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jueves, 28 de octubre de 2010

No hay punto de inflexión en la política castrista

Mario J. Viera



El Granma, en su edición del 28 de octubre ha publicado, bajo un titular de 15 palabras, un fragmento de la intervención del General Raúl Castro durante la clausura del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, celebrado 207 días antes.

Nos preguntamos ¿por qué en estos momentos? No creo en casualidades, con los métodos del castrismo nada ocurre por casualidad. ¿Se trata acaso de un mensaje dirigido a la Unión Europea y a todos aquellos que le piden cambios estructuralmente profundos en lo político y, en especial, en lo económico?

Es posible que sea así, al menos por el siguiente párrafo citado por el Granma:

“… Estamos convencidos de que hay que romper dogmas y asumimos con firmeza y confianza la actualización, ya en marcha, de nuestro modelo económico, con el propósito de sentar las bases de la irreversibilidad y el desarrollo del socialismo cubano, que sabemos constituye la garantía de la independencia  y soberanía nacional…”.

No queda claro a que dogmas se refirió Raúl Castro; porque hay muchos dogmas de su credo político que de ningún modo serán alterados. El dogma del partido único y de la llamada unidad del pueblo en torno suyo no puede variar, sería el fin del sistema. El dogma del internacionalismo proletario, ni contar con su modificación. El dogma de la lucha de clases, es la justificación del socialismo marxista. El dogma de la dictadura del proletariado, ni en sueños, porque es el fundamento de la dictadura castrista sobre el proletariado condición a que ha devenido la clase obrera cubana.
Es también un mensaje a los que creen de buena fe que dentro de la política del régime se ha producido un punto de inflexión. Nada más lejos de la realidad. Bajo el dogma de la independencia y soberanía nacional se plantea como irreversible el sistema. Ningún cambio en el programa irreal del desarrollo del socialismo cubano.

La intención de no cambios profundos queda ratificada en el siguiente párrafo:

“Debemos evitar por apresuramiento o improvisación, tratando de solucionar un problema, causemos otro mayor. En asuntos de envergadura estratégica para la vida de toda la nación no podemos dejarnos conducir por emociones y actuar sin la integralidad requerida”

¿Cuáles son esos “asuntos de envergadura estratégica” supuestamente para la vida de toda la nación? Sencillamente la continuidad en el poder de la elite partidista.

La “liberación” de los presos de conciencia no fue un acto conducido por las emociones. Fue una medida fríamente calculada para acallar las críticas internacionales. Para llevarla a cabo se buscaron un interlocutor neutro a la vez que imponían la condición del destierro para las excarcelaciones. No fue una sincera disposición para el diálogo sino un modo hábil de manipulación de la credibilidad de la Iglesia.

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