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miércoles, 20 de julio de 2022

PORTADORES DE LA LLAMA

 

Mario J. Viera


“Los portadores de la antorcha” es una obra monumental de Anna Hyatt Huntington, donada a Cuba en 1956. Ubicada en el parque donde confluyen las avenidas 20 de Mayo y Ayestarán en La Habana, a pocas cuadras del edificio de la Biblioteca Nacional.


Hay en La Habana un conjunto escultural que siempre me llamó la atención por el simbolismo que representa. Sobre un brioso corcel, un hombre joven que le cabalga, extiende su mano, hacia un anciano tendido en el suelo, para tomar la antorcha que este le alcanza. Aunque el título de esa hermosa obra escultural es “Portadores de la Llama”, yo le veía, y pienso que también así lo concibió su autora, con un significado mayor, el del relevo de las generaciones, el continuar hacia adelante llevando el alto los fuegos de las nuevas ideas,

Las juventudes se imponen. Cada generación porta nuevos valores. Rompe con los moldes viejos y va en continuo afán de progreso; continuadora de la generación anterior, pero inspirada en sus luchas, busca completar las metas que quedaran inconclusas.

Tal es la fuerza latente que existe entre las juventudes, en general, y entre los jóvenes universitarios, en particular, que los regímenes totalitarios siempre han intentado atraerlos con los dulces ideológicos de patria, nación, raza y clase, para así poderles controlar. Es que las juventudes son rebeldes, y esa rebeldía, las dictaduras totalitarias buscan darle cause seguro a sus intereses, vertiendo sobre jóvenes influenciables el néctar ideológico del heroísmo, de la entrega total a la causa y al líder que encarna la grandeza de la patria,

Nota característica de todos los regímenes totalitarios es la intención de crear, por medio de la organización y control de las juventudes, y su indoctrinamiento, un “hombre nuevo” semejante al Übermensch, el superhombre imaginado por Friedrich Nietzsche. Un hombre ciegamente obediente a todas las directivas de la alta dirección del Estado y del partido, capaz de acometer cualquier acción “heroica” necesaria.

Aunque hay jóvenes ancianos, de mentalidad conservadora y espíritu reaccionario, en la juventud, en toda su generalidad, pervive un rebelde. La esencia de la juventud, en general, y de los estudiantes universitarios, en particular, es la inconformidad, la actitud iconoclasta, el rechazo a todo lo impuesto y a todo lo pasado.

Siempre en todo proceso de cambio, el estudiantado, en general, está a la vanguardia, Y esta actitud la explica la socióloga checa Jiřina Šiklová: “Los estudiantes universitarios se sienten más atraídos por valores abstractos como justicia, derecho, patria, nación, que por temas concretos como el aumento de salarios o mejores condiciones para los empleados de alguna empresa. Además, son todos jóvenes y todos se están preparando para su futura carrera. Y como no trabajan, pueden salir a protestar prácticamente en cualquier momento del día”.

En Cuba, en 1933, el régimen autoritario de Gerardo Machado fue abatido por la concertación de dos fuerzas de resistencia, los obreros y el Directorio Estudiantil. En 1952 fueron los estudiantes universitarios los que dieron inicio a la rebeldía en contra del golpe de estado del 10 de marzo de 1952. Fueron jóvenes universitarios los que se sacrificaron en un intento fallido de magnicidio asaltando al Palacio Presidencia el 13 de marzo de 1956, Jóvenes eran los miembros de las células revolucionaria que se enfrentaron y murieron en lucha violenta contra las fuerzas de la dictadura batistiana, la mayoría jóvenes idealistas, no comunistas, que soñaban con un futuro mejor para el país y cuya sangre fuera traicionada por el poder castrista, el de Fidel Castro.

Juventudes universitarias fueron los principales actores de la revuelta en Hungría en contra del régimen comunista; fueron las marchas estudiantiles en Checoeslovaquia las que trazaron la Revolución de Terciopelo.

Ya desde los inicios de la dictadura de Fidel Castro, se veía al movimiento estudiantil y, en especial, a la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) como un potencial centro de resistencia al régimen de gobierno que Castro intentaba implantar. En 1962 se suprimió la autonomía universitaria, una conquista democrática que estaba vigente en Cuba desde la proclamación de la Ley Docente de enero de 1937, aprobada durante el gobierno de Federico Laredo Bru y consolidada en la Constitución de 1940 por los postulados de su artículo 53. El propósito buscado, era el control del estudiantado universitario, lo cual se conseguiría reformando la Federación de Estudiantes Universitarios para convertirla, de hecho, en un apéndice de la UJC.   

El papel que los estudiantes universitarios juegan en el planteamiento y solución de conflictos, es su destacado protagonismo para impulsar los cambios sociales. La captación del movimiento estudiantil debiera ser una de las labores primarias de la resistencia; el rescate de las tradiciones de combate de la FEU y la campaña a favor de la autonomía universitaria.

Hay que ganarse a las juventudes para la resistencia noviolenta. Desde la generación del 61, cuando contingentes juveniles combatieron en los pantanales de Playa Girón, defendiendo una revolución que ya les habían robado y traicionado, han transcurrido cuatro generaciones hasta el 11 de julio de 2021. Un relevo generacional se ha producido, diferente a la ya envejecida generación del 61; son los bisnietos de aquella generación, la generación de los milenios, comprendida entre las edades de 16 y 20 años. Una generación bien distante del año de 1959, del año de 1961 y del 1962. Incluso, distante de los años de la década de los 80, cuando nació en Cuba el movimiento civilista en defensa de los derechos humanos. Ellos son ese joven, representado en la escultura, de Anna Hyatt Huntington, que cabalgando sobre brioso corcel se dispone a retomar de la mano de las generaciones que le precedieron la llama de la resistencia.

Los que ya cargamos con años y arrugas debemos cederles paso a las nuevas generaciones y conformarnos con el papel de consejeros.

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