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miércoles, 14 de agosto de 2013

¿Cuándo perdimos la brújula?


David Samaniego Torres. EL UNIVERSO

Cristina García Rodero: Caminos de lluvia, Cuba 2007. Centro de Arte Alcobendas
Leí hace unos días las declaraciones de Raúl Castro Ruz, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba; estas son sus palabras: “Hemos percibido con dolor, a lo largo de más de 20 años de periodo especial, el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los demás. Así, una parte de la sociedad ha pasado a ver normal el robo al Estado. Se propagaron con relativa impunidad las construcciones ilegales, la ocupación no autorizada de viviendas, la comercialización ilícita de bienes y servicios, el incumplimiento de los horarios en los centros laborales, el acaparamiento de productos deficitarios y su reventa a precios superiores, la participación en juegos al margen de la ley, la aceptación de sobornos y prebendas, el asedio al turista” (Sin tapujos, Eugenio Lloret O, El Tiempo, Cuenca, 01-08-2013).

-El camino hacia el buen vivir, en toda sociedad que se precie, se construye desde una sólida base de resoluciones de la colectividad que, en uso de sus derechos, prefiere ciertos principios y lineamientos a otros. Una vez encontrado ese ‘código’ –término significativo de fácil comprensión– los responsables de la conducción de una sociedad, están obligados a hacer uso de las mejores estrategias para que dicho ‘código’ se haga realidad y que verdaderamente conduzca al buen vivir. Cuando esto no sucede es imperioso volver a las fuentes y orígenes de la comunidad y reafirmar o reformar los principios y valores en vigencia.

-Un gobernante tiene en sus manos una misión de enorme trascendencia: sus aciertos pueden producir paz, felicidad y progreso; sus desaciertos pueden conducir a la disolución, a la pérdida de horizontes, a la destrucción. Conducir un país anclado en aplausos, buenos deseos, lisonjas, obras materiales, mayorías irrefutables, sueños y algo más, no es, necesariamente, presagio de progreso y buen vivir.

-Aquí calzan como anillo al dedo las declaraciones de Raúl Castro, arriba mencionadas. Los regímenes totalitarios suelen ocultar falencias y sobredimensionar aciertos. Esta vez el hermano de Fidel, Raúl, toma al toro por los cuernos y destapa a sus compatriotas, a los militantes de su partido y al mundo una epidemia moral de graves consecuencias que azota al pueblo cubano. Él no se explica cuándo ni cómo se originó el flagelo, pero sabe que la descomposición moral, en diversos estratos de la vida social y personal, es una lacra que debe borrarse porque ennegrece los anhelos de la revolución.

-Dicen que la conciencia humana es testigo, fiscal y juez de sus propios comportamientos. Si la conciencia carece de un patrón que se apegue a los valores que la humanidad los ha decantado y etiquetado a lo largo de los milenios tras probar su bondad, entonces bien puede darse un caminar hacia el vacío, carentes de brújula y de un destino. ¿Conservamos aún la brújula?

 

Un derecho no es lo que alguien te debe dar. Un derecho es lo que nadie te debe quitar

(A. E. Roosevelt).

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