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viernes, 10 de enero de 2020

Mi amigo Cheo y la transición negociada de Venezuela



Hacía ya cinco largos años que nada sabía de mi viejo amigo Cheo el Cojo. Nada había vuelto a saber de su suerte, parecía como que se hubiera disuelto en el tiempo y el espacio. Así que ustedes podrán imaginar la sorpresa que experimenté cuando ayer, le vi, allí, sentado en una banca a la orilla de la playa, leyendo muy concentradamente un libro que no apartaba de su vista. Muy contento me fui hasta donde él estaba; quería saludarle efusivamente.

Alzó la vista hacia mí y me saludó con un tranquilo “¡Hola!, ¿qué tal?”, como si no hubieran transcurrido varios años sin vernos. Cerró el libro y muy entusiasmado me dijo: “¡Oye, mira siéntate a mi lado...! Estoy leyendo un extraordinario libro... ¡Cuántas enseñanzas están contenidas en su lectura”.

Sonreí, definitivamente, Cheo el Cojo era así; él es así. Para él, es como si el tiempo no existiera. Seguía siendo tan feo como siempre lo fuera, pero con aquel su rostro que se hacía agradable cuando lo iluminaba una de esas, sus alegres y picarescas sonrisas.

A su lado me senté y él me alargó el libro que tan apasionadamente había estado leyendo. ¡Sorpresa! ¡El maravilloso mago de Oz!

─ ¡Oye ─ le dije ─, este es un libro de cuento para niños!

─ ¿Cómo libro de cuentos? ─ casi me lo dijo en un grito ─ ¡No te dejes aturdir por las apariencias! Este es un libro que todos debiéramos leer; si es que tiene más enseñanzas prácticas que las que se han escrito en la Biblia. Ahora mismo, la prensa lo ha publicado, toda la historia contenida en este libro que, tú denominas, demostrando tu ignorancia, “libro de cuento para niños”. ¿Es que no lees los periódicos?

─ ¿En ... la prensa? ─ musité casi sin saber qué decir ─ ¿En qué periódicos ha salido algo referido al Mago de Oz?

─ Mira, en muchos ─ me lo dijo Cheo como sintiendo pena por mí ─. Se publicó en el Diario de las Américas, en el español El Mundo, en NTN24, en el periódico colombiano La Semana, en Radio TV Martí; en muchos, muchos periódicos...

Muy satisfecho, Cheo extrajo su cajetilla de cigarrillos, ahora su marca favorita sería el 305’s. Con parsimonia le dio fuego al cigarrillo. Aspiró y arrojó una bocanada de humo sobre mi rostro. “Tienes que informarte, amigo”, me dijo con aire profesoral.

─ ¡Mira, Cheo, he leído algunos de esos periódicos que tú mencionas y nada he visto referido al cuento de El maravilloso Mago de Oz... ¡Nada! ─ le espeté un poco, ¡no¡, bastante molesto.

Sonrió amablemente Cheo y me dijo: “Tienes que hacer la lectura entre líneas. Cuando lo hagas verás que la noticia se refiere a esa muchachita... ¿Cómo se llama...? ¡Ah, sí!, Dorothy Gale (Oposición Venezuela), y a los zapaticos de “transición negociada” que le regala la Bruja Buena del Norte, Locasta Mike Pompeo. También está, el Espantapájaros que fue puesto para asustar a los cuervos, pero que quiere actuar por sí mismo, con un cerebro para pensar... No quiere seguir siendo hombre de paja; y ¿qué me dices del Hombre de hojalata Padrino López?, que fue un hombre antes, pero que una bruja lo convirtió en un ser de hojalata oxidado. ¿Acaso no está el León cobarde que salió huyendo y que ruge desde el exterior? Allí aparece la Bruja Mala del Oeste (Maduro-Cabello) que gobierna sobre la triste tierra de los Winkies (Venezuela), con el poder que tiene sobre las horrorosas criaturas, de lobos, avispas y cuervos (los colectivos).

¡Hum...! Comencé a entender lo quería dejar claro, mi amigo Cheo. Si, es como el cuento del Mago de Oz, lo que propuso el secretario de Estado, Mike Pompeo de que, en este 2020, se necesita llegar a una “transición negociada” en Venezuela; una nueva negociación entre el madurismo y la dividida oposición; una negociación para poder celebrar con resultados creíbles las elecciones parlamentarias, previstas en 2020, y unas presidenciales anticipadas. Y dijo Trump, en declaraciones a la prensa, tratando de captarse los votos del León cobarde: “Tenemos una buena estrategia. Estamos ayudando a la gente, creo que estamos haciendo un buen trabajo. Veremos lo que pasa. Manténganse conectados”.

Arrojó lejos el cabito del cigarrillo que había estado fumando. Bostezó, se levantó y con una “¡Chao!” se despidió de mí.

─ ¡He, Cheo, que dejas tu libro...! ─ le grité cuando se alejaba.

Cheo se encogió de hombros y con una sonrisa me contestó antes de alejarse: “¡Ahí te lo dejo, es tuyo, te lo regalo, para que puedas aprender algo...!

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