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sábado, 18 de febrero de 2017

Lock him up!

Mario J. Viera



Donald Trump, el por ahora inquilino de la Casa Blanca, es un hombre que no tiene experiencia en cuestiones de política internacional y en temas militares, esto, dicho de manera políticamente correcta, en lenguaje común y llano, es un total ignorante en estos asuntos. De política internacional lo único que conoce es lo que ha leído en los periódicos, según él mismo lo ha confesado; en cuestiones militares, lo poco que aprendió de las enseñanzas recibidas en su adolescencia, en una especie de boot camp para hijitos de papá y, en el tema del armamento atómico, solo aquello que le enseñara un tío, que de lo único que era experto era en construcción de radares. Es por tales razones que necesita de adecuados asesores.

Y Trump busca y encuentra sus “adecuados” asesores en temas neurálgicos en cuestiones de estado y de Realpolitik, y los selecciona, con mucho cuidado, entre aquellos “expertos” que sean a su imagen y semejanza. Y encuentra a un Stephen Bannon, una especie de Marat de la ultraderecha que dirige una caricaturesca réplica de L’Ami du Peuple denominado Breitbart News, y a un Stephen Miller que coloca como asesor político senior, un personaje con mentalidad senil en un cuerpo de apenas 40 años de edad, un “creo-que-soy-el-mejor, lleno de prejuicios antihispanos e islamófobos, y la joya de la corona, Michael T. Flynn quien según dijera D.T. “es uno de los expertos más importantes del país en asuntos militares y de inteligencia y será un activo inestimable para mí y mi Administración”. ¡Y vaya “activo inestimable” que le resultó el teniente general Flynn, como su consejero de seguridad nacional!

Considerado como “uno de los oficiales de inteligencia más brillantes de su generación” y “un católico de origen irlandés apegado a la estabilidad de su familia”, como lo describe el director de la Red Voltaire, Thierry Meyssan ─ un militante del Partido Radical de Izquierda, que asombrosamente escribe un artículo favorable al Teniente General Flynn ─; se creyó algo así como un nuevo Aníbal, o un nuevo Alejandro. En 2012, el presidente Obama lo nombró como director de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), a lo cual nada opusieron los republicanos pues para ellos, el afiliado como demócrata, Flynn se trataba de un hombre “de línea dura” que se le veía como “intenso y tempestuoso”. En verdad era de línea dura y tempestuosa, tan dura, tan tempestuosa y tiránica fue su dirección sobre sus subordinados que estos, a sus modos de actuar prepotentes, y a “sus dudosas aseveraciones”, según el New York Times, denominaron “los hechos según Flynn”. Tuvo fricciones con sus superiores que no acataban sus métodos, hasta que finalmente en 2014 Obama tomó la decisión de destituirle del cargo que ocupaba. Esta fue la espoleta que hiciera estallar toda la furia de su resentimiento hacia el Partido Demócrata, en general, y, en particular hacia Barack Obama y Hillary Clinton y se acogiera a la sombra de D.T.

En agosto de 2015, en una entrevista de 47 minutos que le concediera a la cadena Al Jazeera, Flynn lanzó su preferida teoría de conspiración, que luego D.T. haría suya, de acuerdo con la cual el presidente Obama había tomado la “decisión deliberada” de dar apoyo a los grupos que conformarían al Estado Islámico con el propósito de derrocar al régimen del dictador sirio Bashar al-Asad. Lock him up!, el más apto, el de mayor visión, declaró, en octubre de 2016 al New York Times, que tanto George W. Bush como Barack Obama habían “llevado al país a un desastre tras otro por las razones incorrectas”.  

Y Flynn encontraría a Trump y hubo buena química entre ambos, sin importar que los polos iguales se repelen; y en la Convención Republicana en julio de 2016, el Teniente General retirado Michael Flynn fue uno de sus principales oradores. Y habló apoyando a D.T. y criticando duramente a Hillary Clinton y al Presidente Obama. “Estamos cansado de los discursos vacíos de Obama y su retórica (misguided) equivocada”, dijo y continuaría diciendo: “Esto, esto ha ocasionado que el mundo no respete la palabra de los Estados Unidos, ni le tema a nuestra fuerza”; el mismo lema que siempre agitara D.T. a lo largo de toda su campaña. Su voz asume la expresión de un delirante profeta: “Dios mío, la guerra no se trata de baños, La guerra no se trata de corrección política o de palabras sin sentido. La guerra se trata de ganarla. El mensaje que les doy es bien claro: ¡Despierta Estados Unidos! No hay sustituto para el liderazgo y la excepcionalidad de Estados Unidos”. Gratas palabras cargadas de nacionalismo demagógico que recibió gran aclamación de la muchedumbre. Entonces carga contra Hillary Clinton diciendo un sinsentido que pudiera alegarse en contra de D.T. al decir que los Estados Unidos no necesitan “una presidente imprudente que se crea por encima de la ley”, y agrega con gran entusiasmo: “Estamos diciendo esto, porque si yo... hubiera hecho un décimo de lo que ella hizo, ¡hoy yo estaría en la cárcel! Así es ¡Torcida Hillary Clinton abandona ahora la carrera!” Y junto y al compás de la frenética muchedumbre coreó: “Lock her up!, Lock her up!

Pero la vida da muchas vueltas... Hillary habiendo ganado los votos populares no fue electa presidente; Trump, gracias a las reglas que rigen para la elección indirecta obtuvo la nominación presidencial; el Teniente General retirado Michael Flynn fue designado como asesor general de seguridad nacional... el pasado 13 de febrero el intenso y tempestuoso Michael Flynn renunciaría ante el escándalo revelado de haber sostenido varias conversaciones con el embajador ruso Serguéi Kislyak en diciembre de 2016 sobre el tema de las sanciones que había dictado la presidencia de Obama contra Rusia por su injerencia en el proceso electoral de Estados Unidos  y por haber asistido a una cena en Moscú, por el décimo aniversario del canal de televisión pública Russia Today, compartiendo la misma mesa con Vladimir Putin.



Mintió Flynn y le mintió al Vicepresidente Mike Pence alegando que nunca había hablado con el embajador ruso sobre las sanciones o que le hubiera asegurado que el actual gobernante mantendría una actitud más amistosa hacia el Kremlin, sin embargo, los órganos de seguridad habían registrado las llamadas que ponían sin lugar a dudas que el tema de las sanciones sí fueron tratadas en la conversación entre Flynn y Kislyak. Como ha señalado Jan Martínez Ahrens de El País, los titubeos y ocultamientos de Flynn, “considerados por muchos como mentiras, han entrado a formar parte de un polvorín que, si el Departamento de Justicia quiere detonar, abrirán las puertas a una acción penal”.


Si Hillary Clinton hubiera hecho una décima parte de lo que Flynn hizo, hoy los trumpistas se arremolinarían buscando su linchamiento... Por tanto, ahora lo que queda por decir es: “¡Torcido Flynn, desista ya!” y que las muchedumbres coreen con entusiasmo: “Lock him up!

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