíamos, lo mismo que las otras omitían: el cómo.
Todos
proponen cambios, ¡Magnífico!; proponen alguna que otra hoja de ruta para
alcanzar establecer la democracia en Cuba, como esa, que el Diario Las Américas
denominó como “carta de navegación”, el Acuerdo
por la Democracia en Cuba de 1989; ¡de 1989! Y que ahora, recientemente,
los más “destacados líderes” del exilio cubano, desempolvaron en la conferencia
de “Pasos del cambio en Cuba”. Todo muy hermoso ¿quién podría estar en contra
de esa hoja de ruta para la transición en Cuba, que, supuestamente, debe
impulsar un gobierno de transición, como es el Acuerdo por la Democracia en
Cuba? Lástima que se trate de un qué para
un cuándo, sin especificar el cómo. En un silogismo político el qué es la tesis, el cómo, la antítesis y el cuándo es la síntesis. Es todo, como lo expresado por el retórico latino Marco
Fabio Quintiliano (circa 39 – c. 95), un lucus
a non lucendo, “Un bosque que no se
ve”; es decir una discordancia, o “la validez de lo imposiblemente válido”.
Es como una espera para que el régimen, de sí mismo, impulse o autorice los
cambios que le liquidarán.
Me
faltaba encontrar un calificativo, que no fuera peyorativo, para identificar lo
que hay de común en las propuestas viajeras de los “destacados” disidentes u
opositores del exilio, en ese su modo de ver y de conducir la oposición
anticastrista, su propia filosofía, el vínculo identitario de sus propuestas.
Busqué en mi mente el adecuado calificativo y, por más que insistiera, no le
encontraba, sin saber que existía, que venía siendo utilizado para denominar a
cierta literatura impresionista y de lo absurdo, desde principios del pasado
siglo, con representantes significativos como Eugène Ionesco (del teatro del
absurdo, sobre todo en la Cantante calva),
Umberto Eco (El nombre de la rosa), y
Julio Cortázar (Rayuela). Son esas
lagunas intelectuales que existen en mí.
De
buenas a primera, y sin que hubiera hecho algún esfuerzo de búsqueda, se me
apareció la palabra mágica: La ‘Patafísica.
La ¿ciencia? o ¿filosofía? que se dedica “al
estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones”.
Fue el escritor francés Alfred Jarry el creador de tal palabra en su novela
póstuma (publicada en 1911, cuatro años después de su muerte), Gestas y opiniones del doctor Faustroll,
patafísico. “¿De qué se ocupa,
entonces, la "ciencia" de las excepciones? ─ pregunta Valeria
Perasso. BBC Mundo, 25 septiembre 2009 ─ De
buscar soluciones imaginarias. Que
podrían servir para resolver un problema
o saciar una necesidad, pero no necesitan hacerlo. Podrían, si quisieran. O no.
(...) Ahora, ¿cuál es la meta? Los
patafísicos tienen un único mandato: dedicarse a la "exploración profunda de la inutilidad".
Ya
puedo exclamar como lo hiciera el matemático, físico, ingeniero y astrónomo
Arquímedes de Siracusa: “¡Eureka! ¡Eureka!” Sí encontré el adecuado
calificativo para definir a los “destacados” líderes del exilo y sus propuestas:
“patafísicos”. Y puedo cambiar el título de este artículo para presentarlo de
este modo:
La ‘patafísica de los
“destacados líderes opositores” del exilio cubano.
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ResponderBorrarBecause hidden in these 12 words is a "secret signal" that fuels a man's instinct to love, please and guard you with his entire heart...
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