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jueves, 9 de junio de 2016

Comentado sobre la resistencia en Cuba (Comentario segundo)


Mario J. Viera

II
Hemos hablado de desafío político dirigido a alcanzar el apoyo de la población para restarles fuerzas a la dictadura y debemos insistir en este tema, desafío político; pero este desafío tiene como base lo político y, por tanto, se debe pensar políticamente. Y la política es un conflicto entre posiciones diferentes de poder; es la lucha por desplazar al adversario y ocupar su posición, tal y como se organiza una batalla militar: ocupar posiciones, sostenerlas y finalmente integrarlas; o como definiera Carl Schmitt en “El Concepto de lo Político”, “la esencia de las relaciones políticas es el antagonismo concreto originado a partir de la posibilidad efectiva de lucha”.  

El tiempo de lo político se conjuga en presente. Es lo que, en el momento, hoy, se requiere. Y el plan de lo político se tiene que fundamentar sobre la realidad actual, valga decir, Realpolitik, que como afirma el politólogo Fernando Mires, significa “hacer política de y en la realidad”. Si se descuida lo real objetivo a favor de lo ideal subjetivo se termina en el fracaso de todo empeño. La política es una práctica que tiene lugar en el plano de la realidad concreta de acuerdo a la dimensión exacta de las diferencias entre fuerzas antagónicas en el marco de la lucha por el poder; esta es una definición correcta de lo que sería pensar políticamente. Por tanto, se debe imperativamente pensar políticamente.

Volvamos a Carl Schmitt para definir el enemigo en el plano político: “El enemigo político ─ nos instruye Schmitt ─ no tiene por qué ser moralmente malo; no tiene por qué ser estéticamente feo (…) Es simplemente el otro, el extraño, y le basta a su esencia el constituir algo distinto y diferente en un sentido existencial especialmente intenso de modo tal que, en un caso extremo, los conflictos con él se tornan posibles, siendo que estos conflictos no pueden ser resueltos por una normativa general establecida de antemano, ni por el arbitraje de un tercero ‘noinvolucrado’ y por lo tanto ‘imparcial’”. Esto nos conduce a dos propuestas de Gene Sharp: Primero, no depositar las esperanzas de liberación en salvadores extranjeros como “las Naciones Unidas, un país en particular o sanciones internacionales económicas y políticas”. Segundo, no dar mayor influencia al diálogo o a las negociaciones entre demócratas y dictadura. “El triunfo lo determina con más frecuencia, no la negociación de un arreglo, sino el uso acertado de los métodos de resistencia más apropiados y poderosos posibles”.

En todo actuar político frente a una dictadura es imprescindible evitar la improvisación; cada paso que se dé debe ser previamente bien pensado.

La oposición debe prepararse para alcanzar el poder, y, por tanto, debe contar con líderes que posean cultura política. Es necesario estudiar sin dejar de actuar. Todo gobierno es un problema sumamente complejo y hay que estar preparados para tener la capacidad de enfrentar las complejidades del gobierno. Cuando esto se alcanza crece la confianza de los grandes grupos de la población en sus líderes.

Llegar al poder significa, restaurar la República; pero para instaurar la República hay que transformar, abatir las estructuras del Estado totalitario; significa una remodelación de todo el actual sistema legal. Remodelar el Poder Judicial y restablecer el Poder Legislativo transfiriendo el ejercicio de dictar las leyes al Congreso. Una tarea si se quiere titánica que debe enmarcarse dentro de específicas estructuras jurídicas. ¿Está la oposición cubana preparada para enfrentar estas transformaciones y gobernar al país? El talento y la cultura política que existe en el exilio puede ser de gran ayuda, pero no lo suficiente.

¿Partir de cero? No necesariamente. Primero, hay que rescatar la tradición legislativa y constitucional de la República y, para ello partir del reconocimiento de la Constitución de 1940 como el instrumento legitimador de la lucha política opositora y principio y guía para la formulación estatal. No es necesario legislar un nuevo documento constitucional, ni perder tiempo en programar una nueva Asamblea Constituyente, tiempo que se requerirá para las imprescindibles tareas que se requieren acometer para darle solución a los múltiples y complejos problemas que plantea el salto hacia la democracia.

Segundo, poner en vigor las leyes elaboradas en el país y que estaban vigentes antes del 10 de marzo de 1952. Código Civil, Código del Comercio, Código de Defensa Social (Derecho Penal); Leyes complementarias de la Constitución: Ley No. 13 de diciembre 23, 1948 (Creadora del Banco Nacional de Cuba), Ley 14 del 20 de diciembre de 1950 (Tribunal de Cuentas). Además, el Decreto Nº 2059, de 6 de octubre de 1933, publicado en la Gaceta Oficial el 9 de octubre de 1933 que declaraba la autonomía universitaria.

Toda la producción legislativa, bastante extensa de la República no se ha perdido. En universidades estadounidenses se encuentran útiles libros al respecto que recogen en sus páginas el texto de muchas importantes leyes; así también en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos pueden encontrarse muchos de los números de la Gaceta Oficial de Cuba. Consejos útiles para la reforma del Poder Ejecutivo se pueden encontrar en ensayos redactados por Alberto Luzárraga (“Reflexiones sobre un futuro Poder Judicial en Cuba” y “El Tribunal Constitucional: Elemento esencial de una Cuba Libre y Democrática. El Cómo y el Por Qué”).

La lucha contra la dictadura basada en la confrontación por medio de la noviolencia requiere, primero un núcleo dirigente con líderes políticamente preparados, que cuenten con asesores jurídicos y con activistas disciplinados que sepan vincularse con la población y estén capacitados para actuar como efectivos agitadores políticos. Alcanzar un nivel alto de organización política requiere constancia en el trabajo, inteligencia, decisión y sobre todo no actuar precipitadamente y a la vez no perder el tiempo. Una dictadura de más de cinco décadas no se abate en semanas, primero hay que estructurar la fuerza opositora, con paciencia y con astucia y sin perder de vista que siempre dentro de sus filas habrá infiltrado algún provocador de la policía política.


Paralelamente a la labor de activismo la oposición deberá ser capaz de dar cuerpo a un Movimiento de Apoyo Cívico de bajo nivel pero fundamental en apoyo y colaboración integrado con ciudadanos que, aunque simpatizantes con el movimiento opositor no estén dispuestos a participar en un activismo abierto.

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