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miércoles, 3 de agosto de 2011

Opiniones sobre el artículo de Nicolás Pérez, “La deuda y el segundo OK Corral”

Mario J. Viera.
 


Tres angustiosas preguntas se plantea Nicolás Pérez desde el inicio de su artículo de opinión publicado en EL NUEVO HERALD “La deuda y el segundo OK Corral”: Me hago tres preguntas: cuando Ronald Reagan elevó esa deuda nueve veces, ¿dónde estaba la extrema derecha que no le exigió austeridad? ¿Pueden los demócratas en un momento de crisis seguir despilfarrando el dinero de todos los contribuyentes en ayuda social? ¿Y dónde está el “capitalismo compasivo” de un grupo de legisladores republicanos que con el país cayéndose en pedazos no quieren subir los impuestos de las petroleras?
Le faltó incluir lo que anota Hugo Baldasano que “los republicanos votaron hasta 5 veces a favor de aumentar el límite de la deuda bajo el anterior gobierno de Bush”. Agregando: “Antes de 2002, este límite se situaba en 5,95 billones de dólares y al acabar la legislatura llegó a los 9,815 billones, casi 4 billones más. Pero ahora se han plantado en seco ante Obama, con declaraciones como ésta:
Sin recortes importantes en el gasto y reformas para reducir nuestra deuda no habrá incremento del límite de la deuda [...] Deberíamos estar hablando de recortar billones, no sólo miles de millones.”
La página digital www.asbanc.com.pe hizo notar “que durante la administración de George W. Bush la deuda nacional aumentó en US$ 4.971 billones, mientras que en lo que va del mandato de Barack Obama subió en US$ 3.643 billones, aunque el actual presidente tuvo que enfrentar el peor momento de la crisis financiera mundial
En opinión de Baldasano, “El límite de deuda para el Gobierno federal fue introducido por primera vez en 1917 como parte de las negociaciones para aumentar el poder de la Reserva Federal, y permitirle así financiar la emisión de bonos estadounidenses para afrontar los costes de la I Guerra Mundial. Pero pese a este límite el país sufrió una inflación de entre el 13% y el 20% durante varios años. En 1939 se eliminaron las diferentes regulaciones al respecto, unificándolas bajo un límite total de deuda pública”. Precisando, además que desde esa fecha “el límite de la deuda se ha ido ampliando una y otra vez -unas 78 veces sólo desde 1960- en base a diversas excusas
Baldasano al mismo tiempo incluye el siguiente gráfico que recoge la historia del Límite de la Deuda de Estados Unidos que muestra que a partir del año de 1977 comenzó a incrementarse sostenidamente el límite de la deuda hasta llegar al 2009 cuando se superó el límite de los 14 trillones de dólares.
Continúa Nicolás Pérez diciendo: “En los últimos días del gobierno de Clinton, Estados Unidos tenía un saludable superávit presupuestario. Entonces el gobierno de George W. Bush aprobó dos enormes recortes de impuestos a las multinacionales en el 2001 y el 2003, y casi sin respirar se enfrascó en dos guerras: la de Irak, buscando inexistentes armas de destrucción masiva, y la de Afganistán. Y nuestro presupuesto para la “defensa” pasó de los 371,000 a los 735,000 millones de dólares. Llegó la recesión que el propio Bush provocó, y este asustado, aprobó un plan de rescate de 700,000 millones y seguidamente apoyó un segundo plan de rescate del presidente Obama por 800,000 millones”.
Opinión esta que es compartida por muchos analistas que plantean que tras la administración de Ronald Reagan, “George Bush padre incrementó la deuda en 62% (de US$ 2,6 billones a US$ 4,2 billones) debido a los gastos de la guerra del Golfo Pérsico y a la recesión. Durante la administración de Clinton las perspectivas habían mejorado. De hecho, el país estaba encaminado a pagar su deuda y proyectaba US$ 2,3 billones en ahorros hacia 2011” (Diario Financiero de Chile).
De acuerdo con la página digital www.asbanc.com.pe, “durante la administración de George W. Bush la deuda nacional aumentó en US$ 4.971 billones, mientras que en lo que va del mandato de Barack Obama subió en US$ 3.643 billones, aunque el actual presidente tuvo que enfrentar el peor momento de la crisis financiera mundial”. Un aumento inferior de la deuda nacional en la administración Obama que en la de Bush hijo y debida a las condiciones de la depresión que heredara.
Diario Financiero anota que   durante los ocho años del gobierno de George W. Bush fue cuando realmente la deuda se disparó y se expandió 86%. Las principales culpables fueron sus nuevas políticas, como el incremento en el gasto por las guerras de Afganistán e Irak y los recortes de impuestos en 2001, que luego se prorrogaron en 2003 y en 2006. La medida buscaba impulsar la economía, a pesar de que sus detractores advertían que era muy extensa y muy onerosa”. A esto hay que agregar que un programa que impulsó George W. Bush de reembolso de medicamentos para las personas de la tercera edad, aprobado en 2003, costó 552 mil 200 millones de dólares durante 10 años. Además con su negativa de incrementar los impuestos a los más ricos, la suma total de endeudamiento durante sus dos gestiones fue de 6.1 billones de dólares.
Philip Balboni, periodista del diario The Global Post, hizo analizó  las principales causas del creciente endeudamiento de los Estados Unidos. De acuerdo con este analista, el alto desempleo nacional de 9.2%; los altos costos de las guerras por parte del Departamento de Defensa desde hace 10 años; los gastos en programas sociales como Medicare y Medicaid, los cuales superan la inflación federal; la falta de ingresos públicos atribuidos a W. Bush por los dos recortes de impuestos de 2001 y 2003 y sus respectivas prórrogas en 2010; y, finalmente, la falta de inversión en infraestructura, diluyente en su competitividad económica mundial fueron las principales causas del endeudamiento.
Nicolás Pérez considera justamente que con los planes de rescate de la economía impulsados por Bush y Obama “solo se rescató la industria automovilística. Y los delincuentes de cuello blanco hicieron su agosto con el dinero nuestro sirviéndose en bandeja de plata cuantiosos retiros e invirtiéndolo en operaciones comerciales dudosas. Estos rescates se hicieron de prisa, sin reglas del juego, con cheques en blanco y se armó la rebatiña. El préstamo a los bancos para salvar la crisis inmobiliaria fue una estafa. Los bancos no prestaron para salvar al ciudadano común y corriente de las ejecuciones hipotecarias. Cundió el pánico, se incrementó el desempleo y cayó la bolsa de valores”. Y todo esto debido a que “que los republicanos se niegan a reconocer que George W. Bush ha sido el peor presidente de Estados Unidos de los últimos 100 años y los demócratas a aceptar que si introduces en el sombrero de copa de un mago una excelente oratoria, títulos de Columbia y Harvard y una enorme cantidad de buenas intenciones, de la chistera no se saca a un presidente de Estados Unidos. Esta crisis es colosal e inédita pero a Obama le han faltado agallas para lidiar con ella. Es brillantísimo si se compara con Bush, pero no es un Reagan ni un Clinton”.
Ciertamente al Obama le ha faltado ese por ciento necesario de capacidad de intrigas que todo hábil político posee y ha titubeado frente al empuje reaccionario y politiquero de la bancada republicana y de los representantes del dinosaurio del Tea Party. Sin embargo no se ha podido demostrar que no haya sido un buen presidente, dada la fuerte oposición republicana que, en bloque, se ha opuesto a cualquier iniciativa suya. En toda la historia de los Estados Unidos ningún presidente ha tenido que enfrentarse a los ataques furiosos de los sectores más recalcitrantes de la política americana; ni siquiera Abraham Lincoln tuvo que enfrentar oposición tan violenta en la víspera de la guerra de secesión.
Ciertamente no todos los líderes republicanos han mostrado una actitud tan troglodita como exceptúa Nicolás Pérez a John McCain e Ileana Ros-Lehtinen que “han asumido posiciones racionales” lo que les distancia de políticos ineptos como David Rivera, Marcos Rubio, Michele Bachmann, Jeff Flake y otros de idéntica catadura.
Ciertamente como señala el articulista: “Las últimas confrontaciones en la Cámara de Representantes el pasado viernes han demostrado que el líder de la mayoría, John Boehner, ha sido un rehén de medio centenar de nihilistas del Tea Party, y un partido del que cierta base solo grita con histerismo draconiano: “!Barack Obama debe ser destruido!”, y su liderazgo no ha sabido imponerse a un puñado de congresistas fanáticos, ¿será capaz mañana de gobernar esta nación tan inmensa y compleja?”
Otra importante observación que hace Nicolás Pérez: “Sé que nunca un movimiento popular que surja de la racionalidad y la moderación tiene mística ni poder de renovación política, pero jamás Estados Unidos ha estado más preparado para que surja un tercer partido centrista, sin los vicios de republicanos y demócratas, para castigar con el voto a los culpables de este estúpido empecinamiento”.
Los últimos acontecimientos políticos en Estados Unidos ponen en entredicho la capacidad del bipartidismo para resolver los problemas de la nación con una actuación serena, pragmática y enclaustrada dentro de los extremos. Debemos pensar si el bipartidismo de hecho es tan totalitario como el monopartidismo. Se requiere una reforma profunda en el sistema electoral de esta gran nación de modo que sus destinos no estén en manos de intereses politiqueros e ideológicos. Hace falta ya, resulta imprescindible que, para bien de la cosa pública, exista un nuevo partido político que pueda retar la hegemonía política de republicanos y demócratas y no necesariamente ese sector ultrarreaccionario  que constituye el Tea Party.
Es como señala la página digital de Crónicas de California cuando expone que la oposición furiosa a elevar el techo de la deuda de estos “señores/as del Tea Party ni siquiera les interesa las graves advertencias de un órgano independiente como el Banco Central de Estados Unidos (Reserva Federal), parece que las alertas, advertencias, explicaciones de Ben Bernanke (presidente de la Reserva Federal) les entra por “un oído y les sale por el otro” sin dejar nada. Juegan a la politiquería con los destinos del país y su gente. Esperemos que en las elecciones del 2012 muchos de ellos pierdan sus puestos de legisladores. No se puede permitir jugar así con el país por fines políticos, el pueblo estadounidense seguramente tendrá todo esto en cuenta en las elecciones del 2012”.




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