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sábado, 23 de julio de 2022

CULTURA ENTRE MURALLAS

 

Mario J. Viera

 


Ayer hice una excursión por las páginas de la edición digital del Granma ─ resistente que es el hígado mío – y me topé con esta magistral pieza de oratoria pronunciada por el insigne secretario general del PCC y laureado presidente de la república macondista de Cuba Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez, el 8 de julio de este 2022. Se trataba del cierre del II Consejo Nacional de la UNEAC, esa corporativa organización de los escritores y artista de Cuba, la alta representación de la cultura nacional, ¡Válgame Dios!

El tema básico de tal encuentro de insignes intelectuales se centró en la “descolonización de la cultura” ¿A estas alturas?; pues sí, porque parece ser que la cultura cubana está bajo los efectos de una colonización cultural; termino este muy del agrado y uso de la izquierda bananera de América Latina, y, ¡Claro está!, en Cuba no se puede omitir la lucha por la “descolonización cultural”.

Pero si hay colonización, tienen que haber colonialistas y esos colonialistas, ¡no faltaba más!, son los Estados Unidos y la Europa Central, pero principalmente los “imperialistas yanquis”; sí porque como explica nuestro eximio presidente, “…el imperio le confiere tanta importancia a la guerra cultural, por eso el asedio, el acoso, el permanente interés por comprar artistas, intelectuales, deportistas, médicos, científicos, en fin, personalidades con reconocimiento social. Para ello se valen de un potente aparato de reproducción ideológica con grandes conglomerados de medios de comunicación, recursos materiales y financieros, que bombardean constantemente ideas, valores y modos de ser”.

Todo ello lo ve Díaz-Canel como una “dolorosa pero innegable certeza” y propone la gran solución: “apelar a una de las armas fundamentales del arsenal político de Fidel: educar al pueblo…” Fidel, siempre Fidel, es que olvidarse al glorioso Fidel, ese que desde México nos trajo la gran insurrección supuestamente liberadora a borde del yate Granma. Granma que nombre tan simbólico y tan bien ajustado al gobierno, que supuestamente preside el compañero Díaz-Canel. Sí porque “granma” quiere decir, traducido del inglés, “abuela”; y no simbólico por la ternura y amor que existe en las abuelas por sus nietos, sino por lo que infiere a lo viejo, y a lo decadente o a la similitud con el cuento de la Caperucita donde el lobo de ojos grandes y colmillos afilados se disfrazó de dulce y tierna abuelita.

Muchas veces me he preguntado por qué Castro no le cambió el nombre a su yate por otro de mayor significado en español. Tal vez por las frustraciones del cuerpo de Voluntarios peninsulares tras el descalabro de 1898, reproducidas en él a partir de las experiencias del padre, un quinto español que combatió contra los mambises en la Guerra del 95. Bueno, son simples elucubraciones mías; pero pudiera ser.

Díaz-Canel se promueve a favor de “fomentar ─ dentro del pueblo ─ una conciencia crítica, un pensamiento crítico que garantice un discernimiento culto de lo que vale y lo que no”.  ¿De verdad cree eso? ¿fomentar un pensamiento crítico? Sí un pensamiento crítico, siempre que no sea en contra del PCC y de su régimen, un pensamiento crítico que no choque contra los postulados de la UNEAC o de los lineamientos del Congreso del PCC sobre la actividad cultural.

Los escritores y artistas inscritos y controlados por la distinguidísima Unión de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC), según lo cree el secretario general del PCC, “tienen la capacidad y la posibilidad de estimular, desde el conocimiento y la sensibilidad artística, el desarrollo de una cultura del debate desde edades escolares tempranas”; más demagógico no se puede ser.

Sin olvidar aquellas imposiciones a la intelectualidad cubana contenidas en aquel discurso de Castro conocido como Palabras a los intelectuales, Díaz-Canel se refiere a la “histórica selectividad de la UNEAC”, una expresión adecuada, claro que la UNEAC ha sido selectiva, discriminando a los artistas y escritores disidentes con opiniones críticas. En junio de 2019 la UNEAC celebró su Noveno Congreso; pero un congreso que además de estar presidido por su presidente Miguel Barnet, en la presidencia de ese congreso estaban también en primer plano Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular; Víctor Gaute, jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del PCC; y Alpidio Alonso, ministro de Cultura.

Uno de los temas: hacer un llamado a la cohesión de los artistas e intelectuales frente a los intentos de los enemigos de dividir al movimiento artístico con cantos de sirena y manipularlo con propósitos subversivos (referencia clara al MSI). ¿Qué méritos tuvo el Noveno Congreso? Según Díaz-Canel, el de haber provocado un debate en torno a los desafíos de la organización corporativa de los escritores y artistas que únicamente reconoce la UNEAC “frente a la ola colonizadora que amenaza con invadir todos los espacios culturales por los canales más sofisticados y diversos”.

Hay que descolonizar la cultura, la que se cree ahora existe, por supuesto no aquella colonización cultural a la que desde 1961 hasta 1990 existía proveniente del imperio soviético, literatura soviética, películas soviéticas, programa de animado infantiles soviéticos.

Los colonizados para el secretario general, no son los sometidos a las directivas del PCC que impulsan los congresos de la UNEAC, a los que venden sus talentos por mesa y cama cómoda sonriéndoles a sus dictadores, son los que se oponen a las mentiras del PCC, los que rechazan una cultura entre murallas, que osan pronunciar la maldecida consigna de “Patria y Vida”. Esto le duele al dictadorcillo y quiere robarse la consigna para poder decir que existe “una militancia con la vida [se refiere al denominado Programa de atención integral a los barrios “no se trata de invadir el barrio ni de intervenirlo], no al lado sino dentro del pueblo

Ahora hay planes, urgentes, imprescindibles. No se puede permitir artistas y escritores contestatarios, como esos del Movimiento San Isidro, tan atrevidos, tan provocadores, o aquellos que escenificaron el 27 de noviembre del 2020 con una sentada frente a la sede del ministerio de Cultura. El gran orador, el sabio dirigente del PCC, lo explica: “Existen un diseño y un programa de trabajo para la descolonización cultural que hemos estado discutiendo (…) Es amplio, abarcador, ambicioso, pero es preciso socializarlo”. Y es preciso que los sometidos, los que se ponen de espaldas al pueblo y adornan las mentiras del régimen, continúen haciendo su labor solapada de confinar a la cultura nacional dentro de las murallas de una ideología fracasada. Donde se levantan murallas cesa el libre movimiento. El talento, el verdadero talento no puede ser encerrado dentro de murallas, siempre será libre

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