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domingo, 3 de diciembre de 2017

ESTE HOMBRE NO ESTA LOCO

Pablo de Jesús. pablosocorro.com




Confieso que he llegado a pensar que estoy medio tostado porque suelo largarme tremendas parrafadas conmigo mismo. Lo estuve haciendo hasta la llegada de Fenris a esta casa. Ahora mi perro me sirve de oyente, y gira la cabeza ante cada frase que le suelto. Creo que el hablar solo es un mal de familia, porque mi viejo solía dispararse unos monólogos en voz alta, que hasta hacía contrapunteo de décimas guajiras entre él y su alter ego. Bueno, en verdad hay que estar algo crazy para meterse en una jaula a boxear con un gorila. O muy necesitado de ganarse los 20 pesos de recompensa; y mi papá El Gallego no sólo lo hizo, sino que le sonó tal tortazo al mono que éste se encaramó en lo alto de la jaula y no hubo Dios que lo hiciera bajar por el resto de la pelea. Él mismo se narraba su combate contra el gorila Timbalú, creyendo que estaba solo mientras daba raqueta a la yegua Cuca para lustrarle la pelambre. Mi hermano y yo nos escondíamos detrás del tanque de agua para escuchar el relato-soliloquio, y nos partíamos de la risa cuando el Gallego decía con voz enojada: "Ven, acércate cabrón. Ven mono hijoeputa que te voy a partir la crisma. Vamos, se machito".

Y parece que yo he heredado el mal. O la bendición de hablar sólo. Resulta que, según un estudio de una prestigiosa universidad americana, hablarte a ti mismo no solo es sano, sino que también es un signo de que eres un genio. Algunas de las personas más inteligentes en la tierra sostenían interminables soliloquios. Dicen que Albert Einstein hablaba consigo mismo. El sitio einstein.Org asegura que "solía repetir sus frases a sí mismo en voz baja". Y ya ven. El tipo se soltó la teoría de la relatividad y después se fue a tomar su té mezclado con café. De paso, les digo que una empresa checa de tés, ha sacado al mercado el llamado "Té Einstein" para los estudiantes. Va y en cualquier momento yo descubro la teoría de la irrelevancia, por mi afición al carajillo de la tarde: un café cargadito con ron.

Hasta hace unos años, hablar solo era cosa de orates. ¿Quién no tuvo un loquito en su pueblo o en su barrio que hablaba solo y nos entretenía con las chorradas de su magín en las tardes de abulia sin ron ni dominó? Locos que en cierta forma estaban más cuerdos que mucho que se dicen cuerdos porque podían decir verdades sin temor a represalias.

Pues no señores. La ciencia está tan adelantada que el hablar con uno mismo ya no es tener guayabitos en la azotea, sino "un comportamiento muy positivo y saludable", según el psicólogo de mi amigo Yeyo, quien siempre hace hincapié en la P de su profesión.

-Los grandes pensadores hablaban para sí mismos. Mira los monólogos interiores de los genios. ¡Mira la poesía! ¡Mira la historia! ─ me dice Yeyo, y no tengo más remedio que convenir con él ─. La historia ha demostrado que los conversadores interiores han hecho menos daño a la Humanidad que aquellos charlatanes de púlpito y estrado. Yo conocí ─ y padecí ─ a uno que se podía estar horas y horas hablando de como le entra el agua al coco y uno le aplaudía, aunque al final salía de la Plaza de la Revolución sin agua ni coco y si con un Patria o Muerte retumbándote en los oídos que te dejaba loco.

Siguiendo con el tema de la habladera en privado. Dicen los expertos ─ esa gente que sabe de todo y no ponen una nunca ─ que el chacharear contigo mismo hace que tu cerebro funcione de manera más eficiente, porque entre otras cosas, te ayuda a organizar tus pensamientos, te ayuda a alcanzar tus metas y ayuda a tu autoestima. Será por eso que en Cuba las metas siempre se sobrecumplen, ¡porque, mira que la gente habla! La autoestima del cubano es directamente proporcional a las mentiras que el mismo se dice.

Hablar con uno mismo hace que tu cerebro funcione de manera mas eficiente. Pero todos necesitamos hablar con alguien interesante, inteligente, que nos conoce bien y está de nuestra parte. ¿Y quién mejor que esa persona que nosotros mismos? Probablemente eres la persona más interesante que conoces.


Así que cuando vean que hablo solo no me interrumpan. Este hombre que les escribe no está loco. Cuando habla con su yo interior, está buscando la opinión de un experto.

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