Mario
J. Viera
Ya
está en marcha la internalización de la derecha ultraconservadora, nacionalista
y cristera. La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus
siglas en inglés), un foro de la ultraderecha trumpista de Estados Unidos, que,
como lo expone el diario mexicano “Milenio” solía celebrarse anualmente; ahora
ha trascendido las fronteras estadounidenses para expandirse
internacionalmente, donde quiera que tenga hálito el extremismo de derecha, por
lo que, de acuerdo con esta fuente, en 2022 ya ha llevado a cabo eventos en
seis países más.
Ahora
la CPAC va a por América Latina, con un primer encuentro en Brasil en fecha 11
y 12 de junio en Sâo Paulo y ahora en México con fecha 17 y 18 de noviembre.
¿Quiénes son sus participantes en este encuentro en México? La flor y nata del
movimiento filo-fascista internacional, entre los que destacan, ese mediocre
actor mexicano de nombre Eduardo Verástegui, más católico que el Papa Francisco,
que sirvió como colaborador de Donald Trump durante la campaña electoral del
2020; el impecable hijo de Jair Bolsonaro y buen representante de su padre,
Eduardo Bolsonaro; y Fernando Camacho, pero la figura más valorada que se
esperaba su asistencia al conciliábulo mexicano, era el exasesor de Trump, Steve
Bannon, quien no tuvo presencia física en el lujoso Hotel Westin en Santa Fe
pero participó por teleconferencia desde Estados Unidos hablando en inglés.
Otros
destacadísimos representantes del trumpismo-bolsonarismo que participaron
mediante tele conferencia fueron, el presidente de Guatemala Alejandro
Giammattei; el diputado ultraderechista argentino Javier Milei; el presidente
del partido español VOX Santiago Abascal; el excandidato a la presidencia
chilena José Antonio Kast; Fernando Camacho, el Bolsonaro de Bolivia como se le
conoce, y el senador estadounidense por Texas Ted Cruz.
La
consigna bajo la que se celebra la conferencia la dejó expresada el beato
Verástegui: “Dios, patria, familia, libertad”; y como este es el
eslogan, pues entonces, una misa se celebró como apertura para la conferencia
de las buenas personas en ella participantes. Es así de claro como lo dejó
dicho Verástegui: “Estamos aquí para construir un movimiento
conservador en la región, con buenos líderes y bien preparados para
defender la familia, la iglesia, nuestras instituciones culturales y
las libertades”. Defender la familia, es decir no reconocer el matrimonio
entre parejas del mismo sexo, eso está contra los dictados de la iglesia; pero
nada dice sobre el bienestar de las familias mexicanas de obtener empleos
seguros y bien pagados, con acceso a los servicios médicos. Defender las
instituciones culturales, eso tiene muy amplísimas interpretaciones; es lo de
siempre hablar sin especificar claramente lo que se quiere decir; por supuesto
que dentro de esas instituciones culturales de Verástegui está el poder de la
Iglesia Católica.
Ese
conciliábulo conservador rechaza todo aquello que pueda ser identificado como
progresismo, es para ellos sagrado lo expresado por el chileno José Antonio
Kast Rist, líder del Partido Republicano, “en nuestro continente, la
izquierda y los enemigos de la libertad han llegado a los gobiernos y
llevan a cabo una agenda progresista que busca destruir las bases de
nuestra convivencia y amenazar nuestra paz y libertad”.
Pero
los ataques de los ultras de derecha no solo se dirigen a las izquierdas de
corte marxista, sino también asaetan a los liberales moderados, la derecha como
tal. Así lo expresó San Eduardo Verástegui: “Hay mucha gente disfrazada,
lobitos disfrazados de ovejas, que confunden a la gente y se hacen pasar por
una derecha, pero no son una derecha. La
verdadera derecha está huérfana; no la derechita cobarde”.
A su vez, reforzando la opinión del actor mexicano devenido en exaltado
político, Bannon considera que la derecha radical se encuentra dentro de un
“conflicto global” con poderosas fuerzas que se le opone, como los “grandes
medios, organizaciones financieras grandes, las de tecnología, las
universidades, la inteligencia, y también tenemos (partidos demócratas
progresistas) e incluso “republicanos moderados”.
Claro
está que la izquierda bananera y la extremaizquierda latinoamericana no
guardaron silencio con respecto al CPAC-México. El presidente de México, Andrés
López Obrador calificó a los organizadores y participantes a la conferencia
celebrada en México de “racistas, clasistas, discriminadores, corruptos, sin
escrúpulos morales, partidarios de la violencia”; desde Bolivia una
organización que se hace llamar Frente Antifascista, en tonos de un radicalismo
bananero se refirió a los participante del CPAC en México: "Todos son
figuras que responden a los intereses económicos inmediatos de la alta burguesía
y a los designios imperialistas, que rechazan explícitamente los derechos
humanos y combaten los avances hacia la igualdad social y la conservación
ambiental en las Américas y el mundo".
En
fin, se trata de un duelo entre dos monstruosas tarascas de signos diferentes
por el dominio del mundo. Tal como lo ha dicho Bannon, estamos en un conflicto
global, pero no como él lo entiende, sino entre las fuerzas antidemocráticas y
la democracia. Estamos justo en el medio de las dos fuerzas de ultras de
derecha o de izquierda, y no podemos cruzarnos de brazos. Hay que salir y ganarles el patio a los dos
extremos.