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jueves, 31 de octubre de 2013

El Apocalipsis del Partido Republicano


I

Mario J. Viera

…y también adoraron a la Bestia, diciendo: “¿Quién se le puede igualar y quién puede luchar contra ella?”

Grande fue el Partido Republicano cuando Abraham Lincoln asumiera la presidencia de los Estados Unidos. El marcaría la historia en un antes y un después. Conservó la Unión y proclamó la libertad de los esclavos. Pocos de los presidentes republicanos que le sucedieron alcanzaron su grandeza ─ honrosas y escasas excepciones entre las que no figuran ni Ronald Reagan ni George W. Bush ─, muchos fueron la negación de la política de Lincoln. Sin embargo, el Partido Republicano representaba una derecha decorosa de centro, independientemente de alguna gris figura que de vez en vez aparecía en el escenario político para dañar el buen nombre del partido, como fue el caso del senador republicano por el estado de Wisconsin, Joseph McCarthy quien dio nombre a una época y colocó a los Estados Unidos al borde del totalitarismo y el fascismo.

A partir de las dos administraciones de Ronald Reagan, el Partido Republicano inició su decadencia, pasando desde las democráticas posiciones de Abraham Lincoln y de un conservadurismo de centro hasta convertirse en una agrupación que se identifica con las posiciones más retrógradas del conservadurismo. Las trompetas del apocalipsis comienzan a sonar como advertencia del rumbo erróneo que esta agrupación política está desandado.

Para los republicanos de ahora, Reagan es el gran estadista y el vencedor sobre el comunismo internacional cuando en realidad resultó ser un estadista mediocre que necesitaba de los consejos de la Premier británica Margaret Thatcher, tan mediocre como lo había sido como actor de cine y con solo una labor destacada en esa época, la de prestarse para acusar a otros cineastas ante el Comité Senatorial que presidía McCarthy en el sonado caso de los Diez de Hollywood. Reagan fue el antecedente del Tea Party. Bajo su acendrado anticomunismo se escondía el fanatismo ultraconservador. En 1964 apoyó la candidatura a la presidencia de Barry Goldwater, un hombre que tenía en su haber un extenso expediente de oposición a todas las iniciativas de justicia social. Se oponía al libre funcionamiento del sindicalismo; como senador, Goldwater, en 1954 votó en contra de la destitución de Joseph McCarthy y en 1964 en contra de la Ley de Derechos Civiles.

Tras dos intentos fallidos para la nominación como candidato a la presidencia por el Partido Republicano, finalmente Reagan logra la nominación en 1980. Aprovechando los errores de Jimmy Carter en la conducción de la administración federal, en su incapacidad para afrontar la crisis de los rehenes en Irán y solucionar la creciente inflación y el desempleo, así como la debilidad que se evidenciaba durante su administración en la defensa nacional, Reagan logró fácilmente la victoria electoral frente a su contrincante Carter.

Según Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Ronald_Reagan ), Reagan sería elegido con una promesa de “reducir impuestos, aumentar el presupuesto de defensa y equilibrar y reducir el gasto fiscal”, implementó políticas similares que, en su conjunto, llegaron a ser conocidas como neoliberalismo. Durante su presidencia comenzó el aumento desmesurado de la deuda tanto la pública como la privada. Contrario a lo esperado por sus partidarios, el déficit fiscal de Estados Unidos creció de 900 mil millones de dólares a algo más de 3 billones, la tasa de inversiones industriales declinó precipitadamente siendo reemplazada por grandes inversiones en instrumentos financieros en lo que ha sido llamado una orgía especulativa el desempleo llegó al 10% de la fuerza de trabajo y la seguridad de trabajo y los ingresos reales del resto decayeron. [Francis Wheen: How Mumbo-jumbo Conquered the World.- Harper Perennial, London, 2004, Cap 1 (The Voodoo Revolution)]

Opuesto al Estado de Bienestar, Reagan se abrazó a la teoría económica de la Escuela de Chicago, doctrina económica que pasó a ser una ideología al igual que la doctrina económica marxista lo había sido. Las reformas económicas de Reagan que contemplaba la desregulación de los sistemas financieros y las rebajas de impuestos a las grandes corporaciones fueron conocidas como reaganomics o lo que es lo mismo, la implantación del capitalismo salvaje basado en la libérrima actuación de la fuerzas del mercado; no obstante para Conrad P. Waligorski en “Liberal economics and democracy, Keynes, Galbraith, Thurow, and Reich” afirma que “un mercado totalmente libre es definitivamente no el mejor mercado para una democracia, un mercado sin regulaciones no garantiza ni justicia ni prosperidad..." La confirmación de esta afirmación quedó demostrada durante la última administración de George W. Bush y la economía explotó ante las narices de los neoliberales reaganistas.

Para el neo keynesiano Vicenç Navarro el neoliberalismo y el fundamentalismo de mercado impuesto desde la llegada al poder de Ronald Reagan se convirtió en un dogma ─ “creencias y ortodoxias basadas en fe y no en evidencia científica” ─ que desregulando el poder financiero ha sido el origen de las crisis económicas surgidas a finales del siglo XX y principios del Siglo XXI. Según este autor, el neoliberalismo aplicado en numerosos países y concretamente en Estados Unidos y Europa han propiciado la Crisis de las hipotecas subprime, la Crisis bancaria europea y provocado la Gran recesión de principios del siglo XXI. Además, las tesis neoliberales esgrimidos no han sido verdaderamente aplicadas y las consecuencias han sido contrarias a los objetivos (El fracaso del neoliberalismo. 7 de mayo de 20130)

George W. Bush agudizaría los males del neoliberalismo durante su administración y conduciría al país al caos de la crisis con la explosión de las llamadas “hipotecas basuras”. El incremento de la desregulación de los sistemas financieros y los recortes de impuestos al sector que representa el uno por ciento de la sociedad, unido al desangramiento humano y material de dos guerras supuestamente dirigidas a derrotar al terrorismo islamita surtirían un efecto tornado en el sistema económico del país que generaría un alto índice de desempleo y la formación de un elevado techo de la deuda nacional. Condiciones todas estas que acompañadas de propuestas inteligentes permitirían el triunfo electoral del casi desconocido senador demócrata por el Estado de Illinois, Barack Hussein Obama.

Con pocas oportunidades iniciales frente a candidatos demócratas como Hillary Clinton y John R. Edwards, Obama logró imponerse como candidato presidencial, debido, entre otras cosas a que según Andrés Valdez Zepeda y Delia A. Huerta Franco en “La Estrategia Obama: La construcción de una marca triunfadora en la política electoral” (Revista Latina de Comunicación Social) “supo hacer (…) una crítica feroz y verosímil hacia el establishment de la política norteamericana. Supo aprovechar el hartazgo de la gente con el sistema político del país y logró venderse, desde el inicio de la contienda, como un candidato ganador, como el candidato del cambio y la esperanza, el único que puede limpiar la política nacional”.

Estos autores ofrecen un resumen de las principales propuestas de Obama que lograron una gran movilización a favor de su elección presidencial:

 Medio Ambiente: Reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 80%, invertir 150 mil millones de dólares en 10 años en "energía limpia", lograr que para el 2025 el 25% de la energía que consuma Estados Unidos venga de fuentes renovables y reengancharse a la convención contra el cambio climático de las Naciones Unidas.

Economía: Reducir impuestos a la clase media, revisar los tratados de libre comercio con México y Canadá, fomentar nuevos tratados de libre comercio con otros países, garantizar la libertad sindical, simplificar los trámites para pagar impuestos.

 Salud: Nuevo Plan Nacional de Salud que incluya a todos los norteamericanos (incluyendo a los que trabajen en el equivalente a las PYMES), seguro de salud para todos los niños, creación de incentivos a quienes desarrollen un mejor servicio de salud, luchar contra el SIDA a nivel mundial y mejorar el programa de la salud mental.

Educación: Reforzar la educación de los niños entre los cero y los cinco años, invertir en estrategias para evitar la deserción escolar, mejorar las condiciones de trabajo de los profesores (becas, capacitaciones e incentivos económicos).

Política exterior: Empezar un inmediato y progresivo retiro de las tropas norteamericanas en Irak, servir de nexo diplomático entre Israel y Palestina para la existencia de los dos Estados, doblar la ayuda internacional para cumplir las metas del milenio, abrir más embajadas y consulados en África para canalizar más ayuda.

Otros Temas. Considerar como un delito federal los crímenes de odio por orientación sexual, apoyar la unión civil entre personas del mismo sexo con los mismos derechos que un matrimonio (adopción incluida) y oponerse a la propuesta republicana de prohibir constitucionalmente los matrimonios homosexuales”.

Se podía entrever dentro de su plataforma elementos inspirados en el New Deal de Roosevelt, posiciones contrarias al neoliberalismo,  tendencia a la doctrina económica de John Maynard Keynes y a favor del Estado de Bienestar, temas estos repugnantes para el conservadurismo republicano-reaganiano.

El rechazo del ultra conservadurismo hacia Obama comenzó a manifestarse crudamente desde el primer día de su mandato, aunque ya desde la etapa de su campaña electoral se advertía un incremento de la resistencia ultra conservadora. En las elecciones del 4 de noviembre de 2008, Barack Obama vencería a su contrincante republicano John McCain, un hombre que, en otras circunstancias hubiera merecido la presidencia. El error de McCain fue su posición titubeante ante los ultraconservadores del Partido Republicano, la bancada que llegaría a ser la flor y nata del Tea Party, y la selección como compañera de fórmula de la inepta Sarah Palin luego devenida en la diva del Tea Party. Con la elección de Obama para la presidencia, como opinaran Valdés Zepeda y Huerta Franco, su verdadera batalla apenas comenzaba. “Los republicanos y los sectores más conservadores de los Estados Unidos no tan fácilmente (dejarían) que un negro ocupe la silla presidencial del país más rico y más fuerte del orbe”.

martes, 29 de octubre de 2013

El fracaso del neoliberalismo


Vicenç Navarro. PUBLICO.es

El dogma neoliberal ha dominado la cultura política, económica y mediática de los países del Atlántico Norte desde la década de los años ochenta del siglo pasado. Tal dogma creía que la crisis actual se debía a un gasto público excesivo que había ahogado con su peso a la economía, privando de fondos y recursos al sector privado imposibilitándolo a que actuara como motor de la economía. Como dijo el “gurú” de los neoliberales, el presidente Reagan, el gobierno (en realidad quería decir el sector público) “no es la solución, sino el problema” (discurso inaugural de su presidencia, enero de 1981). De esta concepción del origen de la crisis se derivaban sus políticas públicas de recortes y austeridad que intentaban reducir el déficit y la deuda pública de los Estados.

Los recortes se acentuaron predominantemente en los gastos públicos sociales, pues se asumía, además, que la supuestamente excesiva Protección Social estaba relajando a la clase trabajadora (redefinida como clase media), perdiendo competitividad. Se consideraba que los derechos laborales y sociales se habían hipertrofiado, extendiéndose demasiado, afectando con ello su productividad. Contribuyendo a esta pérdida de productividad, había habido un abultado crecimiento salarial en la mayoría de los países (y muy en especial en los países periféricos de la Eurozona) que había disparado los precios de los productos, obstaculizando así la capacidad exportadora del país. Se requería, por lo tanto, toda una batería de intervenciones públicas, que incluían desde la reducción de aquellos derechos laborales y sociales a la puesta en marcha de reformas laborales que tenían como objetivo disminuir los salarios.

Ni que decir tiene que el desarrollo de tales intervenciones públicas requería toda una estrategia ideológica-mediática que tenía como objetivo hacer creer a la población que tales políticas (sumamente impopulares cada una de ellas) eran las únicas posibles, señalando que no había alternativas. Parte de esta estrategia era subvencionar, directa o indirectamente, a investigadores académicos que mostraran evidencia científica que avalara la sabiduría, necesidad, inevitabilidad y bondad de tales políticas. Entre tales trabajos, destacaban los trabajos de Alberto Alesina y Silvia Ardagna sobre la necesidad de la austeridad como medida estimuladora de crecimiento (creando confianza en los mercados financieros) y los de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, que alertaron que el crecimiento de la deuda pública por encima del 90% del PIB llevaba a la recesión, explicando la crisis financiera actual en la Unión Europea por un exceso de esta deuda pública. Estos economistas neoliberales (próximos todos ellos al capital financiero, es decir a la banca y otras asociaciones financieras) eran profesores de conocidas universidades, y gozaban todos ellos de grandes cajas de resonancia que les facilitaba su protagonismo mediático. Sus trabajos se convirtieron en la sabiduría económica convencional.

Aquí en España, donde la falta de diversidad en los medios es notable (y conocida a nivel internacional) el dominio de tal dogma fue absoluto en los medios. Así, en Catalunya, la televisión pública catalana daba, y continúa dando, una hora semanal titulada “Lecciones de Economía”, donde el ideólogo más extremista de tal dogma imparte doctrina neoliberal en la forma más pura, ideólogo que aparece cada día en la televisión digital de La Vanguardia. Ni que decir tiene que tales fórums están prácticamente cerrados a voces críticas (excepto en intervenciones excepcionales y sumamente infrecuentes). Y en el resto de España sólo es necesario comprobar la frecuencia con que aparecen en los medios de información economistas patrocinados y/o financiados por FEDEA (el centro ideológico del gran capital) y ver las veces que economistas próximos a los sindicatos son entrevistados en estos medios. El desequilibrio es aún mayor.

El fracaso de tales políticas

Ni que decir tiene que su enorme visibilidad mediática en los medios de mayor difusión derivaba, no de la fortaleza de sus argumentos (que son muy débiles), sino de su función propagandística. En realidad, la evidencia científica, fácilmente accesible, mostraba el error y la falsedad de los argumentos que sostenían el edificio sobre el cual se había constituido el dogma, incluyendo entre otros hechos, que:

1. El presidente Reagan no bajó, sino que subió el gasto público (haciéndolo en el sector militar, en lugar del social) durante su mandato. Es más, tal como ha señalado Krugman, fue el presidente de EEUU que ha subido más los impuestos en tiempos de paz (bajó los de las rentas superiores, pero aumentó los de la mayoría de la población). (Ver Krugman “Reagan was a Keynesian” New York Times 08.06.12).

2. Entre los países que sufrieron la crisis de una manera más acentuada estaban Irlanda y España, que se presentaban como discípulos aventajados de la escuela neoliberal. Cuando la crisis comenzó, ambos países tenían superávit en sus cuentas públicas y su deuda pública era menor que la del promedio de los países de la Eurozona. Es absurdo que se acuse a estos países de haber caído en la crisis por haber gastado demasiado cuando eran los países con el gasto público social por habitante más bajo de la Eurozona, y sus Estados estaban en superávit.

3. Los estudios que justificaban tales políticas han sido criticados extensamente por sus errores y falsedades, con críticas devastadoras que han mostrado el carácter predominantemente ideológico y propagandístico de tales estudios. El Center for Economic and Policy Research de Washington, el Economic Policy Institute y el Center of Political Economy de la Universidad de Massachussets (uno de los más progresistas de EEUU) criticaron tales estudios desde el principio, crítica que es ahora ampliamente aceptada (ver mis artículos El fraude en el pensamiento económico dominante, El Plural, 22.04.13, y Más sobre el fraude en el pensamiento neoliberal, Sistema, 26.04.13)

4. La aplicación de tales políticas ha conllevado una crisis tremenda, deteriorándose más y más la situación económica de tales países, alcanzando unos niveles de desempleo nunca antes vistos.

5. El bienestar y calidad de vida de las clases populares se ha deteriorado de una manera muy alarmante. En realidad, la crisis se ha centrado en las clases populares, que son las que están sufriendo más los efectos negativos de tales políticas.

6. Estas políticas están creando una enorme crisis de la democracia pues ninguna de ellas se está llevando a cabo consecuencia de un mandato popular, pues no estaban anunciadas en los programas electorales de los partidos gobernantes que las están implementando. En realidad estas políticas son enormemente impopulares.

7. Los únicos sectores sociales que apoyan tales políticas son las rentas superiores y los establishments financieros y empresariales (de grandes empresas exportadoras) que son las únicas que se benefician de tales políticas. Las clases populares (que son la mayoría de la población) se oponen.

8. El hecho de que tales políticas continúen existiendo y aplicándose se debe al enorme poder de los establishments financieros, empresariales, mediáticos y políticos que son los beneficiarios de esta crisis actual. Así de claro.

lunes, 28 de octubre de 2013

La política, ¿asunto serio?


Noé Vega. LA PRENSA.hn

La falta de seriedad, las constantes denuncias de corrupción y las campañas políticas vacías solo pueden llevar a pensar que la política es una cuestión circense, que es algo que se puede sobrellevar sin mayor preparación, solo con saber mentir o decir medias verdades, pero no tiene que ser así, según distinguidos personajes de la historia, la política es un asunto muy serio. Examinemos algunos conceptos, que por la procedencia vale la pena hacerlo.

Albert Einstein dijo “La política es más difícil que la física”, será posible que el físico más conspicuo de la última centuria y con un gran legado para la humanidad haya dicho que la política es más difícil que la física; pues sí, a veces la política contradice las leyes de la física, no solo una sino todas. Cuando un político dice que está arriba, lo más probable es que esté abajo, cuando dice que les están lloviendo piedras, es posible que él las esté lanzando. Cuando dice que bajará el gasto, no dice que aumentará la burocracia. Pero ya seriamente, esto es cierto, la política puede resultar más difícil que las cuestiones de la física, es que resulta difícil poder determinar lo mejor para todo un pueblo, sobre todo cuando no se ejerce el poder como un mandato del que hay que rendir cuentas.

Yo he llegado a la conclusión que la política es un asunto tan serio que no se le puede dejar a los políticos”, decía el presidente francés Charles de Gaulle. Algo así como política sin políticos, imposible. Pero tenemos que reconocer que la política es un asunto tan serio que no conviene dejarla en manos de “meros políticos”, es decir en manos de aquellos que creen que el único sacrificio que hay que hacer es ingeniárselas de cómo llegar al poder y después no existe ningún otro compromiso. De Gaulle fue uno de los más grandes políticos de nuestro tiempo, compartió su compromiso político con Francia para que toda la humanidad pudiera aprender de que lo que realmente un político comprometido es capaz de hacer, diría yo que vio el ejercicio del poder como ningún político hasta ahora lo ha visto: como renuncia, como carga pesada y como algo de lo que hay que rendir cuentas.

Para Otto von Bismarck, el líder alemán, “la política es el arte de lo posible”. Porque aquí se encuentra el talón de Aquiles de los políticos, prometer lo imposible, hacer tantas promesas que le sumen cuantos votos sea posible, sin importarle cumplir, o lo contrario, no prometer nada y prometer lo que sea necesario hacer. Empero, esta visión de la política dentro de los límites de la realidad, una política sensata y realista que no quiere monopolizar ni la verdad, ni las soluciones, sino partir de un sentido de lo posible no solo lo necesitamos deberíamos exigirlo, una política que tome en cuenta las distintas variables sin caer en lo utópico.

Concluyamos con Winston Churchill, el gran líder británico que dijo: “Los políticos tienen la habilidad para predecir lo que va a suceder mañana, la próxima semana, el próximo mes y el próximo año. Y tienen la habilidad en adelante para explicar por qué no pudo suceder”.

Filosofía y política


Si el poder es solo un medio, para qué lo quieren los 8 candidatos a la Presidencia de la República, los diputados y los miembros de las corporaciones municipales que solicitan el apoyo del electorado en el marco del proceso electoral que culminará el 24 de noviembre.

Benjamín Santos. LA TRIBUNA

En uno de los primeros seminarios en los cuales me tocó exponer mientras realizaba estudios de Ciencia Política en Alemania, me tocó abordar el tema a que se refiere el titular de esta columna. No fue fácil exponer en el idioma de Goethe y Schiller, que apenas empezaba a balbucear, un tema tan complicado especialmente en la clase del  doctor Dietrich Bracher. Es complejo de explicar aún en el idioma materno. Difícil porque la filosofía es desde los griegos la reflexión sobre las causas  primeras y los fines últimos, mientras que  la política se entiende comúnmente como la lucha por alcanzar, ejercer y retener el poder público sin ninguna referencia  al por qué y para qué.

Las dos preguntas del párrafo anterior son las que establecen el puente entre la política como lucha por el poder y la filosofía. Las causas son investigadas por la etiología y los fines, el para qué, por la teleología. Pero además la filosofía y la política se relacionan por la ética, que es una rama de la filosofía bajo el nombre de axiología. Toda actividad humana que tiene al ser humano y no a las cosas como centro de sus preocupaciones requiere una reflexión filosófica. Por eso hay una filosofía de le educación, una filosofía de la historia, una filosofía política, además de una ciencia para cada una de esas actividades humanas y un conjunto de técnicas.

Por su carácter práctico la política ha quedado reducida a un conjunto de técnicas de organización, de promoción, de creación de imagen y de gestión de las instituciones del Estado. La técnica es solo un medio y por sí misma puede servir para bien o para mal. El poder no tiene por sí mismo fines ni motivaciones éticas. Es como un machete que igual corta la hierba para que se den los cultivos que se necesitan  que las cabezas de los mismos seres humanos. El poder en manos de incapaces e irresponsables es como un arma en manos de un loco. A veces actúa además como una droga, transforma a quienes lo poseen y los lleva actuar en forma  irreflexiva. Dice Gabriel Tarde que el poder es en esencia la capacidad de hacerse obedecer, pero aquí es donde viene la pregunta cómo y para qué. Esa definición vale para el poder en general y también para el poder del Estado que tiene características especiales: es el único poder soberano, coercitivo y político, en el sentido de que se ejerce sobre toda la polis, sobre toda la sociedad.

Si el poder es solo un medio, para qué lo quieren los 8 candidatos a la Presidencia de la República, los diputados y los miembros de las corporaciones municipales que solicitan el apoyo del electorado en el marco del proceso electoral que culminará el 24 de noviembre. De todos hemos esperado que nos digan el por qué, el cómo y el para de sus propósitos, es decir la parte filosófica de la actividad política. La política y su estructura, el Estado, desde su origen están vinculados a un fin: el bien común, es decir el conjunto de condiciones materiales e inmateriales que el Estado como estructura política debe crear para que  los seres humanos que integran su población lleven individual y colectivamente una vida digna al tiempo que promueven su propio desarrollo.

La política es una actividad muy noble, porque permite que  a quienes tienen una alta vocación de servicio hagan de su vida una entrega desinteresada y total para servir a la comunidad de la cual  forman parte. Así la entendieron los griegos al llamar idiotas a quienes se entregaban  a sus negocios personales con total desinterés por el cultivo de la vida en común. Así ha entendido la política el cristianismo que nació 500 años después y nuestros próceres que sacrificaron su vida y su patrimonio para legarnos una Patria. Lo contrario de lo que ocurre en nuestros días, próceres como Herrera y Morazán sacrificaron   su vida y sus bienes  por  cumplir  su vocación política. Todo porque tenían una concepción del ser humano, de la sociedad y del Estado sobre cuya base  elaboraron una  visión filosófica de su quehacer político. Tenían claro el por qué y para qué de sus actuaciones.

Nos parece que  la actual campaña electoral ha transcurrido vacía de contenidos filosóficos que alimentaran un debate que fuera más allá de soluciones aisladas y coyunturales. Hizo falta un planteamiento global y coherente sobre la problemática nacional y sus posibles soluciones.

jueves, 24 de octubre de 2013

Honduras: El malicioso encanto por el poder


Pablo Carías. EL HERALDO

Según los especialistas, el poder se define como la capacidad de un individuo o grupo de individuos para modificar la conducta de otros individuos o grupos en la forma deseada; los fines del poder los define la ética. Y es en los procesos electorales cuando la lucha por el dominio muestra su verdadero rostro.

Los políticos que actúan en función de esa relación que existe entre la instancia económica y su ambición por el poder son unos verdaderos magos para cambiar sus roles en la sociedad, aunque sea por un período corto. Eso es lo que estamos viendo en este momento cuando se aproximan las elecciones.

De ciudadanos comunes que son, de pronto los vemos con una versatilidad de artistas; ellos, los candidatos a puestos de elección declaran ser de origen campesino, muy humildes y conocedores de las prácticas del campo, cuando están en los centros urbanos son obreros que conocen las duras condiciones de la fábrica, si se asoman por un barrio o colonia de esas que cubren los cinturones de miseria de las grandes ciudades, proclaman, sin lugar a dudas, que entienden y sienten en carne propia la carencia de servicios públicos.

En las campañas electorales todos esos políticos que buscan el poder cuando un correligionario pierde un familiar cercano, llegan con una comitiva nombrada por la dirección de su partido a darle, entre sollozos, su más sentido pésame, deseándole que el bálsamo de la conformidad esté con ellos; casi lloran con los dolientes. Salidos de ese acto fúnebre, les avisan que un activista de esos que se parten el pecho por la causa del partido está cumpliendo años, inmediatamente cambian su agenda y su rostro de tristeza lo transforman por un rostro de alegría, en vez de una declaración de luto por la pérdida irreparable del correligionario, llevan una tarjeta de felicitación por su onomástico sin que falte un presente de bebidas alcohólicas, según la condición social del cumpleañero.

Muchos políticos que aspiran a un puesto de elección no tienen padre ni madre, vean los anuncios o afiches que ponen en los cargados postes de la ENEE, todos o casi todos se presentan con el nombre, sin usar los apellidos, eso les parece más popular y no digamos las profesiones, casi todos se desprenden de su título universitario, si es que lo tienen, porque también los especialistas en publicidad les han orientado que eso de los títulos pone una barrera entre el elector y el candidato.

Se muestran como verdaderos servidores, ahí los vemos que hasta han tomado por su cuenta la caja de lustrar zapatos de los señores del Parque Central para dar una demostración de lo que serían capaces de hacer por esta patria una vez que lleguen al poder; a otros los vemos en cuclillas conversando con la anciana del mercado San Isidro prometiéndoles que las calles de Comayagüela y Tegucigalpa serán, de llegar ellos al poder, un inmenso mercado ambulatorio.

¡Ah, los políticos en búsqueda de poder! Inmediatamente que empiecen a disfrutar las mieles del poder cambiarán sus roles, de servidores que se proclamaron ante un inocente electorado, terminarán siendo servidos por un séquito de hombres y mujeres que al servicio de la institucionalidad brindarán toda clase de atenciones a los sacrificados y nobles luchadores de la democracia.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Julio Borges está loco


Ángel Oropeza. EL UNIVERSAL

La tergiversación y manipulación de la ciencia psicológica ha sido siempre una fascinación de autoritarismos y tiranías.  Juan Perón, Augusto Pinochet, Anastasio Somoza y Efraín Ríos Montt, por nombrar sólo cuatro representantes históricos del gorilismo fascista  latinoamericano,  disfrutaban de calificar como insanos mentales a quienes se les oponían, y con frecuencia encarcelaban a adversarios políticos y defensores de los derechos humanos en instalaciones psiquiátricas que escondían su real función cancelaría.

También el expresidente Chávez gustaba mucho de despachar la complejidad social recurriendo al expediente de "disociados", "psicóticos" y "enfermos mentales" para etiquetar a quien no le aplaudiera, o simplemente no compartiera sus puntos de vista.

Pero quienes fueron unos maestros en  el "arte" de usar la Psicología con fines represivos fueron los camaradas del Estado estalinista en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.  Allí, los hospitales psiquiátricos eran frecuentemente usados por los jerarcas del establishment como cárceles para aislar a los disidentes y prisioneros políticos, e intentar destruirlos moral, física y psicológicamente. No fue por azar que el diagnóstico de "esquizofrenia lentamente progresiva" se convirtiera en moneda de uso corriente en el aparato represivo comunista, para catalogar a quienes se oponían al sistema.  El psiquiatra Andrei Snezhnevski, y los profesores del Instituto Serbski de Moscú llegaron a afirmar con marcado cinismo que "muy frecuentemente, ideas acerca de luchar por la verdad y la justicia se forman en la mente de personalidades con una estructura paranoica". Lo cierto es que al menos 365 personas sanas fueron tratadas por presentar una "definida locura política" en la Unión Soviética, aunque en realidad pudieron ser varios miles más.  De hecho, el conocido disidente y defensor de los derechos humanos Vladimir Bukovski, logró en 1971 filtrar a occidente más de 150 páginas donde se documentaba el abuso psiquiátrico por razones políticas, llevado a cabo en  las instituciones de salud mental de la Unión Soviética.

Dada su extrema dependencia con la URSS, esta práctica represiva bajo el disfraz de tratamientos psicológicos se hizo también muy frecuente en la Cuba castrista, y ha sido desde la década de los 60 del siglo pasado uno de los modus operandi preferidos por los aparatos de inteligencia política del estado comunista. Para el régimen castrista, las actividades de los disidentes obedecen por igual tanto a la manipulación por intereses externos como a su insania mental.

Es por ello que tampoco es azaroso que en Venezuela, dada la extrema dependencia con respecto a Cuba, y la influencia del castrismo sobre la actual oligarquía gobernante, la recurrencia a la "enfermedad mental" de los opositores se haya vuelto tan usual en los burócratas oficialistas.  El último episodio es el risible y vergonzoso "acuerdo" de los diputados del gobierno en la Asamblea Nacional, obedeciendo órdenes de un teniente que los manda, en el cual se piden realizar "evaluaciones psicológicas" a Julio Borges y Nora Bracho, por el delito de intentar interrumpir un discurso de Nicolás Maduro.

Más allá de lo anecdótico, el problema es que esta práctica cada vez más usual de asignar alegremente categorías nosológicas psiquiátricas a los opositores,  disidentes y defensores de los derechos humanos en Venezuela, esconde una lamentable incapacidad para tolerar y administrar las diferencias propias de toda comunidad humana. Se recurre a la "etiqueta psicológica" simplemente porque ─ desde el primitivismo cuartelario de nuestros burócratas ─ con los "locos" no se puede dialogar. Lo único que se puede hacer con los "locos" es ignorar a los que no hacen daño, y encerrar a los que son peligrosos.

Así, para el gobierno no existen adversarios sino "enfermos mentales" que, dado que son "locos", no pueden tener razón ni se les puede tomar en cuenta. De esta manera, y fiel a las indicaciones de La Habana, el gobierno divide al país en dos: los que le aplauden y los "enfermos".  Desde su indigencia intelectual e hipertrófica arrogancia, sienten que pueden ahorrarse el esfuerzo de la convivencia y la tolerancia, porque "no hay con quién dialogar". Por eso es tan útil esta vieja práctica estalinista: todo el que no se arrodille, es porque está enfermo de la mente, y por tanto hay que ignorarlo o encerrarlo.

Tanto Julio Borges como Nora Bracho, los últimos "enfermos" del madurocabellismo, no han hecho otra cosa que dedicar las 24 horas del día al arduo y fatigoso trabajo de la organización popular y la construcción de una alternativa digna para los venezolanos. Y en la medida que su labor ha venido alcanzando éxitos y frutos tangibles, también han despertado la ira de los cuartelarios. Para Julio y para Nora, nuestro abrazo y reconocimiento. Si ya forman parte de los "enfermos mentales" del neogorilismo venezolano, saben que van por buen camino.

Lo prometido es deuda


Sergio Muñoz Bata. EL NUEVO HERALD

El sentido común dictaría que después de la dura derrota que sufrió el Partido Republicano con el innecesario e impensado cierre del gobierno y su posterior capitulación, ahora que el presidente Barack Obama ha anunciado que por fin se dedicará a impulsar la reforma migratoria integral, los republicanos sensatos impedirán que su partido vuelva a autoflagelarse.

Sin embargo, dado que el sentido común es una virtud que hasta ahora ha brillado por su ausencia entre los kamikazes del Tea Party, es imprescindible que el liderazgo republicano cambie el rumbo, haga al lado a los extremistas y regrese al camino de la negociación siguiendo la ruta marcada por las figuras republicanas más experimentadas.

Alarmado por la intransigencia de los novatos en su partido, James Baker, tesorero con Ronald Reagan y secretario de Estado con George H. W. Bush, ha publicado un lúcido análisis de la encrucijada en la que se encuentran los republicanos. Para Baker no cabe duda que su partido ha salido dañado “en esta pelea contra sus molinos de viento políticos y que la mayoría de los norteamericanos les culpan del fiasco”. Así las cosas, escribe Baker, hay que reconocer que “la táctica y la estrategia” fue un desastre. Que el esfuerzo estaba condenado al fracaso porque los demócratas controlan el Senado y la Casa Banca. Pero advierte que lo importante ahora es ver al futuro, “olvidarse de odios y resentimientos” y convertirse “en el partido de la esperanza y la oportunidad” reconociendo el cambio demográfico en el país y acercándose a los hispanos, asiáticos y otras minorías. El mensaje de Baker es subliminal pero claro y es el mismo que mandan republicanos como John McCain, Lindsey Graham, Mario Diaz-Balart, Bob Goodlatte, políticos que entienden que la reforma migratoria es clave para congraciarse con los votantes latinos y asiáticos.

Pero no basta con que los republicanos recuperen el centro y obren racionalmente. No se puede negar que en esta ocasión Obama ganó el pulso pero tampoco podemos negar que su triunfo se basó en la inacción. Hasta en la victoria, Obama volvió a mostrar sus deficiencias políticas. Ni sabe explicar a los escépticos las bondades de sus proyectos ni sabe negociar con sus opositores. Obama no ganó por nocaut ni por decisión unánime, sino por default. Y si ahora Obama quiere ganar la batalla por la reforma migratoria va a tener que hacer lo que nunca ha podido o querido hacer, aprender de políticos como Franklin Delano Roosevelt y Lyndon Johnson cómo hacer política y hacerla bien.

El domingo pasado, mi hijo, Sergio C. Muñoz, me platicaba de la entrevista que recién le acaba de hacer al congresista Luis Gutiérrez con motivo de la publicación de su libro: Still Dreaming my Journey from the Barrio to Capitol Hill y que saldrá al aire en su programa de radio “The Intelatin Cloudcast”. Entre los varios temas que trataron el más importante fue el de la inmigración. Gutiérrez le habló de su desencanto con Obama. De su desilusión al constatar la tibieza con la que el Presidente hablaba del tema durante su primer período presidencial. “Cuando sentí que Obama faltaba a su promesa de pelear hasta el final para aprobar la reforma migratoria no tuve más remedio que criticarle”. Las críticas de Gutiérrez a las deportaciones que dividían familias fueron duras y puntuales. Su exasperación ante la indiferencia del Presidente fue pública y notoria. Su exigencia a que pusiera todo su empeño en impulsar una reforma migratoria integral fue imperiosa.

También me impresiona y me sorprende, me decía mi hijo, lo que me dijo María Teresa Kumar, presidenta de Voto Latino. Según ella, “lo más admirable de Gutiérrez es que se ha dedicado en cuerpo y alma a resolver las necesidades de sus representados aun cuando a nivel personal no tiene por qué hacerlo”. En efecto, él nació en Chicago y su familia es puertorriqueña y por ende no necesita documentos migratorios para vivir en Estados Unidos.

Mi reacción fue instantánea, si tan solo Obama tuviera la pasión y la fortaleza moral de Gutiérrez lo más seguro es que para fin de año estaríamos celebrando la aprobación de una ley migratoria integral, compasiva y generosa. Vamos a ver si en esta ocasión Obama se porta a la altura y no lo hace a medias, solo para guardar las apariencias, como muchos vaticinan que lo hará.

La oposición cubana necesita algo más que coraje


Jorge Olivera Castillo. CUBANET

He escuchado más de una vez que la oposición no pasa de ser simbólica, “testimonial”, que no logrará convertirse en un referente político de peso a corto y mediano plazos.

Lo más significativo no son tanto las afirmaciones, como las personas (cubanos y extranjeros) que las han hecho, muchas de ellas a condición del anonimato y sin conocimiento del tema.

No ha sido fácil resistir en medio de tantas dificultades, e incluso avanzar agendas que parecían imposibles en circunstancias tan adversas. Sin embargo, a pesar de los muchos errores tácticos y estratégicos que ha cometido, de la represión gubernamental y del incesante flujo de líderes hacia el exilio, la oposición cubana cuenta con un moderado margen de credibilidad.

Decir que todo el esfuerzo de más de tres décadas ha sido un fracaso, sería una falsedad. Junto a los muchos descalabros, hay éxitos, que no habrán sido muchos, pero sí representativos de la entereza moral y la capacidad de resistencia de los grupos opositores.

Desafortunadamente, muchas de nuestras iniciativas dan fe del coraje y la determinación de los opositores, pero no han logrado sumar a nuestra lucha a una parte sustancial del pueblo. Ni siquiera se vislumbra la unidad entre los opositores. La egolatría de algunos y la persistencia en ejecutar planes irrealistas y demasiado ambiciosos, siguen dañando nuestra lucha.

El régimen, pese a su talante represivo, tiene reconocimiento en los foros internacionales. Las denuncias por las flagrantes violaciones de los derechos humanos, además de ser ignoradas por la gran prensa, no reciben atención de los gobiernos y  de estos foros.

Los cientos de arrestos arbitrarios que ocurren cada mes, el aumento de los presos políticos y las palizas en la vía pública contra los opositores  pacíficos, pasan ante los ojos del mundo sin consecuencias para la dictadura.

Para avanzar es importante que “profesionalicemos” nuestra lucha. Necesitamos humildad para reconocer nuestras carencias y potencialidades. Si no rectificamos nuestras tácticas no alcanzaremos la legitimidad a la que aspiramos.

Con las divisiones, las metas ambiciosas y los discursos que claman por medidas coercitivas externas, incluyendo las de carácter militar, la oposición aumenta el círculo vicioso.

Debemos mantener nuestros principios fundamentales, pero reajustar nuestras estrategias, buscar nuevos métodos más eficaces.

¿Quién ganará la guerra civil republicana?


Maribel Hastings. EL NUEVO HERALD

Si alguien dudaba que el Partido Republicano está librando una guerra civil por su identidad, el penoso espectáculo de la batalla presupuestaria lo demostró en su máximo esplendor.

La mayoría republicana que controla la Cámara de Representantes fue tomada como rehén por una minoría extremista sin claro líder ─ con la excepción del senador republicano de Texas, Ted Cruz, desde la Cámara Alta ─, perteneciente al movimiento del Tea Party. Durante 16 días la “estrategia” de esta minoría dictó las acciones del presidente cameral, John Boehner, y su terca insistencia de utilizar el presupuesto para revocar la Ley de Cuidados Médicos Asequibles, popularmente conocida como Obamacare.

Ciertamente las diversas opiniones dentro de un caucus deben escucharse y respetarse, pero en este caso la Cámara Baja ha votado más de 40 veces para revocar, sin éxito, el Obamacare. Cuando la estrategia pasó de castaño a oscuro para tratar de frenar el presupuesto, incluso con la amenaza de que por primera vez Estados Unidos no pagara sus deudas, se requería liderazgo para poner un hasta aquí, sobre todo cuando lo que se afectó con el cierre gubernamental no fueron únicamente los porcentajes de aprobación de los disfuncionales políticos en Washington.

Al final, han sido los republicanos los que cargan con la mayor parte de la culpa política del cierre y de la intransigencia ante el pueblo estadounidense. La minoría del Tea Party, claro está, continúa feliz porque regresa a sus distritos a fanfarronear de lo conseguido. Recordemos que muchos de estos congresistas provienen de distritos en donde fueron electos con la promesa de revocar el Obamacare.

A esta minoría le importa poco la imagen nacional del Partido Republicano porque se aferra al precepto de que toda la política es local. Lo es, pero hasta cierto punto. Cuando un partido es expuesto nacionalmente controlado por un grupo de extremistas, afecta sin duda sus probabilidades de apelar a un sector más amplio de votantes fuera de su base y que necesita para ganar la Casa Blanca.

Y con esto en mente llegamos a la inmigración.

El presidente Barack Obama indicó que superado el tranque presupuestario, es su intención presionar por un voto para un plan de reforma migratoria en la Cámara Baja. Apeló a los republicanos a proponer mejoras al plan que aprobó el Senado el 27 de junio y a no dejar que el tema se siga postergando en el Congreso.

Muchos consideran una locura que en un escenario legislativo tan polarizado y en una atmósfera política tan envenenada, la reforma migratoria ─ un tema que levanta pasiones ─ tenga posibilidades reales de avanzar en la Cámara Baja.

Sin embargo, hay motivos para pensar lo contrario.

El espectáculo ha reforzado a los demócratas y los hace más competitivos en su lucha por arrebatar la mayoría cameral a los republicanos en los comicios de medio término de 2014.

Es algo que el liderazgo republicano debe sopesar en su plan de rehabilitación. Para fortalecer su imagen, republicanos y demócratas deben evidenciar bipartidismo y el tema migratorio ofrece esa vía, siempre y cuando Boehner no vuelva a permitir que un grupo de extremistas antiinmigrantes liderados por el congresista republicano de Iowa, Steve King, vuelva a tomar el caucus republicano como rehén, esta vez para frenar una reforma migratoria que beneficia a la economía, al país, a la unidad familiar y que supondrá en algún momento ganancias políticas para los republicanos.

El mal manejo y buen manejo del tema migratorio afecta a los políticos republicanos.

George W. Bush defendió una reforma migratoria y ganó la reelección en 2004 con 44% del voto latino. El senador republicano de Arizona, John McCain, defendió, junto a Bush, la reforma migratoria, pero le dio la espalda en 2008 cuando fue el nominado presidencial republicano y su porción del voto latino bajó a 31%. Y en 2012, el nominado republicano, Mitt Romney, propuso el concepto de autodeportación como plataforma migratoria y logró sólo el 27% del voto latino.

Boehner, quien ha insistido en que sólo llevará al pleno un plan de reforma que tenga el apoyo de la mayoría de su mayoría, demostró en la batalla presupuestaria la falacia de la extraoficial Regla Hastert. Una minoría controló su caucus con nefastos resultados.

Hay votos para aprobar una reforma migratoria con una simple mayoría en la Cámara Baja, así sea con una mayoría de votos demócratas y una minoría de republicanos realmente interesados en rehabilitar la imagen nacional de su partido.

La reforma migratoria ofrece a los dos partidos la oportunidad de demostrar que pueden gobernar.

Los demócratas pueden demostrar que pueden ir más allá de las promesas, y los republicanos pueden, de una vez y por todas, iniciar la ruta de la recuperación mirando más allá de su base y de extremistas que sólo contribuyen a la irrelevancia de este partido en la esfera nacional.

El calendario legislativo es corto en lo que resta de este año, pero la voluntad política no debería serlo.

Como dijo el presidente, la reforma migratoria “puede y debe lograrse” antes de que finalice el año.

jueves, 17 de octubre de 2013

Los bravucones de barrios marginales en La Habana


Iván García. DIARIO LAS AMERICAS.

Los guapos de barrio. Foto DLA
Hay una nueva estirpe de guapo cubano que pulula actualmente en los barrios marginales de La Habana: los bravucones baratos. La edad: entre 14 y 30 años, no más. Suelen utilizar jeans y pulóvers ceñidos al cuerpo.

Recurren a cortes de cabellos extravagantes. El yonqui, la cresta de gallo, el estilo mohicano y demasiado gel en el pelo. Gafas onda retro. Zapatillas Puma, Nike o Reebok de corte bajo con puntera afilada.

Suelen vivir en auténticos antros. Edificios superpoblados en peligro de derrumbe. Solares donde las riñas son un estilo de vida. Familias rotas. Padres desconocidos. Y desde la adolescencia la cárcel es su segunda casa.

Comen poco y mal. Beben mucho. Ron pendenciero y cerveza de quinta categoría. Tragan píldoras a granel. Anfetaminas, sedantes o cualquier otro medicamento que les "cambie el cuerpo".

Cuando tienen dinero lo despilfarran en discotecas, “matadoras de jugadas” (prostitutas baratas) y, por supuesto, drogas. Según el bolsillo, en cualquier cuartería de la zona vieja de La Habana compran un gramo de melca a 70 pesos convertibles (cuc).

También marihuana. Criolla a 20 pesos el porro o una yerba que se vende como “yuma” a cinco cuc. Luego hacen un “bazuco”, espolvoreando un poco de “polvo” en la traza del cigarrillo.

Y se “vuelan”. Es su manera de evadirse. El futuro para un marginal de arrabal es algo abstracto. Viven del invento. Delinquiendo.

Navaja en mano se dedican a asaltar transeúntes, arrancar una cadena de oro a alguna señora desprevenida o con violencia quitarle una camiseta del Barça a un chico recién salido de la discoteca.

Les encanta el reguetón. Enrolarse en la religión abakuá. Labrarse una historia de tipo duro, repartiendo bofetones y así darse a conocer en el bajo mundo capitalino. Los problemas entre ellos se resuelven a tiros o a punta de machete.

Entre los guapos no se aceptan homosexuales. Aunque no pocos son sodomitas consuetudinarios cuando están tras las rejas. La mayoría son jóvenes negros o mestizos.

Dentro del “ambiente”, se ve con buenos ojos tener varias “jebitas”. Ser machista es un cuño. Su filosofía de vida es simple. Fiestas, todas las que puedan. Para ellos la calle es una jungla, donde los más fuertes y audaces se imponen.

La política ni les va ni les viene. Se consideran los olvidados de siempre. Con o sin democracia, creen que nunca tendrán un espacio dentro de la sociedad. Su meta es sobrevivir. Como se pueda. Y a su manera.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Por la avaricia de poder y dinero. El cabildeo en Estados Unidos


José M. Izquierdo. EL NUEVO HERALD

Tóxico para la sociedad, el cabildeo sin control es un tema que mantiene irritada a gran parte de la población. No puede estar lejos el día que las legislaturas y sus miembros se vean obligados a enfrentar este problema con el rigor que requiere, para mantener la salud de la sociedad.

En opinión de muchos, la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés) es una de las más influyentes cabilderas en los altos círculos de poder de la nación. La culpan de los continuos hechos de sangre protagonizados con armas de fuego, y su influencia en el Capitolio y la Casa Blanca es incuestionable. Sin embargo, en Estados Unidos, a diario se masacra al ciudadano común de formas más sofisticadas y encubiertas a causa del cabildeo sin control, sin que los órganos de prensa lo destaquen igual que los hechos de sangre causados por las armas de fuego. Hechos donde las víctimas padecen, sufren, mal viven y mueren a causa de la pobreza y desamparo extremo, víctimas de la avaricia e indolencia del cabildeo protagonizado por intereses mercantiles, sin que los veamos derramar sangre, sin el estrepitoso sonido de los disparos, sin el lastimoso llanto de los familiares acosados por los reporteros, buscando sensacionalismo y noticias impactantes.

Los desvalidos que no tienen un techo seguro; los que no alcanzan a tener una alimentación adecuada; los que se enfrentan día a día al creciente costo de los alimentos básicos, los cuidados de salud y el techo; los que están obligados a pagar precios abusivos y artificiales por sus seguros; los que son castigados por los altos impuestos y observan callados como el gobierno derrocha el dinero que les arrebata. Todos estos casos son consecuencia de un cabildeo sin control ni límites, permitido y aceptado por personas que escalan posiciones públicas para enriquecerse. Un lobismo sin leyes y sin límites, que ha tomado por asalto los altos círculos de poder en la nación y corroe todo lo que toca.

Nuestros políticos y funcionarios públicos tiemblan ante el símbolo del “$”. Su contubernio cómplice con los monopolios dueños de las funciones básicas de la población, es más dañino para nosotros que las guerras, las epidemias, el hambre, la miseria y las armas. Líderes políticos que ostentan poder y marcan pautas en el destino de la nación y sus ciudadanos, son culpables de un crimen solapado y letal con la nación y sus conciudadanos, llamado “cabildeo”. Todo por la avaricia de poder y dinero.

 

Ver tema relacionado en el artículo: El cabildeo (lobby): Termita en la democracia americana...