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viernes, 3 de enero de 2020

Irán-Irak. Los acontecimientos. Orígenes. (Reportes de diferentes medio de prensa)




(6/29/2003) Entre los poderosos ayatolas barbudos que han emergido en el Irak de la posguerra Sayed Mohamed Baqer Al Hakim es uno de los que mayor protagonismo ha tenido. No se trata del único líder religioso de los chiitas musulmanes en Irak, pero sí de uno de los más influyentes.
Dentro del mundo musulmán Al-Hakim es muy respetado y su poder no es nada despreciable, ya que los chiitas constituyen el 60 por ciento de la población iraquí y guardan rencores contra el régimen de Hussein y el partido Baath. El ayatola iraquí, en particular, desciende de clérigos chiitas musulmanes tradicionalmente opuestos a Hussein, un sunita de tendencia más bien laica.
Al Hakim es la cabeza del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak, CSRI, un grupo de carácter religioso que, a pesar de haber moderado su discurso, tiene una clara inspiración fundamentalista, como su nombre lo indica, y para muchos analistas su rama política era el grupo de oposición en el exilio mejor organizado. Al Hakim vivió exiliado los últimos 23 años en Irán y el CSRI tiene fuertes vínculos con la teocracia que gobierna ese país (otro miembro del "eje del mal" de la administración Bush). Cuando el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, advirtió que cualquier intento por parte de Teherán de reproducir sus estructuras en el Irak pos Hussein sería combatido agresivamente uno de los destinatarios obvios del mensaje era el CSRI.
Además de su influencia religiosa, gran parte de la preocupación de Washington hacia el CSRI viene de su poderío militar. Aunque las autoridades de ocupación ya han comenzado a desarmar a las diferentes milicias, Al-Hakim contaba, al final de la guerra, con un ejército de entre 10.000 y 20.000 hombres armados por el gobierno de Teherán y entrenados por su guardia revolucionaria. Durante la guerra, el gobierno norteamericano le advirtió al ayatola, así como lo hizo con el gobierno de Irán, abstenerse de entrar en Irak.


(09.12.2017) El primer ministro iraquí, Haider al Abadí, anunció este sábado (09.12.2017) que el Ejército de Irak se ha hecho con el control de toda la frontera con Siria, el último reducto que el grupo terrorista Estado Islámico mantenía en el país.
"Nuestras fuerzas se han hecho con el control total de las fronteras con Siria", aseguró Al Abdadi en una comparecencia ante los medios en Bagdad. El primer ministro agregó: "La victoria fue lograda gracias a la unidad de todos los iraquíes en la lucha contra un enemigo que no pensaba que veríamos este día".
Por su parte, el subcomandante de las fuerzas iraquíes conjuntas Abdelamir Yarala, anunció el final de la guerra contra el grupo terrorista Estado Islámico tras la recuperación de los últimos territorios que los yihadistas controlaban junto a la frontera siria, en las provincias occidentales de Nínive y Al Anbar. "Se ha consumado la liberación de todos los territorios de Irak de las bandas de Daesh (acrónimo en árabe del EI) y nuestras fuerzas controlan las fronteras entre Irak y Siria desde el paso fronterizo de Al Walid, hasta el de Rabia", dijo Yarala en un comunicado.

(25 DIC 2017) Tras la guerra contra el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), el primer ministro de Irak, Haider al Abadí, se enfrenta ahora al reto de meter el genio de las milicias dentro de la botella del control estatal. Nadie cuestiona la ayuda que las Unidades de Movilización Popular (UMP), o Fuerzas de Movilización Popular, han prestado al Ejército y las fuerzas antiterroristas en la recuperación del territorio. Sin embargo, concluida esa misión, no hay unanimidad sobre el futuro de dichos grupos, algunos de los cuales han adquirido enorme poder e influencia política. Al Abadí intenta transformar sus lealtades partidistas en nacionales.
“El Gobierno está trabajando para organizar las UMP de acuerdo con el marco legal del Estado y poner todas las armas bajo el control de este”, anunció Al Abadí el pasado 15 de diciembre. Poco antes, había recibido el espaldarazo del gran ayatolá Ali Sistani, la máxima autoridad religiosa de los chiíes de Irak. A través de su portavoz, Sistani había aconsejado “la integración de los voluntarios” para que “no sean explotados con objetivos políticos”. Las palabras del clérigo son importantes porque fue un edicto religioso suyo el que dio lugar a la formación de las milicias.
A principios de junio de 2014, cuando el ISIS llegó hasta apenas 60 kilómetros de Bagdad, Sistani emitió una fetua instando a los iraquíes a tomar las armas para frenar el avance de los extremistas. Miles de ciudadanos se presentaron voluntarios, pero en lugar de unirse a un Ejército que estaba en entredicho por la desbandada de sus soldados, se organizaron en milicias, la mayoría asociadas con grupos políticos chiíes y financiadas por Irán. Aunque fueron clave para dar la vuelta al sentimiento de impotencia inicial, los excesos de algunos de sus miembros en las regiones liberadas las convirtieron en un arma de doble filo que amenazaba con agravar la brecha sectaria.
En un primer intento de poner orden a la proliferación de grupos, Al Abadí, que es también el comandante jefe de las Fuerzas Armadas de Irak, convirtió las milicias en parte integrante de los cuerpos de defensa del país a finales de 2016, sin precisar su cometido. El Estado se hizo cargo de los sueldos de sus miembros, que en la actualidad suman 120.000 efectivos. Aunque nominalmente pasaron a obedecerle, nunca han sido una unidad estructurada.
Los dirigentes de las milicias más poderosas se muestran renuentes a perder la influencia que han alcanzado, e incluso en algún caso han llegado a decir que no obedecerán las órdenes del Gobierno iraquí. Más allá de la resistencia política a la disolución de las milicias, el problema es que no hay alternativas de empleo para sus miembros. De ahí que Al Abadí esté intentando que las distintas facciones acepten integrarse de manera más formal en las estructuras de la defensa nacional.

(14.09.2018) Al-Abadí, líder del Partido Islámico Dawa, fue elegido como primer ministro en septiembre de 2014, y se había desempeñado previamente como ministro de Comunicaciones entre 2003 y 2004, en el primer mandato después de Saddam Hussein. “Respetamos y obedecemos las instrucciones de la autoridad religiosa, el ayatolá Ali al-Sistani. No solicité ni solicitaré el puesto de primer ministro en un segundo periodo”, declaró al-Abadí en una rueda de prensa en Bagdad.
El primer ministro pidió que el cambio de gobierno se lleve a cabo en términos pacíficos, sin enfrentamientos armados. “Nuestro trabajo por el pueblo [iraquí] continuará hasta que el nuevo gobierno sea establecido. Le daremos a todos, una lección sobre cómo hacer un cambio gubernamental de manera pacífica”. Este lunes, el ayatolá Ali al-Sistani anunció que no apoyaría ni al actual primer ministro ni al anterior, Nuri al-Maliki, para liderar el próximo gobierno iraquí.

(26/05/2019) El ministro de relaciones exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, hizo un llamado a los países europeos para que aumenten sus esfuerzos para preservar el pacto nuclear firmado en 2015 y del cual se retiró Estados Unidos en 2018. Javad Zarif añadió que su país se defenderá de cualquier agresión militar o económica.
En esta región, del Golfo Pérsico el Gobierno de Donald Trump es un firme aliado de Arabia Saudita, histórico rival de Irán. Pero en Irak, donde el gobierno representa a las mayorías chiitas del país, la misma corriente del islam que predominan en Irán, las cercanías con su vecino son evidentes.
Este domingo 26 de mayo, en medio del encuentro bilateral de los ministros de exteriores de Irán e Irak en Bagdad, el canciller iraquí sentenció con contundencia: "Estamos diciendo muy clara y honestamente que nos oponemos a las acciones unilaterales tomadas por Estados Unidos. Estamos con la República de Irán en esa posición”, afirmó Mohammed al-Hakim. El ministro de Relaciones Exteriores iraquí añadió que no cree que un "bloqueo económico" contra Irán sea fructífero.
La fuerza militar y política de las milicias pro iraníes en Irak no ha cesado de crecer desde diciembre de 2011, cuando concluyó la retirada de las fuerzas de EEUU que habían participado en la catastrófica aventura de 2003.
Después, en 2014, cuando Irak tuvo que hacer frente a la ofensiva del Estado Islámico, Irán multiplicó su asistencia y apadrinó la creación de las llamadas Fuerzas de Movilización Popular (PMF), que agrupan a decenas de estas facciones - Hezbolá incluido- y actualmente contabilizan a cerca de 140.000 uniformados equipados con tanques, artillería y armamento de todo tipo.
Los tres principales grupos - Hezbolá, Asaib Ahl al Haq y Badr- poseen además de una nutrida representación parlamentaria que les ha permitido acumular el control de ministerios y marcar de forma significativa la actuación del primer ministro, al tiempo que han establecido una sólida presencia en negocios como el cobro de tasas en las fronteras, algunos puertos o en controles de carretera.
El personaje clave de todo este entramado es Abu Mahdi Al Muhandis, un militante vinculado a Irán desde la década de los 80 -fue condenado a muerte en Kuwait por participar en los atentados contra la embajada de EEUU y Francia que dejaron cinco muertos-, que fue elegido parlamentario en 2005 y llegó a ser asesor del primer ministro iraquí Ibrahim Jaafari. Cuando los estadounidenses hicieron pública su supuesta relación con el sangriento suceso de Kuwait, durante el gobierno de Nuri al Maliki, Muhandis se refugió en Irán donde asumió la dirección de Hizbulá Irak. Ahora se desempeña como 'número dos' de las PMF.
El pasado mes de septiembre, los medios locales iraquíes difundieron una orden firmada por este conocido militante, que instaba a la creación de una fuerza aérea propia de esta nebulosa de milicias al margen de la aviación iraquí. Según estas mismas informaciones, Muhandis habría viajado en agosto a Teherán junto a Qais al-Khazali, líder de Asaib ahl al-Haq, para solicitar el suministro de misiles antiaéreos que permitieran defender sus bases. La iniciativa del jefe de filas de Hizbulá se produjo precisamente después de que las instalaciones de varias de estas agrupaciones paramilitares fueran atacadas en otoño, unos bombardeos que los propios responsables de las milicias atribuyeron a Israel en colaboración con EEU.

(4 de octubre de 2019) El número de muertos en las protestas de los últimos cuatro días para pedir más servicios básicos en Irak se elevó a cuarenta y el de heridos a casi 1,650, mientras se espera que los actos se intensifiquen tras el rezo musulmán de los viernes.
Las manifestaciones iniciadas el martes para pedir mejores servicios como acceso a la electricidad y agua potable, y contra la corrupción y el desempleo se saldan ya con cuarenta muertos, entre ellos tres miembros de las fuerzas de seguridad, informó el integrante de la gubernamental Comisión de Derechos Humanos de Irak Ali al Bayati.

(29 de noviembre de 2019) El primer ministro de Irak, Adel Abdel Mahdi, anunció hoy que presentará su dimisión al Parlamento, después de una de las jornadas de protestas más violentas en el país, que están a punto de entrar en su segundo mes. Según el último recuento de ese órgano, la mayor parte de los fallecimientos, diecisiete, se registraron en la provincia meridional de Di Qar, al tiempo que los 1,648 heridos incluyen a 359 efectivos de las fuerzas de seguridad.
Pese al toque de queda en vigor desde ayer por la mañana en Bagdad y otras tres regiones, y las restricciones al acceso a internet, esta mañana se registran protestas en al menos cinco puntos distintos de la capital y se prevé que se intensifiquen después del mediodía.
Las protestas dieron comienzo a principios de semana y fueron convocadas en las redes sociales por los ciudadanos, que tanto en Internet como en las calles exigen mejores servicios públicos, como agua y electricidad, más oportunidades de trabajo y el fin de la corrupción. También han dirigido su rabia contra el Gobierno del primer ministro Adel Abdel Mahdi, formado hace un año con un perfil tecnócrata para hacer frente a los acuciantes problemas económicos que sufre Irak tras años de conflicto armado y mala gestión de los recursos naturales.

(29 de diciembre de 2019) Estados Unidos bombardeó a milicianos en Irak y Siria a los que responsabiliza de un ataque con cohetes en el que murió un contratista estadounidense, dijo el domingo un portavoz del Departamento de Defensa. Las fuerzas estadounidenses llevaron a cabo “ataques defensivos de precisión” contra cinco sitios de Kataeb Hezbollah, las Brigadas de Hezbollah, un grupo miliciano iraquí respaldado por Irán, dijo el vocero Jonathan Hoffman en un comunicado. Estados Unidos culpa a esta milicia de un ataque con cohetes el viernes en el que murió un contratista de defensa estadounidense en un complejo militar cerca de Kirkuk, en el norte de Irak. Las autoridades dijeron que los agresores lanzaron hasta 30 cohetes.
Los aviones estadounidenses golpearon tres sitios de la milicia en Irak y dos en Siria, incluyendo depósitos de armas y las bases de mando y control. Cazas F-15 Strike Eagles de la Fuerza Aérea efectuaron los ataques, dijo un funcionario estadounidense que no estaba autorizado para dar detalles. En las instalaciones de almacenamiento de armas se escucharon explosiones secundarias significativas. El domingo en la noche, los estadounidenses bombardearon tres veces la sede de las Brigadas de Hezbollah en la frontera entre Irak y Siria, matando a cuatro milicianos, indicó el Comando de Operaciones Conjuntas de Irak.
Las Brigadas de Hezbollah de Irak, una fuerza distinta al grupo libanés Hezbollah, operan dentro del grupo de milicias respaldadas por el Estado, llamadas Fuerzas de Movilización Popular. Estas fuerzas indicaron el domingo que en los bombardeos estadounidenses murieron al menos 19 de los miembros de Kataeb Hezbollah. Las brigadas son encabezadas por Abu Mahdi al-Muhandis, uno de los hombres más poderosos de Irak. Solía combatir a las tropas estadounidenses y ahora es subjefe de las Fuerzas de Movilización Popular.

(31 de diciembre de 2019) Enfurecidos por los letales bombardeos contra una milicia respaldada por Irán, decenas de milicianos chiíes iraquíes y sus partidarios irrumpieron el martes en el complejo de la embajada de Estados Unidos en Bagdad, donde rompieron una puerta principal y prendieron fuego a un área de recepción, en uno de los peores ataques contra la embajada en la memoria reciente. Los guardias estadounidenses lanzaron gas lacrimógeno y se podían ver columnas de humo elevándose desde los terrenos de la embajada.
Un reportero de The Associated Press en el lugar vio llamas que salían del interior del complejo y soldados estadounidenses en el techo del edificio principal de la embajada apuntando con sus armas a los manifestantes.
Un hombre en un altavoz instó a la multitud a no entrar al complejo, y dijo: "El mensaje fue entregado". No hubo informes de víctimas. El Departamento de Estado dijo que todo el personal estadounidense estaba a salvo y que no se planeaba evacuar la embajada. El gobierno contemplaba enviar más tropas para proteger el complejo.
La incursión se dio tras los ataques aéreos estadounidenses del domingo que mataron a 25 combatientes de la milicia iraquí Kataeb Hezbollah, la cual es respaldada por Irán. El ejército estadounidense dijo que los ataques fueron en represalia por la muerte de un contratista estadounidense la semana pasada en un ataque con cohetes contra una base militar iraquí que Estados Unidos atribuyó a la milicia.
El presidente Donald Trump culpó a Irán por el ataque contra la embajada y pidió a Irak que proteja la misión diplomática.
"Irán mató a un contratista estadounidense e hirió a muchos. Respondimos enérgicamente, y siempre lo haremos. Ahora Irán está orquestando un ataque contra la embajada de Estados Unidos en Irak. Se les hará completamente responsables. Además, esperamos que Irak use sus fuerzas para proteger la embajada, y así se le ha notificado", tuiteó el mandatario desde su propiedad en Palm Beach, Florida.
Al anochecer, los manifestantes se habían retirado del complejo, pero instalaron varias tiendas de campaña afuera, donde dijeron que tenían la intención de organizar una sentada. Decenas de banderas amarillas pertenecientes a milicias chiíes respaldadas por Irán ondeaban sobre el área de recepción y estaban pegadas a lo largo del muro de hormigón de la embajada junto con grafitis antiestadounidenses. Helicópteros Apache estadounidenses sobrevolaron el área y arrojaron bengalas.
Los acontecimientos representan un gran revés para las relaciones entre Estados Unidos e Irak, que podrían socavar aún más la influencia estadounidense en la región, y debilitar a Washington en su campaña de presión contra Irán.

Irak ha luchado durante mucho tiempo para equilibrar sus lazos con Estados Unidos e Irán, ambos aliados del gobierno iraquí. Pero la molestia del gobierno iraquí por los ataques aéreos de Estados Unidos, y su aparente decisión de no evitar que los manifestantes llegaran a la embajada, indican un fuerte deterioro de las relaciones entre ambos países. Las fuerzas de seguridad iraquíes no hicieron ningún intento de detener a los manifestantes mientras marchaban hacia la llamada Zona Verde después de un funeral para los fallecidos en los ataques aéreos. A los manifestantes se les permitió pasar por un punto de control de seguridad que conduce al área, la cual está fuertemente resguardada.
Los manifestantes, muchos de ellos con uniformes de la milicia, gritaban "Abajo Estados Unidos", "Muerte a América" y "Muerte a Israel" afuera del complejo, arrojando agua y piedras sobre sus paredes. La multitud incendió tres remolques utilizados por los guardias de seguridad a lo largo del muro. Los periodistas de AP vieron algunos intentos de escalar las paredes. Otros rompieron las puertas del acceso para los automóviles, y decenas entraron en el recinto. Los manifestantes se detuvieron en un corredor después de unos 5 metros (16 pies) y se encontraban a solo unos 200 metros del edificio principal.
"Esta es una victoria en represalia por el bombardeo estadounidense. Esta es la represalia inicial; si Dios quiere, habrá más", dijo Mahmoud, un combatiente de las Brigadas Imán Alí.

(01/01/2020) Tras más de 24 horas de asedio a la Embajada de Estados Unidos en Bagdad, los seguidores y miembros de la milicia proiraní Fuerzas de Movilización Popular, integrada principalmente por chiís, decidieron retirarse poniendo fin a una escalada de tensión entre Irán y Estados Unidos tras el ataque, el pasado domingo, por parte del Ejército estadounidense de posiciones de la milicia en territorio de Irak y Siria. Según la agencia Efe, una fuente del Ministerio del Interior iraquí aseguró que los manifestantes empezaron a abandonar las inmediaciones de la legación diplomática después de que las Fuerzas de Movilización Popular pidieran a sus simpatizantes que acabaran con la protesta "por respeto a la decisión del Gobierno iraquí, que así lo ordenó, y para preservar el prestigio del Estado".
La fuente, que pidió mantener el anonimato, aseguró que las pocas personas que quedaban frente a la embajada se encontraban desmontando las tiendas de campaña que levantaron el martes, cuando amenazaron con permanecer en ese lugar de forma indefinida para protestar por los ataques de EEUU, que se saldaron con la muerte de 25 miembros del grupo paramilitar.
El presidente iraquí, Barham Saleh, denunció la noche del martes el asalto a la legación y consideró que suponía "un duro golpe para los intereses del país", mientras que el primer ministro, Abdel Abdul Mahdi, prometió que cualquier ataque a las embajadas y representaciones extranjeras sería evitado y castigado de forma severa.
No obstante, Mahdi no se libró de la reprimenda del presidente de EEUU, Donald Trump, quien en una llamada telefónica le recordó la "necesidad de proteger al personal e instalaciones estadounidenses en Irak". Al mismo tiempo, el secretario de Defensa de EEUU, Mark Esper, anunció el envío de "fuerzas adicionales" para apoyar al personal de la embajada en Irak. Asimismo, Trump acusó a Irán de estar involucrado en el asalto y le advirtió respecto a cualquier error de cálculo y acto imprudente que pudiera cometer. "Pagará un alto precio. Esto no es una advertencia, es una amenaza", tuiteó el mandatario estadounidense.
El portavoz del Ministerio iraní de Exteriores, Abas Musaví, rechazó las acusaciones y consideró que se trataban de un "insulto" a la gente de Irak. "¡Cómo y de acuerdo a qué lógica esperan que Irak permanezca en silencio contra todos estos crímenes!", añadió, en referencia al bombardeo estadounidense en territorio iraquí del domingo pasado. El portavoz iraní aconsejó a las autoridades estadounidenses no olvidar que los iraquís todavía los consideran "ocupantes" y les instó a reconsiderar sus "políticas destructivas" en la región.

El general Qasem Soleimani forjó su reputación de hombre aguerrido durante los ocho años que duró la sangrienta guerra entre Irán e Irak, en la década de 1980, cuando comandó una de las divisiones del Ejército iraní. Décadas más tarde, se hizo visible por el destacado papel que tuvo durante la reciente guerra contra el autodenominado Estado Islámico en Irak y Siria, tras la cual Teherán ha logrado ampliar su peso y su red de influencias en la región.
Soleimani era desde hace más de dos décadas comandante del grupo élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán. Esa organización es la responsable de las acciones militares encubiertas de las fuerzas iraníes en el extranjero. Desde esa posición, fue el responsable de los lazos tejidos por Teherán con la milicia libanesa de Hezbolá y con grupos palestinos como Hamás.
A este general iraní se le atribuye haber definido la estrategia que ayudó al presidente Bashar al Asad a cambiar el curso de la guerra contra las fuerzas rebeldes en Siria, al mismo tiempo que tomaba el control de las milicias chiitas en Irak, que recibían apoyo y entrenamiento de Irán. Además, fue una pieza clave en la guerra contra el autodenominado Estado Islámico (EI) en Irak y Siria ya que la presencia en el terreno de las milicias entrenadas por Irán -a través de las fuerzas comandadas por Soleimani- fue fundamental para la derrota del EI.
En la guerra de Irak, la fuerza Quds fue la responsable de armar y entrenar a las milicias chiitas que se encargaron de combatir a EI no desde el aire sino sobre el terreno. En manos de esos grupos, influenciados por Teherán, reposa ahora gran parte de la seguridad y estabilidad de Irak.

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