Mario
J. Viera
Como
han señalado Rebeca Rodríguez Minor y Christian Reich López: “La impactante
crisis económica que vivió Argentina en 2001 fue la dolorosa consecuencia de
gobiernos ultraneoliberales, que se dedicaron a privatizar la nación y
manipular el valor monetario interno en su juego paritario con el dólar
estadunidense, lo cual finalmente los llevó a un callejón sin salida” para
agregar que todavía, la lección no fue aprendida.
Primero
fue Carlos Menen quien recurriera al neoliberalismo económico que culminó en la
crisis del 2001, ya durante el gobierno de Fernando de la Rúa. El experimento
neoliberal de Carlos dejó tras de sí un déficit fiscal de 7350 millones de
pesos en 1999; luego llegó Mauricio Macri. El gobierno de Macri, tal como lo
consideran Sergio Morresi y Martín Vicente, “se sumió en una cerrazón con
tintes doctrinarios y antipluralistas, que mixturó una identidad antiperonista
clásica con un neoliberalismo remozado sin reparos para flirtear con propuestas
autoritarias”.
Ahora,
en Argentina se intenta por tercera vez la aventura del neoliberalismo bajo la
conducción del anarcoloco de Javier Milei, quien ha podido ascender a la
presidencia por el apoyo que a su campaña le prestaron las fuerzas electorales
del fracasado Mauricio Macri y del cambio de Patricia
Bullrich la cual tras quedar colocada en un triste tercer lugar buscó asilo
dentro de las líneas de Milei hasta ser nombrada por el libertario como Ministra
de Seguridad de La Libertad Avanza; cargo similar al ocupado por ella en el
gobierno de Macri en 2016.
Durante
su campaña electoral del 2023 acusaba a Milei de ser “el fraude más grande que
puede haber en política” y de poseer “ideas malas y peligrosas”, ahora apoya
todas esas ideas y pone en práctica las mismas decisiones que tomaba cuando
formó parte del gobierno de Macri, de represión a toda manifestación de
protestas, aunque solo sea expresadas públicamente por tres personas. En 2019
la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional o CORREPI
presentó un informe preliminar denunciando que en 1110 días del gobierno de Mauricio
Macri el aparato represivo estatal mató 1.206 personas, siendo el más fuerte
incremento de la represión estatal desde 1983, con un promedio de más de 400
asesinatos estatales al año en el marco de sus diferentes modalidades, entre
ellas gatillo fácil ─ por el cual de habilita a las fuerzas represivas hacer
uso de armas de fuego ante un supuesto "peligro inminente" ─, muertes
en lugares de detención, desaparición forzada, represión a la protesta o
conflictos sociales. ¿Serán olvidadizos los argentinos? ¿Acaso estas medidas
represivas son diferentes a las practicadas por las dictaduras de Cuba y de
Nicaragua?
Javier
Milei fue electo democráticamente, sin que la “casta” hubiera hecho algo para
impedirlo, como también lo fuera Hugo Chávez en Venezuela en las elecciones de
1998; como también lo fue Daniel Ortega en Nicaragua en las elecciones del 2006.
Pero ser electo democráticamente no garantiza que el electo emprenda un
gobierno democrático. Así, no es de extrañar que el heredero de Hugo Chávez al
trono de Venezuela lance sus más enconados dardos contra su similar argentino
de signo contrario y lo acuse de pretender destruir el Estado y de querer “convertir
a Argentina en colonia del capital extranjero y en un feudo de los cuatro o
cinco multimillonarios que le financiaron la campaña”. Es el choque de los
extremos políticos, el choque entre la ultraizquierda y la ultraderecha. Las dictaduras
de izquierda se unen en contra del poder dictatorial que se adivina bajo el Decreto
de Necesidad y Urgencia por el cual Milei pide se le conceda facultades
extraordinarias para gobernar mediante decretos, lo mismo que hacen Maduro y
Ortega, gobernar por decretos. Lo mismo que pone en práctica en Rusia Vladimir
Putin. Es el decir de un antiguo funcionario del gobierno de Carlos Menen, la
necesidad de un “presidente fuerte y enérgico”: “Es lo que la Argentina
necesita después de haber pasado prácticamente cuatro años sin presidente
─ así lo declaró el exministro de Justicia del gobierno de Menen y actual procurador
del Tesoro de la Nación, Rodolfo Barra ─ Necesita un presidente fuerte y enérgico,
porque los presidentes débiles fracasaron en nuestra historia”.
Ahora
el presidente libertario intenta combatir la inflación liberando el precio de
la gasolina que ahora alcanzó un aumento del 27% acumulando un alza del 84% que
existía al inicio de su gobierno, pero este es el resultado de la elección
entre lo malo y lo peor. Sí, así lo había entrevisto el candidato del peronismo
Sergio Massa: “Escucho al otro candidato (Milei) decir que la
solución era liberar precios. Ahí aparecen los dos modelos de país. Con la
liberación de precios que propone Milei, la nafta valdría 800 pesos, hoy está
$320. Tienen que saber quién paga el costo. En definitiva, nosotros tenemos
la suerte de ser un país que tiene la cuarta reserva mundial de petróleo, y
obviamente que tenemos que incrementar las exportaciones, pero tenemos que
lograr que los argentinos accedan a combustible barato porque eso hace
competitiva nuestra industria, nuestra logística, el valor del precio del taxi,
del colectivo y también el valor del precio de la verdulería cuando el
verdulero va al mercado central a comprar mercadería. No se puede plantear
de un día para el otro llevar la nafta de 320 a 800 pesos porque eso es
destruir la economía del bolsillo de los argentinos”.
Jorge
D’Onofrio, ministro de Transporte de la provincia de Buenos Aires. Lo expresó
tajantemente: “La libertad que profesa Milei es la libertad de los poderosos”.
Esa es la Libertad que profesan todos los seguidores de las doctrinas neoliberales,
desde la Escuela de Chicago hasta la austríaca. Es por eso que Donald Trump y
Bolsonaro se entusiasman con el triunfo de Milei, como el eje del expansionismo
de la ultraderecha en el continente.
Así
con las delirantes propuestas de Milei, Argentina está en el sendero hacia el
descalabro social; lo único positivo que pueda arrojar su llegada al poder es
que, quizá luego de él, el peronismo deje de ser la fuerza política dominante
en Argentina.
La
Economía (con mayúscula) forma parte de las ciencias sociales y, aunque hace
uso de cálculos y fórmulas matemáticas, como toda ciencia social, no es exacta.
Esto es un hecho demostrado por todas las crisis económicas que de tiempo en
tiempo sacuden las sociedades de mercado y con la crisis general del sistema
comunista. Para los marxistas, el control de los medios fundamentales de
producción y la ejecución del proceso productivo mediante la planificación
centralizada es una verdad indiscutible; para los partidarios del liberalismo
económico el motor principal de todo el desarrollo social está depositado en
las leyes del mercado y en la limitación del intervencionismo estatal; para los
propugnadores del neoliberalismo es
el mercado el que debe supervisar al Estado y no al revés. Todos los
conocimientos y todas las teorías económicas deben ser tomados de manera pragmática
y nunca concebirse como dogmas infalibles, propios de toda ideología..