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domingo, 3 de febrero de 2019

Un imperativo que ya debe enfrentar el Exilio cubano





 Ha llegado la hora en la que el exilio cubano comience a jugar el papel que realmente le corresponde hacer para impulsar la resistencia interna. Basta ya de que organizaciones de exiliados cubanos con base en Miami continúen en su empeño de controlar la oposición dentro de Cuba. Basta ya de imponerles consignas a la oposición de la isla, para que sean seguidas fielmente por las organizaciones que controlan los diferentes grupos del exilio. Sobran ya las organizaciones del exilio que pretenden ser pontífices de la resistencia interna. No son representativas del universo vario pinto de la resistencia al castrismo dentro de Cuba, aquellos grupos del exilio que pretenden vincular el movimiento opositor de Cuba a la influencia de un determinado partido político de Estados Unidos y a la veneración del presidente Donald Trump. Basta ya de ideologías impuestas al pueblo de Cuba; ni ideologías de derecha, ni ideologías de izquierda; ni pretensiones socialistas, ni pretensiones de corte neo-liberal.
  
El exilio debe ser el eco de la oposición que se enfrenta directamente a la represalia del gobierno usurpador del Partido Comunista de Cuba, no su voz de mando. Asesor ha de ser el exilio; apoyo, ha de ser el exilio, no hegemonía sobre toda la disidencia interna. Sentido práctico ha de sustentar el exilio, no oportunismo ni manipulación. El exilio debe renunciar a la práctica de encumbrar liderazgo a este o aquel opositor que presida esta o aquella de las tantas organizaciones que se multiplican en Cuba, que ni siquiera son conocidos por la mayoría de la población, solo porque siguen las tendencias ideológicas que sustente esta o aquella organización de exiliados. Los líderes no se fabrican mediáticamente, los líderes surgen en el combate, en la lucha diaria, en la conducción de pueblo.

Solo uno debe ser el caudal de ideas que el exilio debe promover, las ideas de la democracia, del estado de derecho, de la justicia, del reconocimiento de la mayoría sin desconocimiento de los derechos de las minorías y de la defensa de los derechos humanos y sociales.

El exilio debe ser el adecuado transmisor entre la oposición anticastrista interna y los organismos internacionales que promueven la democracia y los derechos civiles y políticos de la ciudadanía. El exilio debe impulsar lo que para Venezuela se ha alcanzado con el apoyo de la comunidad internacional. El momento clave para ello es el intento del castrismo para imponer una nueva Constitución, sin abandono de sus caracteres totalitarios, por medio de un pretendido referendo nacional. Falta poco para que se lleve a cabo el tal referendo constitucional; pero el exilio ha perdido tiempo valioso decidiendo por los cubanos lo que se debe hacer o no ante la consulta plebiscitaria, lanzando consignas de No Votar o de Votar No, algo que solo a los opositores al interior de Cuba les compete. El exilio debería aprovechar el momento para exigir, como se exige para Venezuela en el caso de una convocatoria para la elección presidencial, que el referendo constitucional sea de carácter democrático, libre y transparente con todas las garantías necesarias para que el pueblo pueda expresar su voluntad, y supervisado por observadores independientes, con participación de observadores con plena facultad de la Comisión Interamericana de derechos humanos, de las organizaciones defensoras de derechos humanos como Human Rights Watch o Americas Watch, y, en el caso de que estas condiciones no se cumplan, el exilio debe intentar, con todos sus recursos, ganar el apoyo internacional para declarar ilegítimos los resultados que proclame el gobierno castrista y, por tanto toda la estructura estatal y gubernamental sea declarada como intrusa, fraudulenta, usurpadora e ilegítima.

Pero ya se ha perdido tiempo para impulsar lo que debiera ser el imperativo del exilio cubano: movilizar la opinión internacional y los gobiernos de América Latina, Canadá y Estados Unidos, junto a la Union Europea para que se cumplan los presupuestos anteriormente señalados que se exijan para que los resultados del referendo puedan ser reconocidos internacionalmente.

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