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jueves, 31 de octubre de 2013

El Apocalipsis del Partido Republicano


I

Mario J. Viera

…y también adoraron a la Bestia, diciendo: “¿Quién se le puede igualar y quién puede luchar contra ella?”

Grande fue el Partido Republicano cuando Abraham Lincoln asumiera la presidencia de los Estados Unidos. El marcaría la historia en un antes y un después. Conservó la Unión y proclamó la libertad de los esclavos. Pocos de los presidentes republicanos que le sucedieron alcanzaron su grandeza ─ honrosas y escasas excepciones entre las que no figuran ni Ronald Reagan ni George W. Bush ─, muchos fueron la negación de la política de Lincoln. Sin embargo, el Partido Republicano representaba una derecha decorosa de centro, independientemente de alguna gris figura que de vez en vez aparecía en el escenario político para dañar el buen nombre del partido, como fue el caso del senador republicano por el estado de Wisconsin, Joseph McCarthy quien dio nombre a una época y colocó a los Estados Unidos al borde del totalitarismo y el fascismo.

A partir de las dos administraciones de Ronald Reagan, el Partido Republicano inició su decadencia, pasando desde las democráticas posiciones de Abraham Lincoln y de un conservadurismo de centro hasta convertirse en una agrupación que se identifica con las posiciones más retrógradas del conservadurismo. Las trompetas del apocalipsis comienzan a sonar como advertencia del rumbo erróneo que esta agrupación política está desandado.

Para los republicanos de ahora, Reagan es el gran estadista y el vencedor sobre el comunismo internacional cuando en realidad resultó ser un estadista mediocre que necesitaba de los consejos de la Premier británica Margaret Thatcher, tan mediocre como lo había sido como actor de cine y con solo una labor destacada en esa época, la de prestarse para acusar a otros cineastas ante el Comité Senatorial que presidía McCarthy en el sonado caso de los Diez de Hollywood. Reagan fue el antecedente del Tea Party. Bajo su acendrado anticomunismo se escondía el fanatismo ultraconservador. En 1964 apoyó la candidatura a la presidencia de Barry Goldwater, un hombre que tenía en su haber un extenso expediente de oposición a todas las iniciativas de justicia social. Se oponía al libre funcionamiento del sindicalismo; como senador, Goldwater, en 1954 votó en contra de la destitución de Joseph McCarthy y en 1964 en contra de la Ley de Derechos Civiles.

Tras dos intentos fallidos para la nominación como candidato a la presidencia por el Partido Republicano, finalmente Reagan logra la nominación en 1980. Aprovechando los errores de Jimmy Carter en la conducción de la administración federal, en su incapacidad para afrontar la crisis de los rehenes en Irán y solucionar la creciente inflación y el desempleo, así como la debilidad que se evidenciaba durante su administración en la defensa nacional, Reagan logró fácilmente la victoria electoral frente a su contrincante Carter.

Según Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Ronald_Reagan ), Reagan sería elegido con una promesa de “reducir impuestos, aumentar el presupuesto de defensa y equilibrar y reducir el gasto fiscal”, implementó políticas similares que, en su conjunto, llegaron a ser conocidas como neoliberalismo. Durante su presidencia comenzó el aumento desmesurado de la deuda tanto la pública como la privada. Contrario a lo esperado por sus partidarios, el déficit fiscal de Estados Unidos creció de 900 mil millones de dólares a algo más de 3 billones, la tasa de inversiones industriales declinó precipitadamente siendo reemplazada por grandes inversiones en instrumentos financieros en lo que ha sido llamado una orgía especulativa el desempleo llegó al 10% de la fuerza de trabajo y la seguridad de trabajo y los ingresos reales del resto decayeron. [Francis Wheen: How Mumbo-jumbo Conquered the World.- Harper Perennial, London, 2004, Cap 1 (The Voodoo Revolution)]

Opuesto al Estado de Bienestar, Reagan se abrazó a la teoría económica de la Escuela de Chicago, doctrina económica que pasó a ser una ideología al igual que la doctrina económica marxista lo había sido. Las reformas económicas de Reagan que contemplaba la desregulación de los sistemas financieros y las rebajas de impuestos a las grandes corporaciones fueron conocidas como reaganomics o lo que es lo mismo, la implantación del capitalismo salvaje basado en la libérrima actuación de la fuerzas del mercado; no obstante para Conrad P. Waligorski en “Liberal economics and democracy, Keynes, Galbraith, Thurow, and Reich” afirma que “un mercado totalmente libre es definitivamente no el mejor mercado para una democracia, un mercado sin regulaciones no garantiza ni justicia ni prosperidad..." La confirmación de esta afirmación quedó demostrada durante la última administración de George W. Bush y la economía explotó ante las narices de los neoliberales reaganistas.

Para el neo keynesiano Vicenç Navarro el neoliberalismo y el fundamentalismo de mercado impuesto desde la llegada al poder de Ronald Reagan se convirtió en un dogma ─ “creencias y ortodoxias basadas en fe y no en evidencia científica” ─ que desregulando el poder financiero ha sido el origen de las crisis económicas surgidas a finales del siglo XX y principios del Siglo XXI. Según este autor, el neoliberalismo aplicado en numerosos países y concretamente en Estados Unidos y Europa han propiciado la Crisis de las hipotecas subprime, la Crisis bancaria europea y provocado la Gran recesión de principios del siglo XXI. Además, las tesis neoliberales esgrimidos no han sido verdaderamente aplicadas y las consecuencias han sido contrarias a los objetivos (El fracaso del neoliberalismo. 7 de mayo de 20130)

George W. Bush agudizaría los males del neoliberalismo durante su administración y conduciría al país al caos de la crisis con la explosión de las llamadas “hipotecas basuras”. El incremento de la desregulación de los sistemas financieros y los recortes de impuestos al sector que representa el uno por ciento de la sociedad, unido al desangramiento humano y material de dos guerras supuestamente dirigidas a derrotar al terrorismo islamita surtirían un efecto tornado en el sistema económico del país que generaría un alto índice de desempleo y la formación de un elevado techo de la deuda nacional. Condiciones todas estas que acompañadas de propuestas inteligentes permitirían el triunfo electoral del casi desconocido senador demócrata por el Estado de Illinois, Barack Hussein Obama.

Con pocas oportunidades iniciales frente a candidatos demócratas como Hillary Clinton y John R. Edwards, Obama logró imponerse como candidato presidencial, debido, entre otras cosas a que según Andrés Valdez Zepeda y Delia A. Huerta Franco en “La Estrategia Obama: La construcción de una marca triunfadora en la política electoral” (Revista Latina de Comunicación Social) “supo hacer (…) una crítica feroz y verosímil hacia el establishment de la política norteamericana. Supo aprovechar el hartazgo de la gente con el sistema político del país y logró venderse, desde el inicio de la contienda, como un candidato ganador, como el candidato del cambio y la esperanza, el único que puede limpiar la política nacional”.

Estos autores ofrecen un resumen de las principales propuestas de Obama que lograron una gran movilización a favor de su elección presidencial:

 Medio Ambiente: Reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 80%, invertir 150 mil millones de dólares en 10 años en "energía limpia", lograr que para el 2025 el 25% de la energía que consuma Estados Unidos venga de fuentes renovables y reengancharse a la convención contra el cambio climático de las Naciones Unidas.

Economía: Reducir impuestos a la clase media, revisar los tratados de libre comercio con México y Canadá, fomentar nuevos tratados de libre comercio con otros países, garantizar la libertad sindical, simplificar los trámites para pagar impuestos.

 Salud: Nuevo Plan Nacional de Salud que incluya a todos los norteamericanos (incluyendo a los que trabajen en el equivalente a las PYMES), seguro de salud para todos los niños, creación de incentivos a quienes desarrollen un mejor servicio de salud, luchar contra el SIDA a nivel mundial y mejorar el programa de la salud mental.

Educación: Reforzar la educación de los niños entre los cero y los cinco años, invertir en estrategias para evitar la deserción escolar, mejorar las condiciones de trabajo de los profesores (becas, capacitaciones e incentivos económicos).

Política exterior: Empezar un inmediato y progresivo retiro de las tropas norteamericanas en Irak, servir de nexo diplomático entre Israel y Palestina para la existencia de los dos Estados, doblar la ayuda internacional para cumplir las metas del milenio, abrir más embajadas y consulados en África para canalizar más ayuda.

Otros Temas. Considerar como un delito federal los crímenes de odio por orientación sexual, apoyar la unión civil entre personas del mismo sexo con los mismos derechos que un matrimonio (adopción incluida) y oponerse a la propuesta republicana de prohibir constitucionalmente los matrimonios homosexuales”.

Se podía entrever dentro de su plataforma elementos inspirados en el New Deal de Roosevelt, posiciones contrarias al neoliberalismo,  tendencia a la doctrina económica de John Maynard Keynes y a favor del Estado de Bienestar, temas estos repugnantes para el conservadurismo republicano-reaganiano.

El rechazo del ultra conservadurismo hacia Obama comenzó a manifestarse crudamente desde el primer día de su mandato, aunque ya desde la etapa de su campaña electoral se advertía un incremento de la resistencia ultra conservadora. En las elecciones del 4 de noviembre de 2008, Barack Obama vencería a su contrincante republicano John McCain, un hombre que, en otras circunstancias hubiera merecido la presidencia. El error de McCain fue su posición titubeante ante los ultraconservadores del Partido Republicano, la bancada que llegaría a ser la flor y nata del Tea Party, y la selección como compañera de fórmula de la inepta Sarah Palin luego devenida en la diva del Tea Party. Con la elección de Obama para la presidencia, como opinaran Valdés Zepeda y Huerta Franco, su verdadera batalla apenas comenzaba. “Los republicanos y los sectores más conservadores de los Estados Unidos no tan fácilmente (dejarían) que un negro ocupe la silla presidencial del país más rico y más fuerte del orbe”.

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