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domingo, 2 de junio de 2019

LA CARTA DE AMLO A DONALD TRUMP – MI OPINION


Mario J. Viera



El pasado jueves, 30 de mayo, inopinadamente, Donald anunció vía Twitter su decisión de imponer cargas tributarias a todos los productos procedentes de México que entren en Estados Unidos bajo la exigencia de que ese país ayude reducir el número de inmigrantes indocumentados que llegan desde Centro América hasta la frontera sur estadounidense cruzando el territorio mexicano en largas caravanas.

El 10 de junio, Estados Unidos impondrá un arancel del 5% en todos los bienes que entran a nuestro país desde México, hasta el momento en que los inmigrantes ilegales que vienen a través de México hasta nuestro país, se DETENGA. La tarifa será incrementada gradualmente hasta que el problema de la Inmigración Ilegal se remedie…”, tuiteó Donald Trump. El pretexto para imponer tales cargas presupuestarias, lo dejó dicho, al siguiente día escribiendo en su cuenta de Twitter: "México se ha aprovechado de Estados Unidos durante décadas. Debido a los demócratas nuestras leyes de inmigración son malas (¿Habrá olvidado a Ronald Reagan y a George W. Bush?). México ha hecho una fortuna de los Estados Unidos por décadas, pueden solucionar este problema fácilmente. ¡Es hora de que finalmente hagan lo que se debe hacer!" Y dijo más Trump: "México debe recuperar su país de los cárteles y los narcotraficantes. Los aranceles son tanto para detener el tráfico de drogas como de migrantes ilegales". No propone un diálogo con vistas a la solución de ese conflicto, no envía a sus asesores ni representantes del Departamento de Estado a establecer un consenso con el gobierno de México para la solución del conflicto. Trump solo dicta un ultimátum, sin siquiera haberlo comunicado previamente por escrito al gobierno de ese país. Un claro caso de extorción.

Sí, Trump olvidó la Ley de Reforma y Control de Inmigración (IRCA) firmada por Ronald Reagan el 6 de noviembre de 1986; olvidó lo que entonces dijera Reagan: "Las futuras generaciones estadounidenses estarán agradecidos por nuestros esfuerzos para recuperar humanamente el control de nuestras fronteras y con ello preservar el valor de uno de los bienes más sagrados de nuestro pueblo: la ciudadanía estadounidense".

Casualmente, Donald Trump dio a conocer que el próximo 18 de junio iniciará su campaña presidencial para el 2020, algo que, en realidad, ha estado haciendo reiteradamente. Trump no ha dejado de estar en campaña electoral. Es evidente que su propuesta de frenar la inmigración masiva mediante sanciones económicas a México es parte de su paquete de campaña dirigida a su base política, predominantemente xenófoba, en especial, hacia los hispanos. Así lo entiende también Adolfo Laborde, profesor de relaciones internacionales e investigador de la Universidad Anáhuac (México) en declaraciones que le hiciera al canal de noticias de televisión ruso RT: “Como [Trump] no tiene una estrategia política que le pueda ayudar, está viendo a México como una opción electoral en un primer momento y como una acción de presión política para nuestro país para poder ceder en ciertos temas”. Así también lo ve el director del medio digital SDPnoticias, Federico Arreola cuando anota: “El presidente de Estados Unidos simplemente quiere un compromiso claro del gobierno de México en el sentido que Trump piensa más le beneficia en términos electorales. Un simple, contundente y reiterado ‘nos comprometemos a resolver ya el problema de la migración ilegal, haciendo todo lo que sea necesario para lograrlo’ habría bastado”.

Trump no se detiene a pensar en las consecuencias, que esa sanción económica impuesta sobre México, pudieran resultar sobre la transparencia de la economía estadounidense. Su objetivo es alcanzar la reelección y esquivar cualquier intento de Impeachment en su contra.

Y las consecuencias, todas son negativas. La revista Forbes expresó, tan pronto se conociera la amenaza de Donald Trump: “La bolsa de Nueva York registró una fuerte caída, golpeada por los temores de que la sorpresiva amenaza arancelaria del presidente Trump a México podría llevar a la mayor economía del mundo a una recesión”. De hecho, tal como se reportó en el diario español El País, Wall Street recibió el anuncio del gravamen general con una caída superior al 1% en tres de sus índices, aunque los valores más castigados fueron los de la industria automotriz. Jay Timmons, director general de la Asociación Nacional de la Industria Manufacturera de Estados Unidos, declaró: “Estos aranceles propuestos tendrían consecuencias devastadoras sobre las fábricas de Estados Unidos y sobre los consumidores estadounidenses. Hemos llevado nuestras inquietudes a los niveles más altos del gobierno, y los exhortamos vehementemente a considerar cuidadosamente el impacto de esta medida sobre las familias trabajadoras de todo el país”.

Por su parte, Neil Bradley, vicepresidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, declaró: "Imponer aranceles en bienes provenientes de México es exactamente la decisión equivocada. Estos aranceles los pagarán las familias y empresas estadounidenses si no se hace algo para resolver los problemas reales en la frontera. En lugar de ello, el Congreso y el presidente necesitan trabajar juntos para solucionar los problemas serios en la frontera”. La Cámara de Comercio de EE UU está considerando demandar a la Administración Trump. En sus declaraciones, la Cámara de Comercio advierte que los aranceles pueden ser un obstáculo para la ratificación del tratado comercial, México-Estados Unidos-Canadá.  

En medio de este contexto se produce la carta de AMLO a Donald Trump. López Obrador no salió a convocar a sus seguidores a una concentración popular de rechazo al ultimátum de Trump, agitando conceptos nacionalistas como había acostumbrado hacer Fidel Castro; no le respondió a Trump manifestando su rechazo al imperativo de la Casa Blanca mediante el empleo de la concisión de un twitter. AMLO recurrió a un medio más decoroso: una comunicación por escrito dirigida al Presidente de Estados Unidos.

André Manuel López Obrador no es persona en especial que cuente con mis simpatías; sin embargo, he leído y hasta releído su misiva y sacado mis propias conclusiones al respecto. En mucho, concuerdo con los criterios expresados por Federico Arreola en su artículo “La carta de AMLO a Trump: brillantemente escrita, pero no llega al fondo del problema”. Ciertamente considero que es una carta brillantemente escrita, pero también que es un documento redactado con gran decoro. AMLO ante Trump actuó como un estadista, empleando un lenguaje mesurado y al mismo tiempo, admonitorio y firme.

No hubo diálogo antes de que Trump tomara tan irresoluta decisión y advierte López Obrador que no busca la confrontación, porque “ante cualquier conflicto en nuestras relaciones, por graves que sean, se recurra al diálogo y actuemos con prudencia y responsabilidad”. Consejo que no admitirá el residente de la Casa Blanca, como tampoco admitirá la sugerencia que AMLO le hace: “le propongo profundizar en el diálogo, buscar alternativas de fondo al problema migratorio [...] Creo que los hombres de Estado y aún más los de Nación, estamos obligados a buscar soluciones pacíficas a las controversias y a llevar a la práctica, por siempre, el bello ideal de la no-violencia”.

Intenta argumentar con los antecedentes históricos en las relaciones de México y Estados Unidos, habidas entre Benito Juárez y Lincoln o entre Lázaro Cárdenas y Roosevelt. Y aunque es cierto lo que al respecto señala Federico Arreola: “¿Hablarle a Trump de Juárez y Lincoln? Al primero, el presidente norteamericano probablemente no lo conoce. El segundo, seguramente le tiene sin cuidado”; pero AMLO le restriega en la cara a Trump, los principios democráticos que este pisotea, el derecho a la libertad de palabra; el derecho a la libertad de cultos; el derecho a vivir libres de temores; y el derecho a vivir libres de miserias; ¿No es acaso el reconocimiento de esos derechos sobre lo que se fundamenta la democracia estadounidense? AMLO, no grita, no vocifera consignas nacionalistas, AMLO rememora lo que parece olvidar el mandatario estadounidense. Así, simplemente.

Trump es patológicamente reacio a cualquier solución inteligente del fenómeno de la migración masiva, que ve como invasión, como turbas de criminales. “Los seres humanos no abandonan sus pueblos por gusto, sino por necesidad”, le aclara a Trump y le expone una solución a esas masivas caravanas de migrantes. ¿Quieres resolver este conflicto? Pues opta por “la cooperación para el desarrollo y ayudar a los países centroamericanos con inversiones productivas para crear empleos y resolver de fondo este penoso asunto”. Mucha culpa ha tenido Estados Unidos para que en esos países de Centro América estén en tales precarias condiciones que impulsan a sus ciudadanos a optar por la emigración con el historial de dictadores apoyados por las diferentes administraciones estadounidenses, principalmente republicanas, durante el periodo de la guerra fría y el sostén a la poderosa United Fruit que hizo de aquellos países verdadera Repúblicas Bananeras. “los problemas sociales no se resuelven con impuestos o medidas coercitivas”, le advierte AMLO a Trump. Sin embargo, ¿qué le importa a Trump esos problemas sociales si ni siquiera se preocupa por los existentes en casa?  

¿Por qué el ultimátum? “Usted sabe también que nosotros estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad de evitar, en la medida de lo posible y sin violentar los derechos humanos, el paso por nuestro país”. ¡Sin violentar los derechos humanos! No como ocurre bajo la administración de Trump en Estados Unidos: “¿Cómo convertir de la noche a la mañana al país de la fraternidad para con los migrantes del mundo en un gueto, en un espacio cerrado, donde se estigmatiza, se maltrata, se persigue, se expulsa y se le cancela el derecho a la justicia a quienes buscan con esfuerzo y trabajo vivir libres de miseria? La Estatua de la Libertad no es un símbolo vacío”.  Aunque Arreola emplea una sátira sobre esto diciendo: “Para el colérico gobernante de aquel país (Estados Unidos), la Estatua de la Libertad es solo un atractivo turístico que genera divisas, venta de camisetas y llaveros y algo que mejora el paisaje para desarrollos inmobiliarios caros”.

No obstante, López Obrador, bajo una fórmula de cortesía y respeto, le da a Trump un repentino gancho de izquierda al hígado, “¡Uf, eso duele!” habrá tal vez exclamado Trump: “Con todo respeto ─ le dice ─, aunque tiene el derecho soberano de expresarlo, el lema “Estados Unidos primero” es una falacia porque hasta el fin de los tiempos, incluso, por encima de las fronteras nacionales, prevalecerán la justicia y la fraternidad universales”.

Dice AMLO que no busca confrontación, que no la quiere, pero le advierte: “recuerde que no me falta valor, que no soy cobarde ni timorato, sino que actúo por principios: creo en la política que, entre otras cosas, se inventó para evitar la confrontación y la guerra. No creo en la Ley del Talión, ni en el ‘diente por diente’ ni en el ‘ojo por ojo’ porque, si a esas vamos, todos nos quedaríamos chimuelos (es el que le falta uno o más dientes) o tuertos”. Es decir, que, si le obligan a la confrontación, él no será timorato y no le quedará más remedio que ambos, Estados Unidos y México se queden chimuelos o tuertos. Arreola considera que López Obrador no contestó “de manera proporcional a las amenazas de Trump”, y afirma: “Al presidente López Obrador le faltó decir con toda claridad que cada medida comercial de Estados Unidos que no favorezca a México será respondida con absoluta firmeza, esto es, que estamos más que dispuestos a entrar en la guerra comercial que él quiera. Y si ello le va a costar sufrimiento al pueblo de México, también generará desempleo y desequilibrios económicos en la sociedad estadounidense. El “ojo por ojo”, pues. Frente a los bravucones no hay de otra”. No obstante, de que esto es así, el tema quedó implícito en la carta firmada por López Obrador.

El penúltimo párrafo de la carta de AMLO, en mi opinión, al igual que en la de Arreola, fue un desacierto. No debió pedirle a Trump audiencia para el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard. Como ha señalado Arreola: “¿Tenía sentido que el presidente de México pidiera al de Estados Unidos, ‘si para ello no tiene inconveniente’, instruir a sus funcionarios a atender a un grupo de representantes (del gobierno de México), encabezados por Marcelo Ebrard...?”, quienes viajarían a Washington “con la intención de llegar a acuerdos ‘en beneficio de ambas naciones’. ¿Es decir, Marcelo va a la capital de Estados Unidos sin cita? ¿Solo a sentarse por ahí a la espera de que alguien le abra un espacio para empezar a dialogar? ¿Y si no lo reciben? ¿Si la dan largas?

Lo que Trump debiera saber es que en Andrés Manuel López Obrador hay una buena cuota también de populismo y que dentro del pueblo mexicano existe un potencial enorme de nacionalismo. Debiera prestar oídos a lo afirmado por Jesús Seade, vicecanciller para América del Norte y negociador comercial mexicano: “Es algo desastroso, esa amenaza llevada a la acción sería gravísima (...). Si llegará a suceder debemos responder en forma enérgica. No nos vamos a quedar cruzados de brazos hasta el 10 de junio. Habrá que hablar duro con ellos y decir: ‘no se vale’”. O a lo que dijera José Antonio Meade Kuribreña, excanciller mexicano y excandidato presidencial del PRI en 2018 en un tuit: “Frente a la amenaza de @realDonaldTrump cerremos filas. La soberanía y dignidad de México nunca ha estado ni debe estar sujeto a negociación. Todo el apoyo. La soberanía y dignidad de México nunca ha estado ni debe estar sujeto a negociación. Todo el apoyo. ¿Creerá Trump que hacer pagar más a los americanos por sus importaciones de México resolverá el problema de la migración?"

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