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domingo, 6 de diciembre de 2020

EL BURO POLITICO DEL PCC ORDENA, Y EL GRANMA, SU VOZ RONCA, RUGE

 Mario J. Viera

 


Se había prometido una entrevista, o un diálogo, si se quiere, de los plantados del 27 de noviembre con el Ministro de Cultura. ¡Claro que se trataba de una promesa!, pero las promesas pueden dejar de cumplirse cuando no se hacen en acatamiento a un acuerdo firmado por las partes interesadas. Por supuesto, un diálogo no es una negociación, es solo como afirma la RAE, una plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos, lo que, semánticamente, es muy diferente de la negociación, es decir, “tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro”.

 

Cualquier tipo de dictadura, y en específico, una totalitaria, no acepta dialogar, solo practica el monólogo, y negociar no existe dentro de su glosario político. Era previsible que el supuesto diálogo jamás se produciría. No es fácil para una dictadura conversar con alguien que le reclama el debido respeto y le señale cara a cara sus errores y sus imposiciones. Ya bastante duro fue el prácticamente monólogo que los del 27 de noviembre le espetaron a la cara al indeciso viceministro de Cultura. El pobre hombre no sabía qué replicar; tenía que cuidarse de la refriega que los “de arriba” le harían si hubiera decidido a ser flexible. Sin embargo, hizo la promesa. El Buró Político del partido, que domina sobre el Estado y la sociedad, tenía que cancelar la tal promesa, pero debía tener, para ello, algo que pudiera ser una plausible negación.

 

Los 30 del 27 de noviembre no eran tan cándidos, como algunos radicalistas los han denominado. Ellos pusieron condiciones para la prometida reunión con el ministro de Cultura. Sabían que todo lo que en aquel encuentro se discutiera podría ser manipulado o tergiversado. Exigieron entonces que, como testigos oculares, estuvieran los medios independientes, no solo los corresponsales de los medios oficialistas. Si se iba al debate, un debate que iría más allá que el simple reclamo por los derechos de libre realización artística, pues no solo debía estar presente el ministro de Cultura, también deberían estar presente el ministro del órgano que dirige la represión, el MININT, y el ministro de Justicia, y, por supuesto, el denominado jefe de Estado, Miguel Díaz-Canel. Esa fue la excusa que necesitaba el Buró Político para cancelar el propuesto diálogo bajo el pretexto de ser condiciones no solo “inaceptables”, sino, además, “insolentes”. Y era de esperarse, tal respuesta. Si accedían a los reclamos del 27 de noviembre, se habría abierto una grieta en el muro del sistema totalitario por donde fluiría la libertad derribando diques, y esto es lo que más teme la dictadura.

 

El Buró Político dio la orden, y su testaferro en la presidencia del gobierno se apresuró a declarar estar abierto al debate, a las conversaciones, sí y solo, si es “por el socialismo y para todo lo que sea por la revolución”, cuando desde todo concepto ideológico, técnico e institucionalmente no hay tal “Revolución” en el poder. La revolución iniciada tras el golpe de estado del 10 de marzo de 1952, de carácter nacionalista, de defensa de los postulados de la Constitución de 1940, de esencia democrático-liberal, comenzó a trocarse en contrarrevolución, desde el primer día de enero de 1959, bajo la dirección de Fidel Castro; desde el mismo momento, cuando Fidel Castro, su hermano Raúl y Ernesto Guevara conspiraban en Tarará en contra del gobierno provisional de Manuel Urrutia y hasta la toma del poder político de

Castro, el 18 de julio de 1959, por medio de un golpe de estado mediático que provocó la renuncia del presidente Urrutia. Ese mismo día fue, cuando la revolución, dejó de ser, para transformarse en un régimen dictatorial de corte fascista.

 

Desde el Granma habló el PCC. Su ronca voz, asustada por la asonada noviolenta del 27 de noviembre, comenzó a proferir insultos y maldecir a Movimiento San Isidro y cocinar un intragable ajiaco de malanga, boniato y yuca, para mezclar el acto de protesta del MSI y la plantada frente al Ministerio de Cultura con algunos actos de vandalismo que, en diferentes ocasiones, desde el pasado año, se venían acometiendo en la isla, casos estos tan diferentes como diferentes son las familias botánicas de los componentes del ajiaco criollo.

 

Uso amplio han hecho de las páginas del Granma, de la televisión y de los blogs oficialistas que manejan agentes conocidos de la Seguridad del Estado para desacreditar los hechos de este mes de noviembre.

 

El régimen acusa a varios cubanos residentes en Estados Unidos de promover actos vandálicos y terroristas en Cuba, entre los que mencionan a  William Cabreras González, Michel Naranjo Riverón, Yoniel Cardoso Freire, conocido por Toniel y miembro del grupo “Clandestino”, Ana Olema Hernández, también identificada por el régimen como miembro de “Clandestinos”; Jorge Luis Fernández Figueras, supuestamente miembro de una organización denominada “Lobos Solitarios”; Iván Leyva Basulto; Jorge Luis Fernández Figueras, Yaser Izquierdo Hernández y Luis Mario Vela Reyes. ¿Hasta dónde son ciertos estos cargos que la dictadura señala a estos individuos? ¡No lo sé!, no conozco a ninguno de ellos, ni siquiera de mentada. Eso le toca investigar al FBI. Lo cierto es, si en verdad estas personas han instigado los actos que se les imputan, nada tienen que ver con los jóvenes del 27 de noviembre. Si “Clandestinos” logró hacer algunas idioteces en Cuba, eso nada tiene que ver con los jóvenes del 27 de noviembre.

 

Entonces para hacer más patente el descrédito de un movimiento pacífico de reclamos legítimos, pretenden presentar a Denís Solís como si fuera un instrumento pagado por Jorge Luis Fernández Figueras con el propósito de que el MSI acometiera actos de desobediencia y provocación. Presentan ante la televisión un vídeo donde Solís lo “confiesa”, un vídeo que pudiera ser de edición manipulada o. algo más cruel, que la Seguridad del Estado hubiera podido quebrar al joven rapero.

 

Siempre ha sido el mismo método empleado por el régimen, hacer acusaciones públicas para desacreditar a sus oponentes, sin concederles el derecho a la réplica dentro de los mismos medios, donde han expresado sus ataques. Acusan, pero no confrontan ideas en un debate abierto y público.

 

Hay una realidad, que la dictadura quiere ocultar con todas estas “denuncias”, que el pueblo ya está dando señales de agotamiento ante tanta retórica de odio, que se está generando en la consciencia social la necesidad del cambio, del ya no más. La dictadura está asustada, teme a la reacción del pueblo, al contagio de viril civilismo que significa la plantada del 27 de noviembre; teme que se reproduzcan actos similares. Si hasta, en cualquier momento, un grupo de estudiantes universitarios pudiera decidirse por una plantada, ante la sede de Ministerio de Educación, exigiendo autonomía universitaria y el derecho a cursar estudios universitarios, para todos, sin la condición excluyente y discriminatoria de la “Universidad solo para ‘revolucionarios’”; pudiera suceder, solo bastaría un estímulo para hacerlo, como pudiera ser la solidaridad con algún o algunos estudiantes universitarios que, acusados de ser desafectos políticos, sean expulsados de los altos estudios.  

 

Los derechos se conquistan con el poder del reclamo de un pueblo organizado en rebeldía noviolenta. Movilización de pueblo por medio del contacto de la oposición con el pueblo, sin mentalidad plattista, con cubanía, con inteligencia y decisión. Y ha de tomar nota la oposición cubana de los últimos acontecimientos. No es ponerse a hacer convocatorias por internet sin antes contar con pueblo, con hombres y mujeres decididos a plantear el reto político. Hay que pensar, hay que organizarse y prepararse como para librar una guerra, una diferente, sin armas, pero como toda guerra hay que elaborar una estrategia y contar con recursos, principalmente humanos. Hoy en Cuba se vive una guerra civil fría que ha sido el gobierno quien la ha declarado.

 

En medio de todas estas confrontaciones que han puesto al régimen a la defensiva, Trump ya va siendo historia, su influencia dentro de los sectores opositores cubanos irá tendiendo a cero, y una nueva administración demócrata asumirá el 20 de enero, que, muy probablemente, no será muy condescendiente con el régimen del PCC, salvo algunas medidas que permitan el envío de remesas y los viajes a Cuba. En tanto, el segundo secretario del Buró Político, Machado Ventura, ha presentado la convocatoria para el VIII Congreso del PCC a ser realizado entre el 16 y 19 de abril del próximo año, bajo el rótulo del “Congreso de la continuidad histórica”. Solo falta algo más de tres meses para la cita, y, en ocasiones, tres meses resultan ser una eternidad, y nadie es capaz de predecir a ciencia cierta si, dentro de ese lapsus de tiempo se produzcan dramáticas transformaciones políticas en Cuba, como tampoco nadie es capaz de predecir si en verdad habrá la misma continuidad de poder en Cuba, después de concluido ese congreso.

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