Lázaro González Valdés
Leyendo posts en Facebook encuentro
de nuevo debates (aunque casi siempre apasionados e irracionales) sobre el
embargo y si éste es o no eficiente para derribar a la dictadura del PCC.
Por lo general, los que debaten
estos temas tienen una creencia, casi siempre sin base en información real, la
cual sostienen sin posibilidad de que cambie, aunque le demuestren que están
errados.
Conviene recordar que en 1995 unas
veinte organizaciones de la sociedad civil le pidieron por escrito al
presidente Bill Clinton que aprobara la Ley Helms-Burton para que conjuntamente
con la Ley Torricelli reforzará el embargo a fin de mermar los recursos
materiales de la dictadura. Lo recuerdo porque yo suscribí esa petición a
nombre del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC) luego de reunirnos,
debatir el asunto y haber acordado apoyar esa petición al presidente Clinton.
Para los más jóvenes rememoro que
Clinton no aprobó la Ley Helms-Burton como le pedimos en ese momento, pero lo
hizo posterior al 24 de febrero de 1996 luego del derribo de los aviones de
Hermanos al Rescate, cuya verdadera causa del derribo fue que antes habían
entrado volando al territorio nacional para lanzar cientos de miles de octavillas
en apoyo a la alianza de toda la oposición que se llamó Concilio Cubano.
¿Por qué consideramos en aquel
momento que fortalecer el embargo podría ayudar a la resistencia interna? Pues
porque había 140 organizaciones y la mayoría de ellas tenían muchos activistas.
Por ejemplo, el PPDHC que poco después de su fundación en 1988 contaba más de
10 mil miembros, tras siete años de represión brutal ordenada directamente por
Fidel Castro todavía le quedaban unos 3 mil integrantes en 1995.
Es principio básico de la lucha
estratégica no violenta que los embargos, boicots, listas negras de
comerciantes y otras técnicas de restricción económica para debilitar los
recursos materiales de la dictadura sólo, escuchen bien, sólo funcionan cuando
dentro del país existe un potente y articulado movimiento de resistencia como
creímos que teníamos en 1995. Sin embargo desconocíamos un detalle, porque en
aquella época no había acceso a bibliografía, ni Internet, ni redes sociales,
ni teléfonos móviles, ni siquiera llamadas directas al extranjero porque se
hacían a través de una telefonista marcando el número 00 desde un teléfono de
tierra y comunicando con Canadá. El detalle que desconocíamos en aquel momento
es que necesitábamos mucha, pero mucha más cantidad de activistas de la que
teníamos. La cifra es entre el 3 y el 5 por ciento de la cantidad de ciudadanos
inscritos en el registro de electores lo que ahora serían unos 420 mil
activistas.
Ahora viene la confrontación con la
realidad, que es lo que a pocos les gusta porque es más fácil vivir fantasías o
imaginando que sucederá el milagro. La realidad es que hoy hay menos activistas
en Cuba que los que había en 1995. Tan es así que en 1998 habían más de mil 500
prisioneros políticos, pero hoy no llegan a 140, lo que evidencia que con
represión menos intensa el PCC consigue mantener un nivel de resistencia que es
inocuo para su status quo. Esto es un hecho confirmado, no es
mi opinión.
Por lo tanto, para que el embargo
funcione se necesita primero que exista ese amplio movimiento de resistencia
interno en Cuba, como lo hubo en su momento en Sudáfrica, y esa combinación
causó que, cuando boicotearon al régimen del apartheid, entre el embargo
comercial y la resistencia desintegraron ese régimen opresor. En Cuba no hay
esas condiciones ahora mismo, por lo que el embargo se queda corto ya que no
tiene respaldo interno, que es donde radica precisamente la dictadura a
derribar.
Pero, además, en el caso hipotético
que el embargo funcionara sin esa resistencia interna la dictadura del PCC no
caería porque aún le quedarían intactas cinco de las seis fuentes de poder que
nutren a los regímenes opresivos y que únicamente pueden ser mermadas por ese
amplio movimiento de resistencia interno.
Lo anterior no significa que debe
levantarse el embargo, sino que ahora la prioridad es aumentar los recursos
humanos de la resistencia porque ese es su mayor problema. Sin la movilización
de amplios sectores de la sociedad civil el embargo es ineficiente, por sí solo,
para desintegrar a la dictadura. Los que esperan el milagro del embargo
liberador están cometiendo un grave error de cálculo por desconocimiento de los
principios de la lucha estratégica no violenta.
También se equivocan quienes creen
que el pueblo, por hambre y otras carencias, saldrá a las calles y derribará al
opresor PCC. Eso no funciona así. No es que yo lo diga, sino que lo demuestran
las investigaciones de los expertos, como Gene Sharp, y la Historia. Estamos
ante un conflicto que sólo se podrá solucionar con ciencia, porque la
improvisación, las discusiones sin sentido, las directas en redes sociales y
los proyectos sin base científica no nos solucionarán nada.
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