martes, 24 de enero de 2017

Los “hechos alternativos” que hirieron un gran ego

Mario J. Viera


Es un hecho real, no “alternativo”, puntual y efectivo, que existen personas que sufren de un trastorno de personalidad definido como megalomanía o como trastorno de personalidad narcisista, eso que se dice, es una condición psicopatológica caracterizada por fantasías delirantes de poder, relevancia, omnipotencia y por una henchida autoestima. El megalómano se ve a sí mismo, como un ser único y grandioso. Ana Soteras de la Agencia EFE, nos cita a Laura Ruiz, una experimentada psiquiatra en los centros médicos Milenium Sanitas quien asegura que los megalómanos “creen que tienen una capacidad mayor de la que realmente tienen y eso hace que puedan llegar a puestos de poder o de más influencia. Además, socialmente están bien vistos y valorados, pero no son empáticos”. Ellos, además, no admiten una discrepancia con los que no piensan como él. Bueno, así, más o menos los psicólogos se refieren a esas personas poseedoras de un ego super elevado, dispuestos siempre a “lo más grande”.

Ahora bien, lo que expresa la Dra. Soteras diciendo que los megalómanos “socialmente están bien vistos” no le encuentro una adecuada explicación para este fenómeno, ni desde el aspecto psicológico, ni desde el punto de vista sociológico. Pero sí, los megalómanos captan simpatizantes y no simples simpatizantes, sino ardientes, decididos y firmes simpatizantes. Así sucedió con Napoleón Bonaparte y sucedió con Adolf Hitler... y está sucediendo con el “presidente” de Estados Unidos, D.T. De hecho, tengo algunos amigos, simpatizantes ardorosos del actual gobernante que, obviando los hechos, me dicen que lo único que no soportan de un político es que sea mentiroso y por eso no apoyaban a Hillary Clinton porque la consideraban mentirosa; sin embargo, ¡Vaya! No ven ninguna mentira en las mentiras que a menudo emplea el magnate inmobiliario devenido en “presidente”. Ellos hacen olas con las palabras del “salvador que hará grande a Estados Unidos” cuando ya Estados Unidos es grande y repiten sus palabras dándoles fuerza de dogma bíblico.

Y estos amigos hacen suyas las afirmaciones del “presidente”, la verdad oficial sobre la “multitudinaria” asistencia a la inauguración presidencial, para condenar “la infame manipulación” por los medios, “de la verdad, mintiendo y falseando los hechos de que 1.5 millones de personas asistieron” a la toma de posesión del actual “presidente”. Y lo afirman como si en verdad ellos mismos hubieran computado los números de asistentes al acto. La reacción se debe a las fotos de dos inauguraciones presidenciales, la de 2009 y la de 2017, que mostraban la poca asistencia de público en la última inauguración en comparación con la multitudinaria del 2009 cuando Barack Obama asumió la presidencia. Entonces, sencillamente, sin demostrar con evidencias creíbles sus asertos aseguran que “los medios tomaron fotos en horas y días que no corresponden al de la inauguración”.

Un ego tan elevado como el del actual mandatario, no puede aceptar que su inauguración, que su ceremonia de toma de posesión, recibiera tan raquítica asistencia de público. Eso no es posible, no puede ser, lo de él es lo grande, aún más, lo gigantesco, lo apoteósico. Entonces toma la palabra el vocero presidencial Sean Spicer para afirmar que "esta fue la audiencia más grande que fue testigo de una inauguración, punto, tanto en persona como en todo el mundo". Y ofrece cifras para apoyo de lo que asegura que 420.000 personas tomaron el metro de Washington ese día frente a los 317.000 que lo hicieron en la inauguración de Barack Obama. Sin embargo, el Washington Post citó otras cifras extraídas de la red de transporte que mostraron que el día de la inauguración 570.557 personas habían tomado el metro, algo mayor que la ofrecida por el sazonador vocero, pero inferiores a los 1,1 millones con Obama en 2009 y los 782.000 de su segundo mandato, en 2013. Es vergonzoso, ¿cómo es posible que los medios sean tan perversos y muestren lo que no nos guste? "Estos intentos ─ eructa el especioso ─ de disminuir el entusiasmo de la inauguración son vergonzosos e incorrectos".

Pero ahí no quedó todo y se produce otra metedura de patas, esta vez en la boca de la asesora de D.T. Kellyanne Conway en una entrevista para Meet the Press de la NBC.  El periodista Chuck Todd le cuestionó indagando por qué Spicer en su primera aparición como vocero presidencial ante la prensa había disputado un asunto de importancia menor como es el tamaño de la multitud de la inauguración, y por qué había empleado falsedades para hacerlo, ella rápidamente, casi sin pensarlo, le respondió: “No seas tan exagerado, Chuck. Estás diciendo que es una mentira, y ellos están dando… Nuestro jefe de prensa, Sean Spicer, dio hechos alternativos a eso”. Bueno, es español “alternativo’ significa que se dice o se hace sucediendo a otras cosas recíproca y repetidamente, y en inglés “alternative” significa relativo a una elección entre dos o más posibilidades: ¿hechos alternativos? No tiene sentido. Ni tardo ni perezoso, Chuck Todd la aplastó de un manotazo: “Un momento, ¿hechos alternativos? Mire, los hechos alternativos no son hechos. Son falsedades”.


Estos hechos alternativos le deben estar doliendo profundamente al gran ego de D.T. y tanto. cuando solo han generado burlas, sarcasmos y risas... Mal empezamos ¿Verdad?

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