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miércoles, 8 de diciembre de 2021

UNA CARTA DE APOYO A LA DICTADURA DEL PCC

 

Mario J. Viera

 


El diario Granma vocero del único partido legal en Cuba, acaba de publicar una patética carta, iniciativa de los periodistas, el español Ignacio Ramonet, y el colombiano Hernando Calvo Ospina, conjuntamente con el sociólogo argentino premiado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela, Atilio Borón y el filósofo mexicano que admira extraordinariamente a Fidel Castro, Fernando Buen Abad, Carta que el libelo oficialista presenta como enviada por más de 200 expresidentes y personalidades del mundo al mandatario estadounidense.

 

Que entre los firmantes de la carta de apoyo a la dictadura cubana se encuentren expresidentes como Dilma Rousseff, Rafael Correa, José Manuel Zelaya, y Ernesto Samper Pizano, o como la exsenadora colombiana Piedad Córdoba no tiene nada de extraño, y mucho menos edificante; la trayectoria de estas personalidades habla por ellos; por sus frutos son conocidos.

 

Sin embargo, entre los firmantes hay personalidades que sorprenden, precisamente por su historial de lucha frente a dictaduras y en defensa de los derechos humanos, como pueden ser el argentino Adolfo Pérez Esquivel Premio Nobel por la Paz, y el paraguayo Martín Almada, "Premio Nobel alternativo" de la Fundación Right Livelihood Award, es lamentable, pues al coligarse en apoyo a una dictadura militarista como la cubana han pisoteado toda una vida dedicada a la defensa de los derechos humanos.

 

Que no simpaticen con el embargo que Estados Unidos le tiene impuesto al régimen de Cuba, ¡Saludos! Esto, para nada es un demérito. Que con sus firmas planteen su apoyo al párrafo donde se denuncia que “el gobierno de Donald Trump emitió 243 medidas que afectan mucho más a la economía de Cuba, buena parte de ellas durante la pandemia de COVID-19. Ellas siguen vigentes con el gobierno de Joe Biden”; aunque no son cubanos ni viven en Cuba es un derecho de ellos que no podemos discutirles.

 

Pero consensuar el párrafo de la carta de apoyo a la dictadura cubana donde se lee: “Al interior del país, sujetos que se sienten respaldados y protegidos por Washington, usando como bandera la difícil situación económica debido al bloqueo (situación aumentada por la covid, como en todas las otras naciones), llaman a manifestaciones subversivas. Lo hacen sin importarles las leyes vigentes que prohíben todo atentado al sistema político vigente, como es lógico en todos los Estados del mundo. Y mucho más cuando es incitado por una potencia extranjera”; ya esto es, para decirlo suavemente un modo muy pueril de interpretar la realidad cubana.

 

¿Manifestaciones “subversivas”? ¿Así no calificaban las dictaduras argentina y paraguaya las manifestaciones de protestas que se producían en ambos países ante el reclamo a favor de los derechos humanos y de la conquista de la democracia? ¿Las leyes vigentes que prohíben todo clamor disidente con el sistema impuesto? ¿Defenderán, estos que han recibido premios por su defensa de los derechos humanos, la legitimidad de la Constitución de 2019, surgida dentro del conciliábulo del Buró Político del Partido Comunista y sin la legitimación de una Asambleas Constituyente pluralista electa por el voto libre de los cubanos? En primer lugar, eso a ellos no les compete; en segundo lugar, no son cubanos; y en tercer lugar eso, simplemente es intromisión en los asuntos internos de una nación.

 

¿Convalidan Adolfo Pérez Esquivel y Martín Almada la falacia por la cual se afirma “desde hace décadas, el gobierno estadounidense viene invirtiendo millones de dólares en la creación de «disidentes», de «opositores», de todo tipo, irrelevantes al interior de Cuba, pero enaltecidos por la prensa internacional con el propósito de dañar la imagen de la Revolución y así fundamentar la aplicación del criminal bloqueo”? Esto sería, a más de lamentable, vergonzoso y una afrenta a los cubanos que nos hemos opuesto a la dictadura continuista de Cuba.

 

Muchos de los cubanos que estamos en el exilio, que le hicimos oposición al régimen del Partido Comunista de Cuba, de manera no violenta, a cara descubierta y sumidos en condiciones de miseria y hambre, por defender nuestro derecho a disentir ─ que nunca recibimos dinero alguno de Estados Unidos ─ nos opusimos firmemente al gobierno de Donald Trump y a esas 243 sanciones económicas no selectivas que impuso su administración contra Cuba, porque las considerábamos atentatorias contra nuestro pueblo y les servían de coartada eficiente al régimen para hacer más severa su represión.

 

No somos “disidentes” entre comillas; no somos “opositores” entre comillas, somos la gran mayoría del pueblo que sufre y espera, del pueblo que teme. ¿Olvidan acaso Adolfo Pérez Esquivel y Martín Almada, el acto cívico y viril protagonizado el 27 de noviembre por cerca de 500 artistas e intelectuales, en su mayoría jóvenes, reclamando por un diálogo, que nunca concedió el régimen del PCC?

 

¿Movilizar tropas y fuerzas policiales y el empleo de banda de facinerosos armados de cabillas para impedir la convocatoria de una marcha cívica en reclamo por la libertad de los presos políticos y por cambios en las estructuras políticas; es algo que un defensor de los derechos humanos pueda cohonestar?

 

No señores Adolfo Pérez Esquivel y Martín Almada, s esos que, para descalificarnos entrecomillándonos como disidentes y opositores, les decimos, sí somos DISIDENTES y OPOSITORES a una dictadura; que no bailamos al compás de la ultraderecha republicana; que no nos apadrinan elementos como Mario Díaz-Balart, Marco Rubio, María Elvira Salazar o Ron de Santis; que creemos que nuestro derecho a recobrar la democracia no nos vendrá. de las manos de cualquier presidente de Estados Unidos; que creemos firmemente que esa democracia nos toca solo a los cubanos conquistar.

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