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lunes, 15 de febrero de 2021

¡Ay Biscet, qué bajo has caído!

 Mario J. Viera

 


Leer lo que escribe desde Cuba, un hombre, supuestamente defensor de los principios democráticos, escribiendo barrabasadas, es desconsolador. En su último brillante, magistral, extraordinario artículo de opinión, publicado en Diario Las Américas, bajo el titular “La inconstitucionalidad del impeachment a Trump”, Oscar Elías Biscet expresó lo siguiente:

 

El 45 Presidente de los EEUU, Donald Trump, es el Sócrates contemporáneo; quien como un ciudadano particular es llevado a un juicio político amañado e inconstitucional a la Cámara del Senado (09/02/2021), después de haber sido acusado e instruido de un cargo falso por la Cámara de Representantes de los EEUU, el 28/01/2021”. (el resalte en negrita es mío)

 

¡Donald Trump el Sócrates contemporáneo! ¿Puede haber similitudes entre Donald Trump y Sócrates? Algo totalmente absurdo. Sócrates veía a la filosofía como el camino que conduce, por la justicia y el amor, a la virtud. ¿Conoce, en realidad, Biscet lo que virtud significa? Es que la virtud se entiende, especialmente como la disposición de la persona para obrar de acuerdo con determinados proyectos ideales como el bien, la verdad, la justicia y la belleza; estos tres últimos conceptos abstractos tan lejos en la personalidad de Donald Trump. En cuestiones de política a Trump, ni siquiera se le puede calificar de neófito, su filosofía “política”, es la filosofía del empresario, que no admite discrepancias en cuanto a cómo manejar sus negocios. Sócrates, en cambio, ha sido considerado como el padre de la filosofía y de la ética. ¿Ética? Sí, ética, esa parte de la filosofía que trata del bien y del fundamento de sus valores.

 

Trump, un ególatra que, como el también ególatra Fidel Castro, considera que lo sabe todo, que todo lo conoce, que es infalible, que todo lo que hace es extraordinario, superior a cuanto antes haya realizado algún presidente antecesor suyo, casi más grande que George Washington, actitud en total contradicción con el filósofo ateniense, consciente, tanto de la ignorancia generalizada como de la suya propia: “Solo sé que no sé nada”. Sócrates tuvo enemigos y sus enemigos le condujeron a un juicio, sin embargo, no rehusó presentarse ante aquel juicio, algo a lo que Trump no tuvo valor de hacer. No gritó, no atacó a sus acusadores. Fue sentenciado a muerte; pudo haber huido, como le aconsejaban sus amigos, pero prefirió acatar la sanción y aceptar la muerte.

 

¿Juicio amañado, y acusado e instruido de un cargo falso, como asegura Biscet? Entonces, el líder de la minoría republicana Mitch McConnell estaba levantando cargos falsos contra Trump cuando el pasado 19 de enero, aun representando la mayoría republicana, declaró: “La turba [que asaltó al Capitolio] fue alimentada con mentiras. Los incitó el presidente y otras personas poderosas, y trataron de usar el miedo y la violencia para impedir un trámite específico del poder legislativo del gobierno federal al que se oponían”. O cuando, luego de haber dado su voto absolutorio a Trump, expresó: “No hay duda, ninguna, de que el presidente Trump es moralmente responsable, y de forma decisiva, de provocar los eventos de aquel día. La gente que asaltó este Capitolio creía que actuaba siguiendo los deseos e instrucciones de su presidente. Y tener esa creencia fue una consecuencia previsible del creciente crescendo de declaraciones falsas, teorías de conspiración e hipérbole imprudente que el presidente derrotado seguía gritando a través del megáfono más grande del planeta Tierra".

 

Tal como se recoge en CNN, McConnell no descartó que Trump pudiera ser juzgado en cortes penales y civiles: “El presidente Trump sigue siendo responsable de todo lo que hizo mientras estuvo en el cargo como ciudadano común y, a menos que se ejecute el estatuto de limitaciones, sigue siendo responsable de todo lo que hizo mientras estuvo en el cargo. Todavía no se salió con la suya. Sin embargo, tenemos un sistema de justicia penal en este país. Tenemos litigios civiles. Y los expresidentes no son inmunes a que rindan cuentas en alguno de los dos

 

¿Es falso lo dicho por el senador republicano, Lindsey Graham, refiriéndose a Trump, “Su comportamiento después de las elecciones fue indignante”? Esto dicho, aunque diciendo que, en los escrutinios del 2022, le gustaría hacer campaña junto a él

 

¿Amañado el juicio? Así no lo consideraron los senadores republicanos Richard Burr, Bill Cassidy, Susan Collins, Lisa Murkowski, Mitt Romney, Ben Sasse y Pat Toomey, los cuales votaron a favor de la condena. ¿Carece de significado la llamada que, el líder de la minoría republicana de la Cámara de representantes, Kevin McCarthy le hiciera a Trump durante el asalto al Capitolio por una turba de trumpistas facinerosos? McCarthy le pedía a Trump que hiciera un llamado a sus seguidores para que abandonaran la sede del Congreso. La respuesta que recibió de Trump, fue la siguiente: “Bueno, Kevin, supongo que esta gente está más molesta por la elección que tú”. La riposta de McCarthy a Trump, mientras observaba como los amotinados penetraban a sus oficinas rompiendo ventanas, fue: “¿Con quién carajos crees que estás hablando?” El representante republicano Jaime Herrera Beutler, le comentó a CNN sobre esta llamada: “Hay que mirar lo que hizo [Trump] durante la insurrección para confirmar dónde estaba su mente. Estoy haciendo un gran esfuerzo por no decir la palabra fucked”.

 

Pero, ¿qué se puede esperar de alguien que considere a la seguidora de QAnon Marjorie Taylor Greene como una heroína. Una mujer que asegura, que los tiroteos producidos en las escuelas de Sandy Hook y Parland, dejando un salto de víctimas inocentes, no eran más que un montaje para prohibir el uso de las armas; incluso consideraba que algunos congresistas demócratas deberían ser ejecutados por traidores, entre estos, principalmente Nancy Pelosi. También, como informa France 24, había dicho que la matanza de 58 personas a manos de un hombre que disparó desde la habitación de un hotel en Las Vegas, en 2017, era un complot secreto para generar apoyo a la legislación de control de armas. ¿Acaso desconoce el patético Biscet, que el mismo Mitch McConnell, la calificó como “un cáncer para el Partido Republicano”? Hasta Kevin McCarthy, dijo sobre ella: “Déjenme ser claro, los comentarios de Greene como ciudadana privada no representan los valores de mi partido. Como republicano, como conservador y estadounidense, condeno esas visiones inequívocamente”.

 

Biscet la denomina heroína porque ella, un día después del juramento de Biden como presidente, introdujo una propuesta de impeachment contra él, bajo los supuestos cargos de corrupción, abuso de poder, tráfico de influencias y nepotismo, algo que en Estados Unidos se puede proponer, aunque sea estúpido. Y denomina a la activista de QAnon, Ashli Babbitt, muerta mientras intentaba penetrar por una ventana al interior del Capitolio, de “patriota”, “defensora de la América libre y constitucional”; ella como “resplandor perenne de libertad y resistencia a las injerencias de las dictaduras globalistas del socialismo y sorosismo en EEUU” (Podemos perdonarle la cursilería de aprendiz de escribiente). Ni en ella, ni en el resto de los asaltantes, Biscet, desde la distancia, dijo, no pudo observar “la cólera enajenante de los múltiples y desastrosos motines desencadenados por Antifa y BLM”.

 

Antifa y BLM parecen ser obsesivos en las visiones kafkianas de Biscet. Lean esto escrito por él: “El Partido Demócrata en la Cámara de Representantes acusó de insurrección al presidente Donald Trump, cargo falso y amañado, pues en el momento de la acusación a Trump ya la Policía (FBI) había definido los causantes, la hora de comienzo, su planificación de días antes por Antifaz y MLB y la no relación del presidente Trump con los que causaron los disturbios en el Capitolio”; esto es algo totalmente falso. Pero ¿qué conoce Biscet sobre Antifa, salvo lo que aduce la derecha radical sobre ese grupo. Antifa, es un movimiento antifascista, que declara oponerse a todas las formas de racismo y sexismo y a las políticas que impulsaba el gobierno de Trump contra la inmigración y los musulmanes. Aunque a menudo se le clasifica como una organización de izquierda o de extrema izquierda, sus miembros se han focalizado en luchar contra la ideología de extrema derecha, más que en promover iniciativas que representen a un sector determinado del sistema político. Según BBC Mundo, son “grupos muy diversos en distintos países, aunque aparentemente los más activos se encuentran en Estados Unidos, Reino Unido y Alemania”

 

Por otra parte, Biscet, como los supremacistas blancos y la ultraderecha de Estados Unidos, acusa a BLM este disperso movimiento como violento. Algo muy significativo. Biscet es de la raza negra, mestizo, es un activista Pro Vida y, sin embargo, no siente empatía alguna por la desesperada lucha de BLM, movimiento en contra del racismo sistemático presente en muchos sectores de la sociedad estadounidense y, en protesta por la muerte violenta que varios negros han sufrido a manos de policías blancos. Tal vez para Biscet la vida de los negros, bajo el cuatrienio de Donald Trump, no importe.

 

Antifa, no ha tratado nunca de asaltar centros alguno de la democracia de Estados Unidos, como sí han hecho los Proud Boys, los QAnon, las milicias armadas de trumpistas; los neo-nazis y los neo-confederados, ondeando la bandera de la Confederación, símbolo de la traición hacia los Estados Unidos y del racismo. Le preguntaría al Dr. Oscar Elías Biscet ¿Qué hubiera ocurrido si, en lugar de los trumpistas extremistas, hubieran sido los miembros del BLM, quienes asaltaran el Capitolio federal de Estados Unidos?

 

Ahora, el médico de profesión, se nos presenta como un experto en Derecho Constitucional de Estados Unidos para darle a los estadounidenses, lecciones de interpretaciones literales sobre la Constitución de este país, y lo hace reproduciendo los postulados que tratan sobre el juicio político a altos funcionarios del gobierno y del legislativo, postulados que aquí son conocidos por la gran mayoría de sus ciudadanos, sin necesidad de que nos instruya el médico Biscet.

 

Mejor sería que Biscet, que no es ciudadano de Estados Unidos, en lugar de intentar influir en la política de este país, y de colocarse como si fuera un miembro del Partido Republicano de Trump, se dedicara a criticar al gobierno de Miguel Díaz-Canel y a la dictadura del PCC, y darse por entero a impulsar un movimiento de resistencia noviolenta en Cuba o a su Proyecto Emilia, un “proyecto triunfador”, según él mismo lo denomina. “Gracias a que hemos mantenido una vanguardia de lucha no violenta en Cuba ─ declaró Biscet el 11 de enero de 2019 ─, este pudiera ser el último año de la tiranía al frente de la nación”. Desgraciadamente, ya estamos en el inicio de la segunda quincena de febrero de 2021 y la tiranía continúa al frente de la nación, quizá porque ese “triunfador proyecto” solo sea conocido por cuatro gatos en Cuba y, si no me creen, pregúntenles a sus familiares en Cuba, cuando se comuniquen con ellos, si conocen el tal Proyecto Emilia.

 

Si alguien se siente incómodo por este análisis que hago de los artículos de opinión de Biscet, por aquello de que está en Cuba “enfrentando” a la dictadura, le diré: Biscet ha dado su opinión públicamente y es mi derecho analizar públicamente sus opiniones y exponer las mías.

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