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martes, 26 de octubre de 2010

Dispersión

Lázaro González Valdés

Hasta hoy la tendencia ha sido atacar a quienes critiquen los procedimientos erróneos usados por las asociaciones (dentro o fuera de Cuba) para oponerse a la dictadura del partido comunista (PCC), sin considerar que esa respuesta protege formas de actuar causantes de la dispersión que impide el avance real de la causa de la democracia. Entre esos ataques destacan los manidos “la crítica se lanzó desde un cómodo escritorio en el exilio”, “le hacen el juego al castrismo” o simplemente se ignora lo dicho aplicando la siempre eficaz fórmula del silencio pero la democracia necesita de los debates, aunque sean cáusticos, porque sin ellos muere por desnutrición.
 
La primera causa de la dispersión es la constante fundación o relanzamiento de propuestas generalmente irrealizables por su dependencia del opresor PCC. Estos proyectos se justifican por lo general con la excusa de que la pluralidad de programas es signo de democracia, pero se omite que en Cuba este sistema desapareció de jure y de facto desde 1952.
 
Sobre este fenómeno el periodista Mario J. Viera avizoró desde Cuba en 1998: “La etapa actual se caracteriza por un debilitamiento de las posiciones contestatarias, un discurso político de extremada moderación, y la búsqueda de caminos que no llegan a ninguna parte, y que están totalmente cerrados por la propia armazón jurídica del sistema. (...) la formulación de un sinnúmero de proyectos conciliadores, cuyos objetivos esenciales son coincidentes con la propuesta del Foro Martiano, de Morejón Vitón, que pide a la disidencia interna el no ‘incrementar las contradicciones y los puntos de vista contra la esfera gubernamental" y en su lugar propone ‘aligerarlos o suavizarlos de manera que se reduzcan a un grado mínimo los conflictos y se garanticen iguales posibilidades en la participación del poder político’ (sic) (...) el retomar caminos ya desemprendidos que probaron en su momento ser un rotundo fracaso, como la solicitud a la Asamblea Nacional de un plebiscito (Leonel Morejón Almagro) o la modificación de la Ley Electoral (Proyecto Varela)” (Lea el artículo completo aquí).
 
Lamentablemente doce años después persiste el escenario descrito por Viera, por ejemplo, el 19 de octubre del presente la Fundación para el Cambio Participativo exhortó a “retomar la participación ciudadana en el espacio político oficial, defender la viabilidad de la pequeña y mediana propiedad privada, y promover los cambios necesarios en las partes para unas elecciones democráticas”. Además los fundadores de esta alianza consideran “novedosa” su proposición y según ellos constituye un “un paso de acercamiento a las autoridades” (Lea la propuesta original aquí).
 
Sobre este plan (fracasado en varias ocasiones anteriores) de participar en los presuntos espacios políticos existentes en Cuba para promover cambios y llegar a la celebración de elecciones auténticas a través del arbitrario ordenamiento jurídico impuesto por el PCC, basta con recordar que el Artículo 5 de la Constitución proscribe cualquier partido político excepto el comunista por lo tanto ¿cómo conseguirán sus metas los integrantes de la Fundación para el Cambio Participativo considerando los fracasos anteriores mencionados por el periodista Viera?
 
Teniendo en cuenta el conciliábulo entre el PCC y sectores del catolicismo es válido cuestionar: ¿Habrá también negociaciones ocultas en las que el régimen comunista prevé legalizar aquellos grupos disidentes que acaten las reglas de un juego seudo democrático? La respuesta se sabrá en breve pero a falta de pruebas diré por ahora que esos planes impracticables son producto del desgaste, la desunión y la inmadurez política de sus proponentes.
 
A continuación otros procedimientos y posturas que desde mi punto de vista causan la dispersión de las fuerzas democráticas:
 
-         Cada líder de grupo quiere imponer su propuesta como la fórmula de salvación nacional y por lo tanto tiende a rechazar las de otras organizaciones.
-         Las alianzas carecen de planes efectivos (en ocasiones están fuera de la realidad) y de cronogramas para el cumplimiento de los acuerdos pues no se establecen metas a corto, mediano y largo plazo.
-         Los movimientos unitarios por lo general se efectúan entre grupos afines ideológicamente, lo que es natural en sistemas democráticos pero ilógico en una dictadura totalitaria a la cual le conviene que sus adversarios estén fraccionados.
-         En sentido general el movimiento carece de un medio de prensa eficaz, y no aprovecha al máximo posibilidades tecnológicas como los teléfonos celulares e Internet.
 
Estos problemas se observan en Cuba y en las comunidades de cubanos en países extranjeros. No tendrán solución hasta que los activistas comprendan que la unidad (en igualdad de condiciones, con los mismos derechos y deberes, sin agendas previas ni compromisos de carácter político o económico) para echar del poder al PCC mediante un plan realista y viable sería el primer golpe mortal a la dictadura. Lo contrario es seguir en la dispersión y relanzar fuegos artificiales de esperanzas que se desvanecen rápidamente.

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