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jueves, 30 de noviembre de 2017

Un país sin educación política

(Desde Honduras y a propósito de sus elecciones)

Antonio Flores Arriaza. La Tribuna

Hace muchos años nació en el ámbito político el Partido de Innovación y Unidad (PINU) en 1970, la Democracia Cristiana (DC) en 1968 y la Unificación Democrática (UD) en 1992. Los tres partidos ostentando una ideología muy bien definida con la cual se presentaron al pueblo hondureño para que los considerara como opciones políticas para gobernar el país. El primero definido bajo la doctrina social-demócrata, el segundo presentando el cristianismo social auspiciado por la Iglesia Católica desde la encíclica Rerum Novarum en 1891 del Papa León XIII (que, no era algo nuevo con lo que se podía augurar un gran crecimiento en vista de que los hondureños eran mayormente católicos) y, el último como un partido socialista. Ninguno de ellos ha pasado de obtener muy pobres resultados. Los tres han mantenido su subsistencia legal con capacidades al borde del colapso. Así que la ideología no fue entonces algo que, a la vista de los hondureños, resultara para proponer alternativas políticas.

Más de cuarenta años han pasado y, se supone, el nivel educativo nacional debe haber mejorado, así como el desarrollo político de la población luego de varias décadas de vida democrática y de que, en el país, la política parece ser la primera agenda en la discusión de todos los días.

Ahora, recién hemos tenido un proceso electoral inédito. Lo ha sido porque en él han participado nuevos partidos políticos y, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) permitió la participación inconstitucional del actual Presidente del Ejecutivo para buscar su reelección, algo prohibido constitucionalmente. Pero, no sólo eso ha sido lo inusual. También lo ha sido la Alianza entre dos partidos preexistentes y su decisión de proponer a un candidato que no pertenece ninguno de ellos y que tampoco tiene un partido que lo respalde.

Esta Alianza conjunta un supuesto partido socialista con el partido social demócrata. Esto no es tan raro. Pero, si se hubiese funcionado ideológicamente, en esta alianza debió integrarse la Unificación Democrática (UD) que se supone también es socialista. Esto no ha sucedido porque la UD más bien se ha aliado con el partido de gobierno que, recientemente, se declaró social cristiano abandonando así, declarativamente, su origen liberal. Algo que en la realidad no ha ocurrido porque sus integrantes no han sido adoctrinados en estos supuestos nuevos principios y, este partido, es reconocido como de derecha. La guerra política se planteó entre la Alianza y el Partido Nacional. Se podría considerar que ideológicamente tiene sentido.

Pero, ¿quiénes integran a LIBRE, el supuesto partido socialista del Siglo XXI? Que fue creado bajo la sombrilla de Hugo Chávez y auspiciado por el chavismo venezolano. Es de sorprenderse que en este partido se han integrado empresarios y sacerdotes (católicos y cristianos), y sus seguidores. Esto resulta ideológicamente incongruente.

El pueblo se ha expresado en repudio hacia la violación constitucional por la búsqueda de la reelección del presidente del Ejecutivo. Pero, resulta, que el principal proyecto de la ALIANZA es buscar montar una Asamblea Nacional Constituyente para cancelar toda la actual Constitución y hacer una nueva. Es decir, Caperucita buscando al lobo para protegerse de la bruja. Esto es de lo más ilógico que se pueda pensar.

La ALIANZA se apellidó contra la dictadura, sin embargo, su candidato ha dado grandes, variadas y reiteradas evidencias de su vocación tiránica. Y, el principal poder “tras el trono” mostró su grandísima vocación tiránica cuando fue Presidente tratando de anular a los otros dos poderes del Estado e ignorando las leyes que regulaban su desempeño en el Ejecutivo. Así que, la Alianza muestra evidencias de que solamente busca sustituir a un tirano por otro. Realmente, esto no es raro en los gobiernos del Socialismo del Siglo XXI, según se evidencia en América del Sur y en nuestra vecina Nicaragua.

Por otro lado, nos encanta disfrutar de las libertades que nos ha brindado nuestra Constitución liberal, nos gustan las libertades que el liberalismo ha instaurado en el mundo occidental, nos encantan las diversas libertades que el liberalismo nos ha brindado. Nuestros trabajadores gozan de un Código del Trabajo liberal y el sindicalismo que los gobiernos liberales nos enseñaron como conquista a los trabajadores con garantías que en otros países del mundo ni sueñan tener. Nos gusta que las autoridades respeten nuestras garantías constitucionales que son herencia liberal. Aun los socialistas del patio luchan por conservarlas sin ofrecer nuevas conquistas en los derechos humanos y civiles. Pero, los hondureños, cada vez despreciamos las conquistas liberales y buscamos un gobierno opresor. Que incongruencia. Necesitamos mucha educación política, pero no ideologización impuesta. La libertad en todo es la gran conquista liberal.


ideasafa1@gmail.com

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