Pedro Corzo. EL NUEVO
HERALD
Lo único que puede explicar la devoción y subordinación del
desaparecido líder golpista Hugo Chávez y su heredero Nicolás Maduro al régimen
cubano, es que ambos asumieron como principal objetivo aprender de la
nomenclatura cubana el uso de los mecanismos del estado y del gobierno para
conservar el poder, independiente a los fracasos cosechado durante el mandato.
Chávez fue el artífice de que dependencias del gobierno venezolano
contaran con asesores cubanos con autoridad para tomar decisiones, al extremo
que especialistas de la isla en inteligencia, represión policial y servicios
armados, funcionan como interventores de instituciones a cargo de la defensa y
seguridad del país.
La primera personalidad del totalitarismo insular excluyendo a Fidel y
Raúl Castro a la que el gobierno de Chávez le otorgó un protagonismo relevante
fue a Ramiro Valdés, un experto en represión, poseedor de un prontuario
criminal que lo convierte en un digno competidor del esbirro mayor de la Unión
Soviética, Laurentis Beria.
Valdés fue a Venezuela como asesor en Tecnología y con la encomienda
de resolver el déficit de generación de energía, un problema todavía pendiente
porque hace unas pocas semanas hubo una falla eléctrica que afectó nueve
estados.
Pero aunque en cuestiones de energía el “magisterio” del experto
cubano fue un fracaso, su asesoría resultó efectiva a las fuerzas represivas ya
que fueron capaces de asesinar a decenas de personas, encarcelar a cientos y
disminuir las protestas contra el régimen.
Quizas este éxito parcial motivó a Nicolás Maduro a buscar una vez más
la colaboración del “sabio” Orlando Borrego, un individuo cuyo aporte más
importante a una gestión de gobierno fue ser el siervo más fiel de Ernesto
Guevara.
Borrego estuvo bajo el mando de Guevara en La Cabaña, una época en la
que el “Che” cometió numerosos asesinatos que es de suponer el ilustre
economista contabilizó, porque fue fiscal de los Tribunales que Guevara
dirigía. Tampoco ignora que su comandante instrumentó una campaña que recluyó a
la fuerza en campos de concentración a homosexuales y prostitutas.
Cuando Borrego estuvo junto a Guevara fue cuando este promovió a toda
vela el trabajo voluntario y la confusa propuesta de los estímulos morales, una
combinación que supuestamente repercutiría favorablemente en el desarrollo
económico, a la vez que facilitaría la formación del hombre nuevo, otro fracaso
del totalitarismo insular.
El hombre que instrumentará los cambios fue viceministro de Industria
y posteriormente ministro de la Industria Azucarera, sectores de la economía
cubana en absoluta bancarrota desde los primeros años del castrismo.
No obstante el próximo sátrapa cubano en Venezuela todavía defiende
fracasadas hipótesis, cuando afirma que “la sustitución de la propiedad de los
medios de producción como condición histórica indispensable para la superación
del capitalismo”, lo que permite suponer que a Venezuela le esperan mayores
controles en el sector económico.
Por otra parte Borregos afirma que “todo modelo económico que defienda
el egoísmo personal y no preserve los intereses sociales sobre los particulares
no lleva a buen destino, como también afirma que la expresión brutal del
capitalismo moderno, bien explicada por un líder carismático y honesto, actúa
con más efectividad sobre la conciencia popular que mil conferencias académicas
impartidas por profesores”, en una palabra, el individuo sigue convencido en
las virtudes del colectivismo, que el voluntarismo es más importante que los
conocimientos y que los líderes carismáticos son insustituibles,
particularmente si estos son honestos, personalidades imposible de encontrar en
Cuba y Venezuela.
Este personaje que tiene como objetivo enrumbar la economía
venezolana, solo tiene un libro publicado sobre ese tema y tres dedicados a
Ernesto Guevara, así que lo más probable es que sus enseñanzas estén
principalmente orientadas a instruir a la burocracia bolivariana en los métodos
a aplicar para que los ciudadanos pierdan los pocos derechos que les restan y
los bienes pasen a manos de la nomenclatura gobernante, porque aparte de matar,
esa fue la mayor enseñanza del “Che” a sus colaboradores, entre los que se
destacó Borregos.
A fin de cuentas esta selección demuestra que el régimen cubano
continúa ejerciendo una gran influencia sobre el de Venezuela y los herederos
del chavismo siguen convencidos como su desaparecido mentor, Hugo Chávez, que
se deben copiar el modelo cubano en sus mayores fracasos, de ahí que la nueva
consigna sea hacer una revolución en la revolución.
Por otra parte Maduro, consciente del fracaso económico del país,
posiblemente contrató a Borregos para aparentar, ante los que calificó de
“izquierdistas trasnochados”, que sigue en la ortodoxia económica castrista,
mientras prepara condiciones para que la boliburguesía asuma el control de la
economía, en la esperanza de que sean más eficientes que los burócratas que
heredó de su predecesor, que han conducido al país a la ruina.
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