I
En la edición del 11 de octubre pasado, el Granma con su acostumbrado lenguaje triunfalista para tratar los trastornos internos, recoge la declaración de Artemio Chacón Ramírez, especialista en suelos de la provincia de Holguín, afirmando que más del 40 % del área agrícola del país está afectada por erosión, mal drenaje, bajo contenido de materia orgánica y la reducida fertilidad; estima además el especialista que este mal se agudiza por los efectos de la acidez y la compactación de los suelos. A continuación adelanta la desconsoladora cifra de que cerca del 80 % del área agrícola holguinera está afectada por la erosión.
Estos negativos resultados se evidenciaron luego de las más de 1900 inspecciones, según el Granma, que se realizaron en el presente año dando cumplimiento a lo establecido en el Decreto-Ley 179 Sobre Protección, Uso y Conservación del Suelo, un instrumento jurídico que entrara en vigencia hace 17 años. Diecisiete años de tardanza para aplicar las medidas de control que se pretendían con ese Decreto Ley.
Por el Artículo 6 de ese Decreto Ley se establecía “el servicio de suelos y agroquímicos que comprenderá el conjunto de actividades dirigidas a garantizar la protección, el uso correcto y la rehabilitación de los suelos”; y su Capítulo III dirigido a la conservación, rehabilitación y mejoramiento de los suelos estipula en su Artículo 10 la obligación de “los usuarios del suelo” a conservarlos y a protegerlos contra la erosión, la salinidad, la acidificación, la alcalinización, la contaminación y cualquier otra forma de degradación de los mismos.
Diecisiete años después los “usuarios de los suelos” parece ser que nada o muy poco hicieron por cumplir ese artículo 10. Pero, atención, la mayoría de las tierra agrícolas de Cuba están en manos del Estado, independientemente de que se haya adoptado una aparente tenencia privada de la tierra con la creación de las Cooperativas Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) en 1993 a partir de la subdivisión de antiguas empresas agrarias estatales y dadas en usufructo a su colectivo de trabajadores; sin embargo estas llamadas cooperativas funcionan bajo los preceptos de la dirección estatal que establece las nombras de siembra y planes de producción.
Las CPA (Cooperativa de Producción Agropecuaria) son en realidad un tipo muy especial de propiedad estatal bajo la apariencia de cooperativa de productores privados. Debe quedar establecido que el campesino que incorpora sus tierras a una CPA, vende su propiedad al ente ficticio, la Cooperativa y si quiere romper el vínculo cooperativista no puede recuperar la tenencia de sus tierras. De este modo, las CPA, cuyos presidentes en gran parte son electos por los candidatos del Partido Comunista y muchos de ellos ni siquiera eran propietarios de tierra agrícola alguna, se van convirtiendo de hecho en propiedad estatal.
En opinión de José R. González y Arturo Pino (Cuban Center for Cultural Social & Strategic Studies, inc): “Al sector estatal pertenecen las Empresas Agrícolas Estatales propiamente dichas y las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), una forma «sui generis» de empresa estatal (…). Al sector considerado privado por el Estado pertenecen las Unidades Básicas de Producción Cooperativa «UBPC» (creadas en 1993), que se encuentran controladas por el Estado aunque teóricamente son privadas y tienen cierta autonomía; se incluyen también en esta clasificación los pequeños propietarios de fincas que son los únicos verdaderamente privados en este complejo panorama. El cuadro siguiente permite tener una mayor precisión al respecto, y muestra las variaciones que se han producido en la tenencia de la tierra en Cuba en los últimos años, diferenciando al sector verdaderamente privado del «cooperativo»”.
Citado por estos autores se presenta el siguiente cuadro, correspondiente al año 1997:
Miles de hectáreas (porcentaje del total)
AÑO
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1989
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1995
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1997
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Sector estatal
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3,441 (78.0%)
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978 (25.7%)
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960 (25.5%)
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«Cooperativas»
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450 (10.0%)
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2,235 (58.7%)
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2,228 (59.2%)
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Sector privado
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520 (12.0%)
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594 (15.6%)
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573 (15.3%)
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TOTAL
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4,410 (100%)
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3,807 (100%)
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3,761 (100%)
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Fuentes: Informe CEPAL (1997). Independientes.
Es decir, en opinión de esos autores, opinión que comparto como también comparte el Ing. Agrónomo Juan Pablo Pérez González en la revista digital Convivencia desde el interior de Cuba, al sector privado, las CCS (Cooperativas de Créditos y Servicios), solo le corresponde el 15.3 % de las áreas agrícolas del país, o algo ligeramente mayor si consideramos a los productores privados que han recibido tierras ociosas en usufructo para su cultivo personal.
En general todos los especialistas de suelos y agrónomos cubanos coinciden en señalar que los factores degradantes de los suelos de Cuba son la erosión, el mal drenaje, la compactación, la acidificación, la pérdida de materia orgánica y la salinización, debidos a causas naturales, como el tipo de suelo, la pendiente, las precipitaciones y, muy principalmente el factor antrópico, la actuación del hombre sobre la naturaleza.
Tomando como base los datos presentados por la especialista del Centro de Información, Gestión y Educación Ambiental. María Nery Urquiza, los principales suelos dedicados a la agricultura en Cuba son los Ferralíticos que representan el 24.22 % del área total nacional; los suelos negros plásticos, con el 12.03 %; los suelos Fersialíticos con el 25.64% y los suelos pardos con el 11.43 %. Estos dos últimos suelos se encuentran por lo general en áreas onduladas presentando pendientes que propician naturalmente la erosión laminar o erosión debida a la escorrentía del agua de precipitaciones. Los suelos Ferralíticos, son suelos viejos, situados en zonas llanas, de menor fertilidad natural que los anteriores con contenido de materia orgánica no superior al 5%, ligeramente ácidos, muy apropiados para los cultivos menores y la caña. Los suelos Negros plásticos, son suelos nuevos, de alto contenido de materia orgánica muy apropiados para el cultivo de la caña; ocupan zonas llanas, muy susceptibles a la compactación.
Los suelos ferralíticos son predominantes en la llanura Habana Matanzas, abarcando las zonas de los Municipios, Alquízar, Quivicán, partes de Batabanó, Güira de Melena, Jovellanos, Martí. Abarcan amplias zonas de la actual provincia de Ciego de Avila en los Municipios de Morón y Ciego de Avila.
Los suelos fersialíticos abundan en el territorio de la antigua provincia de Las Villas y gran parte de la actual provincia de Camagüey y de la antigua provincia de Oriente.
Los suelos negros plásticos presentes en el noroeste de la provincia de Ciego de Avila, algunas zonas de Camagüey y el Valle del Cauto.
La causa eficiente de la degradación de los suelos de Cuba se debe a la incapacidad sistemática del aparato burocrático centralizado, a la ejecución de planes descabellados de producción y a la desidia de los dirigentes de las empresas estatales, así como a la carencia de un adecuado sistema de extensión agraria que divulgue entre los campesinos los últimos adelantos de la tecnología junto con un desabastecimiento de los insumos necesarios para la producción agropecuaria y un mercado libre de tierras.
Es interesante el razonamiento de Juan Pablo Pérez González, ingeniero agrónomo que actualmente trabaja como campesino en la finca de su padre en Pinar del Río, sobre el Decreto Ley 259 de la concesión de tierras en usufructo: “Desde el punto de vista productivo (la Ley 259) se desentiende de la propia historia y las cifras en los últimos años que han demostrado que para hacer producir la tierra de forma eficiente se necesita la propiedad; aunque la ley menciona el uso racional de los suelos pienso que los usufructuarios aumentarán la erosión de los mismos por varias razones: no pueden descansar las tierras ya que tienen que producir para cumplir un contrato estatal y vender los excedentes en el mercado extraoficial. Evidentemente porque lo que pagan las empresas estatales es insuficiente y porque los productores tratarán a toda costa de sacar los mayores beneficios en el menor tiempo posible previendo que en el futuro por disímiles motivos puedan perder las tierras. Con tantas presiones subjetivas y objetivas yo tampoco pondría las medidas de mejoramiento de suelos como una prioridad”. (Tierras en usufructo, monopolio estatal y desarrollo agrícola en Cuba) (http://www.convivenciacuba.es/)
II
De acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación, por degradación de los suelos se entiende la reducción o la pérdida de la productividad biológica o económica y la complejidad de las tierras agrícolas de secano, las tierras de cultivo de regadío o las dehesas, los pastizales, los bosques y las tierras arboladas, ocasionada, en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, por los sistemas de utilización de la tierra o por un proceso o una combinación de procesos, incluidos los resultantes de actividades humanas y pautas de poblamiento, tales como: 1) la erosión del suelo causada por el viento o el agua; 2) el deterioro de las propiedades físicas, químicas y biológicas o de las propiedades del suelo y 3) la pérdida duradera de la vegetación natural.
Erosión.
De acuerdo con María Nery Urquiza el 23.9% de todos los suelos de Cuba están afectados por la erosión y el 7.7% presentando degradación de la capa vegetal, es decir un grado de erosión moderado que debe afectar entre el 25 y 75% del horizonte A. Sin embargo de acuerdo con datos del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) en 1995, la erosion abarca el 29% de las áreas agrícolas. La diferencia en cuanto a ambas cifras es que en las primeras se toma el total de tierra nacional incluidas las áreas no agrícolas y de montañas en tanto que la cifra del CITMA se toma como base el total de tierras agrícolas.
La revista digital CubAhora informó en su edición del 18 de octubre que el 43% de las tierras agrícolas están afectadas por erosión fuerte o mediana, o sea, entre 25 y 75 % del horizonte A, hasta 75 % del horizonte A más 25 % del horizonte B en este último caso una total falta de fertilidad del suelo.
Como muy bien define la Universidad Nacional Experimental Sur del Lago “Dr. Jesús María Semprúm” de Venezuela: “La erosión del suelo es un fenómeno complejo, en el que intervienen dos procesos: la ruptura de los agregados y el transporte de las partículas finas resultantes a otros lugares. Además de la pérdida de la capa de suelo, que contribuye a la desertización, las partículas arrastradas pueden actuar como vehículo de transmisión de contaminación (plaguicidas, metales, nutrientes, minerales, etc.). Se trata de un fenómeno natural pero que ha sido acelerado por las actividades humanas. La erosión puede ser causada por cualquier actividad humana que exponga al suelo al impacto del agua o del viento, o que aumente el caudal y la velocidad de las aguas de escorrentía”.
Aunque es cierto lo señalado por María Nery Urquiza de que los “suelos sueltos, arenosos, de buen drenaje están menos expuestos a la acción erosiva dado el hecho de que permiten el paso del agua hacia el interior del perfil. Sin embargo, en tal caso, son más sensibles a la erosión química. Los suelos arcillosos, mal drenados y con topografía ondulada o alomada, se hayan más expuestos a la erosión física”, es necesario agregar que también los suelos arcillosos con topografía llana pueden ser afectados por la erosión eólica debido a la desintegración de su estructura superficial por un aumento exagerado de las labores de gradeo y alisado. Esto mismo puede acontecer en los suelos sueltos, arenosos. El exceso de labores destruye la estructura de los agregados del suelo y posibilita la rápida mineralización de sus contenidos en materia orgánica haciéndoles más susceptibles a la acción erosiva de los vientos.
Desertificación
Según María Nery Urquiza, Cuba está afectada por la desertificación en 14% de su territorio (1 580 996 ha = 117 810 cab), una cifra realmente alarmante. La mayor extensión de desertificación de Cuba se presenta en el sur de la actual provincia de Guantánamo donde se presenta un paisaje típico de desierto. Por otra parte, el ingeniero geológico del CITMA de Camagüey señala que entre las zonas propensas a la desertificación una de ellas es la zona norte, Camagüey-Tuna.
De acuerdo con el Dr. Gilberto J. Cabrera Trimiño del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, con la colaboración de Nery Urquiza y Andrés Fuentes (México, 1997), el 60% del territorio cubano está afectado en diferentes grados, por los procesos que propenden hacia la desertificación y por la sequía: “Once de las catorce provincias del país, además del municipio especial Isla de la Juventud, poseen ecosistemas afectados, amenazados o son sensibles a los efectos degradantes de los factores climáticos y antrópicos”.
De acuerdo al mapa de Degradación de los Suelos (Escala 1:250 000) el 19.56 % de los suelos de Cuba están degradados, el 40.39% medio degradados, el 31.28% poco degradado y solo el 8.67% de los suelos cubanos no están degradados.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en 1990 adoptó la siguiente definición de desertificación:
"Por desertificación/degradación de la tierra se entiende, en el contexto de la evaluación, la degradación de la tierra en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas derivadas de los efectos negativos de actividades humanas. Con arreglo a ese concepto, la tierra incluye el suelo y los recursos hídricos locales, la superficie de tierra y la vegetación o cultivos. La degradación entraña una reducción del potencial de recursos debido a un proceso o combinación de procesos que actúan sobre la tierra. Esos procesos incluyen la erosión hídrica, la erosión eólica y la sedimentación por esos agentes, la reducción a largo plazo de la cantidad o diversidad de vegetación natural, y la salinización o sodificación".
El Granma del 18 de octubre informó que alrededor del 76 % del territorio nacional “está perjudicado por algunos de los procesos conducentes a la desertificación, los cuales se encuentran fundamentalmente en los extremos occidental y oriental, aunque el centro del archipiélago no está exento”. Refiriéndose a lo planteado por la coordinadora del Programa Nacional de Lucha contra la desertificación y la Sequía en Cuba, María Nery Urquiza, Granma aseguró que para la detención del deterioro de los suelos se requieren “cambios en las tecnologías de cultivo, el uso de aguas de mayor calidad, sin influencia salina en el riego, drenaje de los suelos y cambio de las técnicas de irrigación”.
En mi opinión estas medidas que en realidad son necesarias, solo quedarán al nivel de buenas intenciones ya que la estructura socio económica sobre la que se levanta el sistema decadente del castrismo hará prácticamente imposible su implementación con resultados efectivos.
No obstante, el Granma cierra la nota informativa asegurando que más de 300 mil ha (22 mil 354 cab) han sido rehabilitadas en los últimos cinco años, es decir un promedio de 4 470 cab por año, cifra que me permito dudar.
Salinidad
De acuerdo con María Nery Urquiza, la salinidad “(…) es uno de los problemas más críticos que enfrenta la agricultura en Cuba, existiendo un millón de hectáreas salinas o salinizadas, de las cuales se calcula que aproximadamente 300 000 han sido dañadas por el riego con aguas de mala calidad y unas 600 000 ha fueron afectadas por el agua subterránea mineralizada, debido al aumento de áreas bajo riego. Camagüey no escapa de esto y a pesar que los datos computados por los servicios técnicos de la Dirección Provincial de Suelos y Fertilizantes se viene evidenciando un aumento acelerado de este fenómeno fundamentalmente en los macizos costeros del norte y del sur”.
Las prácticas agrícolas incorrectas pueden influir en la salinidad de los suelos. La influencia mayor en este fenómeno es la utilización de agua de baja calidad en el regadío. La calidad del agua de regadío se mide por la combinación de salinidad y el contenido de sodio. La salinidad del agua se evalúa mediante la conductividad eléctrica a 25 grado Celsius. Se considera agua de calidad para el riego toda aquella que su conductividad eléctrica sea menor que 0.75 dS/m (deciSiemens por metro).
Matilde Borroto en un trabajo sobre la degradación de los suelos de La Habana y Pinar del Río anotó: “Estudios recientes de la región Sur de las provincias de La Habana y Pinar del Río demuestran que los suelos y las aguas de riego han aumentado su salinidad, trayendo como consecuencia que cultivos establecidos en y alrededor de la cota a un nivel 10 m, como son los pastos, la caña de azúcar y el arroz, hayan ido mostrando una caída paulatina de su nivel productivo. Este enriquecimiento de sales, unido a un riego no atemperado a las condiciones físico-químicas de los suelos, o a la presencia de un drenaje deficiente, hacen que la vegetación y cultivos se vayan degradando, condicionando sus sistemas biológicos de forma tal que solo sobreviven las especies y variedades más rústicas o tolerante al estrés”.
La Dra. Borroto expuso en un cuadro sobre la salinidad de los suelos de Pinar del Río por área y cultivo que la provincia estaba afectada en 15 438. 64 cab por salinidad en grado moderado y alto.
En muchas de las zonas afectadas por la salinidad, el principal factor actuante ha sido la intrusión salina que consiste en la penetración del agua procedente del mar hacia el subsuelo. En un acuífero costero existe un equilibrio natural entre el agua dulce que fluye hacia el mar y el agua salada marina que penetra parcialmente en forma de cuña apoyada en la base del acuífero. La acción del hombre puede alterar este equilibrio natural por bombeo del agua dulce lo que permite el avance de la cuña salina. Si se extrajera toda el agua dulce, la salada inundaría el acuífero y el resultado sería la salinidad del suelo hasta niveles de alto grado.
El plan de Fidel Castro que pretendía embalsar muchas de las pequeñas corrientes fluviales sin un estudio previo de su impacto en el medio ecológico, privó de la debida defensa a los acuíferos costeros ante la intrusión salina. El resultado fue la afectación de importantes áreas del sur de Guantánamo y Matanzas. Esa fue la locura del programa de la Voluntad Hidráulica del comandante en jefe. Presentados como un logro, el gobierno castrista divulga que en la actualidad se dispone de una capacidad de embalse de 7 485,1 millones de metros cúbicos por la construcción hasta 1989 de 167 presas y micropresas, es decir, más de 7 millones de metros cúbicos de agua que se desviaron de los acuíferos costeros.
Compactación
Aunque no se reportan las áreas compactadas, esta condición está presente en un elevado por ciento de los suelos agrícolas de Cuba. Para la provincia de La Habana, Efrén Jaime Salgado, del Instituto de Geofísica y Astronomía del CITMA, reportó que el 17.4 % de los suelos de ese territorio presentan compactación intensa. En suelos arenosos mal drenados puede presentarse una capa endurecida en el horizonte B con alto contenido de carbonatos y muy alcalina, denominada hard pan, un tipo natural de compactación. En suelos arcillosos la compactación que es la disminución de los poros del suelo se debe principalmente a una incorrecta preparación de los suelos, araduras superficiales que originan la formación de una capa endurecida conocida como piso de arado, laboreo con inadecuada humedad del suelo, o suelos muy húmedos o suelos muy secos, uso de equipos pesados, el exceso de labores principalmente de gradas y alisadores y el no uso periódico de las labores de subsolado. Las consecuencias son encharcamientos por mal drenaje, atmósfera anaeróbica del suelo y baja producción agrícola.
Acidificación
El Instituto de Suelo del Ministerio de la Agricultura ha reportado que 3,4 millones de hectáreas están afectadas por la acidificación en 14 tipos de suelos. En la región occidental la acidificación se presenta en el 25.48% de sus áreas; en la región central, el 29.81% y, el la región oriental, el 9,89%.
La asimilación de los nutrientes que aporta un suelo presenta mejores condiciones cuando los suelos son ligeramente ácidos, es decir, con pH entre 6 y 6.5. Los suelos con bajo contenido de Ca son más susceptibles a la acidificación. El contenido de calcio puede disminuir por la extracción de los cultivos o por las precipitaciones conteniendo gas carbónico que puede disolver la caliza del suelo.
Los fertilizantes pueden incrementar la acidez del suelo. Entre estos de carácter acidóforo se puede citar la urea [CO (NH2)2], el nitrato de amonio (NH4 NO3), el sulfato de amonio [(NH4)2 SO4], el fosfato monoamónico, el cloruro de potasio KCl, el sulfato potásico K2 SO4.
Contaminación de los suelos
El uso masivo de los fertilizantes químicos, de herbicidas de gran poder y pesticidas potentes fue la práctica habitual de lo que constituyó a nivel mundial la Revolución Verde. El uso indiscriminado de todos esos químicos contribuyó a la contaminación de los suelos. La aplicación masiva de fertilizantes de nitratos, en la caña y el cultivo de la papa, sin un control adecuado provocó la contaminación del manto freático por la solución del nitrato. La utilización masiva de herbicidas de alta residualidad y persistencia puede producir acumulaciones tóxicas en el suelo que afectan la fertilidad.
No se cuenta con datos oficiales de los suelos contaminados en Cuba por acumulación de metales pesados, plaguicidas, herbicidas y fertilizantes.
El problema de la contaminación de los suelos que pueda presentarse en Cuba no necesariamente puede culparse al sistema socio económico imperante en el país. Este es un problema a escala mundial.
Conclusiones
El castrismo como sistema político irremisiblemente tendrá que desaparecer algún día y ser sustituido por un sistema democrático que quizá presente deficiencias de formación y la necesidad del reordenamientos social, político y económico. Muchos serán los retos a los que tendrá que afrontar el futuro gobierno que sustituya al gobierno actual. Tendrá que enfrentar el impacto negativo que el castrismo dejara en la conciencia cívica de los cubanos, en la reurbanización y en el medio ecológico.
El gobierno democrático tendrá que reorganizar la economía; resolver la cuestión de la tenencia de la tierra y elaborar una política efectiva de recuperación de los suelos que garantice, junto con el establecimiento de un campesinado libre, el desarrollo de una agricultura progresista y sostenible que asegure el abastecimiento de la mesa de los cubanos. Tendrá que hacer lo imposible por recuperar la destruida industria azucarera, si es que pueda haber algo de rescatable después que la incompetencia gubernamental la llevara al desastre.
El futuro Ministerio de Agricultura podrá contar con un cuerpo técnico calificado en agronomía, edafología y fitomejoradores. Cuba cuenta con especialistas muy calificados en estos temas. Si sus aportes al mejoramiento de la agricultura no son actualmente destacados no es debido a su falta de capacidad profesional sino a las estructuras burocráticas predominantes que limitan sus gestiones.
Los datos que oficialmente se han dado sobre la degradación de los suelos de Cuba, probablemente no abarcan la totalidad de esa degradación. Han sido muchos años de manejo incorrecto de los suelos y de abandono de las prácticas adecuadas de la agronomía. Cumplir los planes establecidos arbitrariamente en la agricultura era lo principal, aunque se reportaran cifras falsas; aunque se violentaran los suelos. El Plan por encima de todo.
Las feraces tierras cubanas ya no son lo que hace cinco décadas atrás. Los suelos sometidos a pésimos laboreos han dado su respuesta; recuperarlos representará un enorme gasto en labores y en capital invertido. Las medidas propuestas para la recuperación de la fertilidad de los suelos se complican en medio de una red burocrática que limitan su acción.
El Ministerio de la Agricultura, en virtud del artículo 109 de la Ley 81 Del Medio Ambiente, es el organismo encargado de dirigir, y controlar la aplicación de las medidas que se establezcan para el mejoramiento de los suelos, y esto en coordinación con el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, el Ministerio de Industria Básica, el Ministerio del Azúcar y otros órganos y organismos competentes no precisados en el instrumento legal. Sin embargo, el artículo 12 de esta Ley convierte al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiento en el rector principal de todo lo relacionado no solo con el medio ambiente sino también de todo el proceso de recuperación de los suelos. Todo un complejo tejido burocráticos en el que se entremezclan responsabilidades y se encumbran instituciones con nombres rutilantes y rimbombantes para recopilar estadísticas y publicar victorias, como siempre ha sido la pauta seguida por todos los organismos que en Cuba han estado relacionado con algún sector de la economía.
En el Granma se divulgarán los logros de la recuperación, la gran mayoría solo cumplidos en papel, mientras que en lo concreto, nuestros suelos continuarán degradándose, salinizándose, erosionándose, compactándose, acidificándose… La ruina de nuestra agricultura, si se mantiene el castrismo una década más en el poder, será espantosa. Cuba estará condenada a convertirse en un erial si antes no se elimina el inepto, criminal y usurpador régimen que los Castro y sus compinches han implantado sobre la tierra del Siboney.