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sábado, 16 de febrero de 2013

Cadenas para romper cadenas


Editorial de ANALITICA. com

Los sucesos de este jueves 14 de febrero frente a la embajada cubana en Caracas, demuestran algunas verdades venezolanas de primerísima importancia. Una, para empezar por alguna, que ni guardias nacionales ni policías nacionales parecen entender ni participar en el derecho de los ciudadanos a manifestar en las calles. No sólo la dura represión contra los estudiantes, sino las agresiones contra periodistas y fotógrafos de prensa, incluyendo golpes y rotura de equipos, muestran a unas tropas que, desde hace ya demasiados años, han estado mostrando sus peores caras al mismo pueblo venezolano al cual muy poco parecen defender cuando de delincuencia violenta y armada se trata.

 Otra, que los representantes de Cuba mucho menos comprenden que hay derechos ciudadanos y que recibir un documento de los estudiantes no pone en riesgo la estabilidad férrea y sin derechos a la cual el gobierno de los hermanos Castro y su estructura policial y militar han sometido a su pueblo desde hace 54 años; ni siquiera comprende esta Cuba en cuyas limitaciones y secretos tan abrumadoramente se han confiado el Presidente Hugo Chávez y el chavismo, que a pesar de esa riesgosa confianza de un grupo, en Venezuela los ciudadanos tienen opinión y derecho a ser consultados; y que sobre las complacencias a Cuba no se les ha preguntado qué piensan ─ excepto en las encuestas, en la cuales venezolanos de todas las tendencias coinciden una y otra vez, mayoritariamente, en no querer para este país el asfixiante silencio castrocubano.

 Una verdad mucho más esplendorosa mostrada este jueves, es que Venezuela sigue teniendo un vigoroso y valiente sector estudiantil consciente no sólo de sus derechos democráticos, sino también de sus deberes y de un inderrotable espíritu de compromiso y de participación. Los estudiantes se encadenaron frente a la sombría representación de la dictadura cubana y no se dejaron amilanar ni por la furia militar y policial, ni por temor alguno. Levantaron sus cadenas de compromiso y libertad en poderosa invitación a romper las cadenas infames que inmovilizan la libertad y los derechos de los pueblos.

 Mientras tengamos a esa juventud, Venezuela es un pueblo con esperanza poderosa y futuro extraordinario.

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