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sábado, 14 de octubre de 2017

Parricidio en Ecuador: el caso de Lenín Moreno y Rafael Correa


Felipe Burbano.


Diez años de poder mesiánico y narcisista parecen cerrarse en Ecuador bajo la conducción de Lenín Moreno, el actual presidente que llegó a la conducción del país apoyado en el báculo del líder de Alianza País, Rafael Correa. Dos banderas ha levantado el actual presidente de Ecuador, la primera, la lucha decidida contra la corrupción que se alojaba en las cámaras del correísmo y la segunda, la consulta popular para que se decida democráticamente sobre si se debe mantener o eliminar la figura de la reelección indefinida que Correa logró imponer en la constitución de Montecristi. El camino que emprende Lenín Moreno es el que conduce a una administración independiente desvinculada de la supervisión de Correa, algo que Felipe Urbano ha denominado “parricidio” como vía de transición política para hacer desaparecer al Padre de la mal llamada Revolución Ciudadana.


El relevo de liderazgo político dentro de Alianza País ha sido mucho más complejo y conflictivo de lo que imaginaron los intelectuales del movimiento y su militancia. Cinco meses después de la salida de Rafael Correa de la presidencia, tras diez años en el poder, se ha desatado una áspera disputa entre él y Lenín Moreno, su exvicepresidente y sucesor, que ha colocado al movimiento al borde de la división. El enfrentamiento muestra que a Moreno solo le quedaba la ruptura con Correa para generar una capacidad de gobierno propia, sin verse obligado a consultar o rendir cuentas de cada una de sus declaraciones y decisiones al expresidente y a la estructura de poder que este dejó montada dentro del gobierno.


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