sábado, 31 de diciembre de 2016

Vamos a ver... ¿Por qué la perreta de Netanyahu?

Mario J. Viera

Colonos judíos durante una manifestación en Israel. / JACK GUEZ (AFP)

En verdad Benjamin Netanyahu es un personaje muy interesante. De todos los primeros ministros de Israel, él ha sido el único nacido en territorio israelita tras la proclamación del Estado de Israel. Resulta que el hombre es también un héroe de guerra, participó en la guerra de los seis días de 1957, lideró un equipo de fuerzas especiales de la Sayeret Matkal. la unidad de élite de las Fuerzas de Defensa Israelíes; luego combatió en la Guerra de Desgaste contra Egipto y en la guerra de Yom Kipur en 1973. Un héroe de guerra, como lo fueran también los primero ministros Ariel Sharón e Isaac Rabin. Netanyahu es también un político, de hablar fuerte y enérgico, y es líder del Likud, ese partido de la derecha israelí que, bajo su dirección, se ha inclinado mucho más a la derecha; y Netanyahu por tres veces ha sido electo como primer ministro; así es que tiene sus méritos. Pero, por encima de cualquier asunto que se trate, Benjamin Netanyahu es un nacionalista y un soñador; sueña con ver realizado su anhelo de forjar un gran Israel, uno parecido al mítico reino de Salomón que describe el Tanaj; sin embargo...

¿Qué ocurre? ¿Qué ha provocado la furiosa reacción de Netanyahu contra el presidente Barack Obama y contra otros diez países que mantienen relaciones diplomáticas con Israel? “Profunda ira e insatisfacción” siente el gobierno del Likud, así lo expresó Emmanuel Nachshon portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel. Ira e indignación profundas contra todos aquellos que dieron su voto favorable a la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (23 de diciembre de 2016) que considera sin validez legal los asentamientos de colonos israelíes en territorio de Cisjordania. Así se expresa en su primer punto: “No tiene validez legal, constituye una violación flagrante del derecho internacional y un obstáculo mayor para la solución de los dos Estados así como para una paz duradera, integradora y justa”. No, dice Nachshon, "No fue un voto a favor de la paz. Fue un voto contra Israel".

Para Netanyahu el “malo de la película” es Barack Obama y así, sin ningún tipo de ambages afirmó: “Por la información que tenemos, no tenemos dudas de que la administración Obama la inició, la respaldó, coordinó la redacción y exigió que fuera aprobada", para a continuación agregar: “Como le dije a John Kerry el jueves: los amigos no llevan a los amigos al Consejo de Seguridad”. Estados Unidos con su abstención en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no vetó la aprobación de la Resolución 2334, una resolución que adoptada bajo el capítulo sexto de la Carta de las Naciones Unidas (Solución Pacífica de Disputas) no posee carácter vinculante, es decir, no es de cumplimiento obligatorio, se trata solamente de recomendaciones, aunque expresadas en tonos severos.

Ante la denuncia de Netanyahu el asesor de seguridad de Obama Ben Rhodes declaró en rechazo de lo afirmado por el primer ministro israelí: "El historial del presidente Obama en cuanto a la seguridad de Israel es claro. Cualquiera lo puede revisar. Pero, de hecho, rechazo el lenguaje que sugiere que este era nuestro curso de acción preferido y que lo iniciamos". Sin embargo, antes Netanyahu había declarado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas: “Aprecio el compromiso del Presidente Obama con esa política de larga data de Estados Unidos (de apoyo a Israel). De hecho, la única vez que Estados Unidos ejerció el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, durante la presidencia de Obama, fue sobre una resolución contra Israel en 2011. Como el presidente Obama declaró acertadamente en este podio, la paz no provendrá de declaraciones y resoluciones en las Naciones Unidas”.

A todas luces, lo que más ha encendido la profunda ira e insatisfacción de Netanyahu es el párrafo de la resolución donde se condenan “todas las medidas que tienen por objeto alterar la composición demográfica, el carácter y el estatuto del Territorio Palestino ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental, incluyendo, entre otras cosas, la construcción y expansión de los asentamientos, el traslado de colonos israelíes, la confiscación de tierras, la demolición de viviendas y el desplazamiento de civiles palestinos, en violación del derecho internacional humanitario y las resoluciones pertinentes”, y más específicamente el punto 3 que declara: “Subraya que (el Consejo de Seguridad) no reconocerá ningún cambio a las líneas del 4 de junio de 1967, incluso en lo que respecta a Jerusalén, que no sean los acordados por las partes mediante negociaciones”. He aquí pues el meollo del asunto: las fronteras existentes entre Israel y Palestina el día anterior al inicio de la guerra de los seis días cundo Israel haciendo uso de su legítimo derecho de autoconservación inició la guerra frente a la coalición enemiga formada por Egipto, Siria, Jordania e Irak. Israel derrotó al poderoso ejército egipcio, ocupó entonces todo el Sinaí, la franja de Gaza, la Cisjordania, los altos del Golán sirios y el Jerusalén oriental.

La Resolución hace incluso un recordatorio sobre la obligación que se había previsto en la hoja de ruta del Cuarteto, “de que Israel paralizara todas las actividades de asentamiento, incluido el “crecimiento natural”, y desmantelara todos los asentamientos de avanzada levantados desde marzo de 2001”. El 24 de junio de 2002 el Presidente de EE.UU., George W. Bush, había expresado la necesidad de llegar a un acuerdo amplio y definitivo que acabase con el conflicto palestino-israelí y la segunda intifada iniciada a finales de septiembre de 2000 con la puesta en práctica de diferentes resoluciones de las Naciones Unidas y la aplicación del plan de trabajo Tenet, un documento elaborado por la Agencia Central de Inteligencia con recomendaciones para ponerle fin a los actos de violencia de ambas partes durante la llamada Segunda Intifada: “Los servicios de seguridad del gobierno de Israel y la Autoridad Nacional Palestina tratarán de adoptar medidas concretas, efectivas y reales en el ámbito de la seguridad con el objeto de retomar la colaboración en este campo y su aplicación sobre el terreno tal y como ocurría antes de septiembre de 2000 (inicio de la Intifada actual)”.

El 30 de abril de 2003, Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas (el Cuarteto) elaboraron una hoja de ruta dirigida a ponerle fin definitivamente al conflicto existente entre Israel y Palestina con la creación de un Estado palestino independiente para el año 2005. En la primera fase que contemplaba la Hoja de Ruta se planteaba como meta a cumplir para mayo de 2003, que “Israel se retira de las zonas palestinas ocupadas desde el 28 de septiembre de 2000 y ambas partes restablecen el statu quo que existía en aquel momento, mientras avanzan la cooperación y los resultados en materia de seguridad. Asimismo, Israel paraliza toda la actividad de los asentamientos”. Tanto el presidente de los Estados Unidos en aquellos años, George W. Bush como el de Rusia, Vladímir Putin sustentaron estos criterios, la retirada de Israel de las zonas palestinas ocupadas desde el 2000 y la paralización de los asentamientos de colonos israelís en aquellas zonas bajo ocupación.

Pero, retrocedamos al 1977. El Likud, entonces más moderado, gana las elecciones y Menájem Beguín ocupa el cargo de primer ministro. Ya antes, en 1975, el gobierno de Isaac Rabin había firmado un Acuerdo Provisional con el gobierno de Egipto, por el cual ambos estados se comprometieron a no realizar ninguna amenaza de apelar al uso de la fuerza, declarando que el conflicto entre ellos no se resolvería por la fuerza, sino por medios pacíficos. Este había sido el primer paso para la firma de paz entre las dos naciones que se concretarían el 17 de septiembre de 1978 en Camp Davis, luego de la visita de Anwar el Sadat a Israel, invitado por Menájem Beguin en noviembre de 1977. En 1979 se firmaría el Tratado de Paz y bajo sus términos, Israel devolvió la península de Sinaí a Egipto que había sido ocupada en la guerra de los seis días y por lo tanto, Israel desmanteló todos los asentamientos israelíes en la península. Los dos gobiernos convinieron en crear una autonomía par Palestina.

Esto nos lleva hasta 1993, cuando Isaac Rabin, primer ministro de Israel y Yasser Arafat, líder de la OLP se reunieran en Oslo con el propósito de “poner final a décadas de confrontación y conflicto, reconocer sus respectivos y legítimos derechos políticos, luchar para conseguir vivir en una coexistencia pacífica con dignidad recíproca y seguridad, alcanzar un extenso acuerdo de paz duradera y una reconciliación histórica mediante el proceso político acordado”. Los acuerdos alcanzados fueron: La retirada progresiva de las fuerzas israelíes de la Franja de Gaza y Cisjordania, el reconocimiento del derecho de los palestinos al autogobierno en esas zonas a través de la autoridad palestina y que Cisjordania y Gaza se dividen en tres zonas: Área A, bajo control completo de la autoridad palestina. Área B, bajo control civil de la Autoridad Palestina y control militar del ejército de Israel. Área C, bajo control israelí. El Profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, Ignacio Alvarez-Ossorio dice (El Mundo, abril de 2003): “Entre las alternativas que se barajaron en Oslo figuraba la anexión israelí de las mayores concentraciones de asentamientos (entre un 8% y un 10% del territorio palestino) a cambio de una cesión de territorio israelí en el área fronteriza de Gaza. De esta manera, gran parte de los 200.000 colonos quedaría bajo soberanía israelí, mientras que otros 40.000 deberían elegir entre el retorno a Israel o vivir en un Estado palestino”. Quedaron pendientes para otra ocasión el control de Jerusalén, las fronteras y el retorno de los refugiados palestinos que tuvieron que huir de sus hogares cuando Israel fue establecido, en 1948.

La paz entre Israel y el reino de Jordania sería firmada en Aravá por el primer ministro israelí Isaac Rabin y el primer ministro jordano Abdelsalam al-Majali el 26 de octubre de 1994. Sobre estos acuerdos de paz con Egipto y con Jordania impulsados por figuras a las que siempre se opuso Netanyahu alardeó en la Asamblea General de la ONU en un discurso que pronunciara el 22 de septiembre de 2016, dijo: “Nuestros tratados de paz con Egipto y Jordania siguen siendo las anclas de estabilidad en la volátil zona de Medio Oriente. Pero tengo que decirles esto: Por primera vez en mi vida, muchos otros estados de la región reconocen que Israel no es su enemigo. Reconocen que Israel es su aliado. Nuestros enemigos comunes son Irán e ISIS. Nuestros objetivos comunes son la seguridad, la prosperidad y la paz. Creo que en los próximos años trabajaremos juntos para lograr estos objetivos, trabajaremos juntos abiertamente”. Netanyahu quiere cogerse para él la cosecha de lo que otros sembraron.

En Palestina Hamas y el Frente Popular para la Liberación de Palestina se opusieron a los acuerdos de Oslo y en Israel el principal crítico y opuesto a los mismos fue el partido de Benjamin Netanyahu, el Likud. Señala Shlomo Ben-Ami en Política Exterior no. 48, diciembre 1995-enero 1996, que “Desde los primeros días del gobierno laborista, el Likud no cesó de cuestionar la legitimidad democrática del proceso de paz barajando el argumento de que el gobierno de Rabin “carecía de mayoría judía” puesto que se apoyaba en escaños árabes en la Knéset (parlamento). Benjamin Netanyahu ha ido demasiado lejos en este peligroso camino; ha acercado el Likud demasiado a la extrema derecha”. A continuación, da una caracterización del primer ministro laborista Rabin: “Rabin fue siempre un fiel discípulo de Igal Alon (...) quien abogaba por una “separación” entre los palestinos y los israelíes de tal forma que Israel anexionaría una mínima parte de los territorios por razones de seguridad y dejaría la mayor parte del territorio en manos de los palestinos”.

Dos años después de la firma de los acuerdos de Oslo, Isaac Rabin sería abatido por los disparos de un joven estudiante de Derecho y fanático judío llamado Yigal Amir, miembro de un grupo fundamentalista denominado Irgún Iehudí Nokem (organización judía vengadora). Así dice Jean Daniel en El País, 8 de noviembre de 1995: “El joven estudiante de Derecho no estaba poseído por una especie de fuerza maléfica aislada que le inspiró un asesinato. Fue armado, animado, conducido hasta su víctima por unos enemigos irreductibles y un Likud cuyo comportamiento fue una vez democrático ─ y puede volver a serlo ─ pero a la que las alianzas con los místicos de las distintas sectas han convertido en irresponsable”. En 1996, el Likud ganaría las elecciones elevando a Benjamin Netanyahu, un fuerte opositor a los acuerdos de Oslo al cargo de primer ministro, con el resultado de que se paralizaran la ejecución de aquel convenio.

En 2005, Israel desmanteló unilateralmente sus asentamientos en la Franja de Gaza, en una decisión sin precedentes llamada Plan de retirada unilateral israelí o "Plan de desconexión". Este plan había sido propuesto por el primer ministro de Israel Ariel Sharón del partido centrista Kadima (Adelante). Sharón había obtenido el apoyo de los laboristas a su plan de evacuación de la franja de Gaza, formando con ellos un gobierno de unidad en 2004. Finalmente, el plan sería aprobado como ley por la Knéset y siempre con la oposición de Netanyahu. Israel entonces desmantelaría 21 asentamientos civiles israelíes en Gaza y cuatro en el norte de Cisjordania.

Obsesionado por su exacerbado nacionalismo que ya asume el síndrome de la paranoia, Netanyahu ha lanzado fuertes críticas hacia la Organización de las Naciones Unidas; el 22 de septiembre hablando ante la Asamblea General de la ONU afirmaría: “La ONU, que comenzó como una fuerza moral, se ha convertido en una farsa moral”. Ahora, tras la publicación de la Resolución 2334 insinúa claramente que impondrá sanciones contra la ONU: “He ordenado al Ministerio un estudio en el plazo de 30 días de nuestras relaciones con la ONU, tanto lo que tiene que ver con nuestra financiación de sus organismos como la presencia de representantes en Israel”. ¿Por qué, si el mismo ha asegurado que mantiene relaciones correctas con Egipto y con Jordania, y que muchos otros estados de la región reconocen que Israel no es su enemigo, que ellos reconocen a Israel como aliado? Y es verdad, con Egipto y con Jordania no existe peligro de una nueva conflagración, Irak ha dejado de ser un peligro para la estabilidad de Israel y se abandonó la ocupación del Sinaí y de la franja de Gaza. La ONU no le ha exigido a Israel que entregue las alturas del Golán a Siria, solo le reclama que no continúe con los asentamientos civiles en Cisjordania y que retome la hoja de ruta del Cuarteto. ¿Cuál es el peligro? Mantenerse en la intransigencia solo conlleva a restarle fuerza al gobierno de Mahmoud Abbas a favor del movimiento terrorista Hamas que domina en Gaza y a la continuidad de la violencia. La Resolución 2334 no condena a Israel, sus críticas van dirigidas hacia el gobierno del Likud presidido por Benjamin Netanyahu.


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