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sábado, 16 de febrero de 2013

El ilegítimo


Alexis Alzuru. ULTIMAS NOTICIAS
La conexión entre el líder y el pueblo no la decreta un Tribunal Supremo o un parlamento. Su fortaleza depende de su popularidad. Incluso, el reconocimiento de un presidente electo depende del valor que sus palabras, acciones y gestos adquieran para los votantes. En sociedades democráticas, la admiración que suscitan los jefes de gobiernos explica su permanencia en el poder.

Cuando pierden esa legitimidad, los presidentes renuncian. Pues su autoridad política es lo que produce obediencia. Por eso, legitimidad significa que un gobernante reúne el prestigio que necesita para superar los conflictos, apaciguar ánimos o pedir sacrificios. La palabra refiere al proceso mediante el cual un líder se gana el respeto de los ciudadanos en lugar de ser su hazme reír. Una evolución que depende de sus capacidades, inteligencia y virtudes. Por cierto, la legitimidad es una condición que los dirigentes conquistan día a día.

Respeto y consideración social son la base de la legitimidad. Estos elementos son los soportes del liderazgo antes que el temor, las amenazas o el número de militares que adulen. Así esos militares sean cubanos o procubanos. A esa camisa de fuerza moral no escapan los dirigentes nacionales. Basta comparar el caso de N. Maduro con el de Hugo Chávez. Los dos ejercen la Presidencia, pero un océano de autoridad los separa. Sobre todo, N. Maduro ha demostrado que la reputación se puede convertir en sal y agua en horas. La resistencia en contra de su gobierno y candidatura es feroz en el chavismo. ¿Alguien lo toma en serio en el Psuv?

La autoridad política de Maduro la deciden los ciudadanos. Con razón, militares y electores chavistas ahora se preguntan: ¿acaso este recién designado, que ni en su partido lo quieren, podrá explicar por qué los trabajadores serán 50% más pobres que días atrás? ¿Podrá serenar la rabia del pueblo o las tensiones se saldrán del cauce por completo? ¿Cómo calmará tanta furia acumulada si todos han visto que tartamudea y confunde palabras? ¿Este funcionario será quien dé la cara a las familias de las casi doscientas víctimas asesinadas en lo que va de febrero? N. Maduro corre de Caracas a La Habana, pero ni siquiera así conseguirá la autoridad que necesita para pedir calma y más sacrificios a los venezolanos.

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