Pablo de Jesús. pablosocorro.com
Confieso
que he llegado a pensar que estoy medio tostado porque suelo largarme tremendas
parrafadas conmigo mismo. Lo estuve haciendo hasta la llegada de Fenris a esta
casa. Ahora mi perro me sirve de oyente, y gira la cabeza ante cada frase que
le suelto. Creo que el hablar solo es un mal de familia, porque mi viejo solía
dispararse unos monólogos en voz alta, que hasta hacía contrapunteo de décimas
guajiras entre él y su alter ego. Bueno, en verdad hay que estar algo crazy
para meterse en una jaula a boxear con un gorila. O muy necesitado de ganarse
los 20 pesos de recompensa; y mi papá El Gallego no sólo lo hizo, sino que le
sonó tal tortazo al mono que éste se encaramó en lo alto de la jaula y no hubo
Dios que lo hiciera bajar por el resto de la pelea. Él mismo se narraba su
combate contra el gorila Timbalú, creyendo que estaba solo mientras daba
raqueta a la yegua Cuca para lustrarle la pelambre. Mi hermano y yo nos
escondíamos detrás del tanque de agua para escuchar el relato-soliloquio, y nos
partíamos de la risa cuando el Gallego decía con voz enojada: "Ven,
acércate cabrón. Ven mono hijoeputa que te voy a partir la crisma. Vamos, se
machito".
Y
parece que yo he heredado el mal. O la bendición de hablar sólo. Resulta que, según
un estudio de una prestigiosa universidad americana, hablarte a ti mismo no
solo es sano, sino que también es un signo de que eres un genio. Algunas de las
personas más inteligentes en la tierra sostenían interminables soliloquios.
Dicen que Albert Einstein hablaba consigo mismo. El sitio einstein.Org asegura que
"solía repetir sus frases a sí mismo en voz baja". Y ya ven. El tipo
se soltó la teoría de la relatividad y después se fue a tomar su té mezclado
con café. De paso, les digo que una empresa checa de tés, ha sacado al mercado
el llamado "Té Einstein" para los estudiantes. Va y en cualquier
momento yo descubro la teoría de la irrelevancia, por mi afición al carajillo
de la tarde: un café cargadito con ron.
Hasta
hace unos años, hablar solo era cosa de orates. ¿Quién no tuvo un loquito en su
pueblo o en su barrio que hablaba solo y nos entretenía con las chorradas de su
magín en las tardes de abulia sin ron ni dominó? Locos que en cierta forma
estaban más cuerdos que mucho que se dicen cuerdos porque podían decir verdades
sin temor a represalias.
Pues no
señores. La ciencia está tan adelantada que el hablar con uno mismo ya no es
tener guayabitos en la azotea, sino "un comportamiento muy positivo y
saludable", según el psicólogo de mi amigo Yeyo, quien siempre hace
hincapié en la P de su profesión.
-Los
grandes pensadores hablaban para sí mismos. Mira los monólogos interiores de
los genios. ¡Mira la poesía! ¡Mira la historia! ─ me dice Yeyo, y no tengo más
remedio que convenir con él ─. La historia ha demostrado que los conversadores
interiores han hecho menos daño a la Humanidad que aquellos charlatanes de
púlpito y estrado. Yo conocí ─ y padecí ─ a uno que se podía estar horas y
horas hablando de como le entra el agua al coco y uno le aplaudía, aunque al
final salía de la Plaza de la Revolución sin agua ni coco y si con un Patria o Muerte retumbándote en los
oídos que te dejaba loco.
Siguiendo
con el tema de la habladera en privado. Dicen los expertos ─ esa gente que sabe
de todo y no ponen una nunca ─ que el chacharear contigo mismo hace que tu
cerebro funcione de manera más eficiente, porque entre otras cosas, te ayuda a
organizar tus pensamientos, te ayuda a alcanzar tus metas y ayuda a tu
autoestima. Será por eso que en Cuba las metas siempre se sobrecumplen, ¡porque,
mira que la gente habla! La autoestima del cubano es directamente proporcional
a las mentiras que el mismo se dice.
Hablar
con uno mismo hace que tu cerebro funcione de manera mas eficiente. Pero todos
necesitamos hablar con alguien interesante, inteligente, que nos conoce bien y
está de nuestra parte. ¿Y quién mejor que esa persona que nosotros mismos?
Probablemente eres la persona más interesante que conoces.
Así que
cuando vean que hablo solo no me interrumpan. Este hombre que les escribe no
está loco. Cuando habla con su yo interior, está buscando la opinión de un
experto.
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