Mario
J. Viera
Existen
diferentes formas de conmemorar cualquier hecho de importancia histórica. Unas
son temporales, hechas solo para el momento, para recordar lo que ocurrió un
día como el presente día. Alguna declaración emotiva, como rasgueo de guitarra,
hecha solo para el momento, como para no dejar en el olvido el hecho histórico;
en este caso la conmemoración del segundo aniversario de la explosión social
del 11 de julio del 2021. Sí, es posible que algunos, con fuerte vocación
civilista, reclamen, exijan la liberación de los detenidos por las
manifestaciones de aquel 11 de julio. Simplemente artificios florales como para
quedar bien, porque el régimen tendrá tapado los oídos y no escuchará un reclamo
que no cuente con el respaldo de un poderoso movimiento de protestas, masivo y
contundente. Habrá hasta los muchos que esperarán por y soñarán con un dudoso y
futuro ojalá.
Sin
embargo, hay otras formas más serias, más acometedoras para recordar la fecha
y, hasta quizá, menos estrepitosas. El 11 de julio no fue adjetivo, sino verbo.
Se requiere entonces, para no pasar por alto el segundo aniversario de 11 de
julio, conjugar en presente el verbo acción. Las manifestaciones del 11 de
julio fueron un clamor espontáneo del descontento poblacional, no organizado,
no dirigido por un plan de acción. Una multitud popular no organizada se
enfrentaba a un sistema estructuralmente organizado con capacidad de respuesta
y poder de represión que, en pocas horas, pudo anular las protestas y
criminalizar a sus participantes.
El
ojalá se hizo remoto, y aunque de vez en vez se produzca algún conato popular
de protestas estos no sobrepasan un centenar de participantes; predomina la
frustración. Después de la violenta arremetida de la dictadura conduciendo a
centenares a cumplir largas penas de prisión, la gran explosión social de
carácter espontáneo es poco probable, si alguna probabilidad hubiera, que se
produzca.
Pero
hay formas de que el 11 de julio no quede como un recuerdo, como algo que fue.
Primero, la oposición deberá reconsiderar sus métodos fallidos en la
conformación de un reclamo poderoso de denuncias y de exigencias; para ello, a
la callada, sin anuncios, reorganizarse, fundar una organización central bajo
el principio del liderazgo horizontal. Segundo captar apoyos populares entre
los descontentos, estudiar a cabalidad los métodos y tácticas de la lucha
estratégica noviolenta sin consideraciones ideológicas de derechas o de
izquierdas que constituyen un obstáculo para el desenvolvimiento de la labor de
la resistencia de todo el pueblo.
Hay
que ganar recursos humanos sin estridencias, poco a poco, organizando células
de no más de diez activistas en todos los municipios. Elaborar un método
apropiado de enlace entre las diferentes células y para el entrenamiento de los
activistas, siempre con la debida discreción. El liderazgo se debe centrar en
la organización sin destaque de algún dirigente en específico. Todo líder que
se destaque puede ser anulado por los órganos represivos. Una célula de la
resistencia noviolenta puede caer, pero otra ocupará su lugar. El protagonismo
puede ser fatal dentro de un movimiento de resistencia noviolenta; el anonimato
es poder.
La
organización celular puede facilitar la labor de propaganda.
Siempre
que se establezcan los principios gestores del movimiento opositor no impedir
las iniciativas promovidas por alguna célula de resistencia.
A
lo largo de todo el proceso de reorganización, los líderes de la organización
deberán elaborar un plan estratégico de acción basado en realidades, y adecuarse
al mismo, aunque teniendo la previsión de reajustarle según lo requieran las
condiciones del momento.
No
apresurarse; una dictadura de más de seis décadas no se abate en cuestión, ni
de día ni de meses. Se requiere tiempo y esfuerzo; constancia y dedicación;
astucia y pragmatismo, pero el tiempo tampoco debe descuidarse. Hay que
prepararse para el momento propicio de lanzar el reto político. Ese momento
llegará cuando se alcance la masa crítica de participantes para la
desobediencia civil.
Así, de este modo, no se pasará por alto el segundo aniversario del 11 de julio. Y esa fecha no será ya una romántica memoria sino el indispensable antecedente de un masivo, organizado y disciplinado movimiento de protestas populares.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario