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viernes, 1 de abril de 2016

No fue racismo… fue payasada


Mario J. Viera

Ver un artículo de opinión con un título tan sugestivo como ese de “Negro, ¿tú eres sueco?” ya de entrada llama la atención. La suspicacia aparece y se dice, “Hm, aquí está clara la insinuación racista”. Surge la pregunta de inmediato: “¿Quién escribió este artículo?” Debe ser algún blanco que se cree mejor humano porque tiene blanca su piel. La curiosidad invita a la lectura: ¿Quién es ese negro que se cree o se hace el sueco? Solo con leer el párrafo inicial se da uno cuenta de qué negro se trata: “Hace apenas unas horas, La Habana fue escenario de lo que, sin lugar a dudas, constituye la noticia más importante en mucho tiempo. El presidente de los Estados Unidos visitó la capital de las Mayor de las Antillas…” ¡Nada más y nada menos que el Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama! Evidentemente el artículo expresa desprecio hacia la condición racial de Obama y de paso se emplea el peyorativo decir que dice “hacerse el sueco” para indicar hipocresía… ¿Serán hipócritas los suecos?

Y la poca feliz expresión aparece en uno de los periodicuchos que circulan en Cuba, ese que se identifica como “Tribuna de La Habana”. Entonces de este lado del Estrecho de la Florida, tirios y troyanos, que es decir demócratas y republicanos afilamos nuestras plumas, o el tablero de la computadora, para caerle arriba al castrismo por esa manifestación de racismo, clara, evidente, tangible, presente en uno de sus medios informativos, pero… ¡Un momento! Descubrimos al autor de libelo. Su nombre, Elías Argudín. Y ¿quién carajo es este Argudín? ¡Sorpresa, Argudín es un negro castrista! Uno de esos tíos Tom que habitan en la cabaña de troncos del Partido Comunista de Cuba, que reciben paga para hacer loas a los prohombres del poder en Cuba.

Entonces uno piensa y analiza y no, no se trata de racismo; se trata de algo más humillante; algo que resulta sumisión indigna, de uno que se dice periodista; porque sí, quizá el escribidor estudió en la Escuela de periodismo lacayuno que fabrica aduladores y maestros en el arte de decir melifluas alabanzas y verdades a medias que son mentiras completas. Se trata solamente de una payasada, un chistecito para que los jefes le concedan una sonrisita.

Una payasada para unirse al coro de lenguaraces que se hacen eco del berrinche de los ancianitos del Comité Central porque alguien, en sus propias caras les dijera cuatro verdades. El pretende ser original con su chistecito, “al estilo de Virulo”; ¿al estilo de Virulo? Sí, Virulo es un humorista y trovador, pero… ¡Tan irreverente que es, que a veces sus chistes no caen muy bien en la tierra de los dinosaurios! Y él es como mismo dice del cubano que “tiene gran vocación para burlarse de todo, y ese es el choteo cubano, una manera de abordar la realidad a través de la burla”. Y ha compuesto una nueva canción mezcla burla, mezcla trova, con el título “Cuba sí, yanquis… ¿qué?”: “Yo nunca me imaginé/ que de repente consorte/ que el gringo se iba a volver/ mi camarada del norte…” Entonces, ¿se inspiró Argudín en aquella parte da la canción de Virulo donde se dice: “Mami, ¿qué es lo que quiere el negrito? / Tú no preguntes m’ijito…” Y en este uso de “negrito”, dentro del contexto de la canción nada hay de peyorativo.

Ahora, pregunto yo: “Mami, ¿qué quiere el negrito? / Congraciarse, m’ijito”.

Veamos lo más de interés que hay en el artículo de Argudín:

El segundo párrafo del artículo “Negro, ¿tú eres sueco?” así dice Argudín, presentando a Obama como un fallido César conquistador: “Obama vino, vio, pero desafortunadamente, con el pretendido gesto de tender la mano, también quiso vencer”. Es el empleo de la frase “veni, vidi, vici” que César utilizó en carta al Senado romano para describir su fulminante victoria en la batalla de Zela, es decir, el mensaje subliminal es: “Obama es el representante del imperio (César) y el imperio sigue siendo el mismo”; y Obama, el imperio, condiciona el avance en las relaciones, dice Argudín, “a peticiones que laceran la soberanía, en cuestiones que solo a los del patio atañen”. ¿Cuáles, según Argudín, son esas peticiones que “laceran la soberanía” planteadas por Obama ante la cara del Pequeño Hermano? ¿Acaso esto que dijo?: “Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de decir lo que piensan sin miedo de organizarse y criticar a su Gobierno, y de protestar pacíficamente; y que el Estado de Derecho no debe incluir detenciones arbitrarias de las personas que ejercen esos derechos. Creo que cada persona debe tener la libertad de practicar su religión en paz y públicamente. Y, sí, creo que los electores deben poder elegir a sus gobiernos en elecciones libres y democráticas”. Tal vez lo que lacera la soberanía cubana fueron estas palabras dichas por el Presidente de Estados Unidos: “Debiera ser más fácil abrir un negocio aquí en Cuba. Un trabajador debiera poder conseguir un trabajo directamente con las empresas que invierten aquí en Cuba. Dos monedas no deben separar el tipo de salarios que los cubanos pueden ganar”.

El tercer párrafo no tiene desperdicio, leamos: “Durante su estancia, elogio, ahora bien, sin importarle la acogida de los anfitriones y su condición de invitado, mucho más allá del reconocimiento, optó por criticar y sugerir, con sutilezas, en una velada, pero a la vez inconfundible, incitación a la rebeldía y el desorden, sin importarle estar en morada ajena. No cabe dudas, a Obama se le fue la mano”.

¿En qué se le fue la mano a Obama? ¿Incitó Obama, sutil y veladamente, “a la rebeldía y el desorden”? ¡Bingo! Ahí está la explicación de esa histeria de descalificaciones que han lanzado, desde el mismo instante en que Obama terminaba su discurso, primero dos ridículas marionetas repitiendo consignas, frases hechas y las acostumbradas falacias, después el mismo Fidel Castro balbuciendo tonterías y a continuación el coro; reflejo exacto de las limitaciones y temores del régimen artrósico de gobierno de un solo partido.

Veamos las “sutilezas” de Obama que incitan a la rebeldía y al desorden: “Cuba ─ señaló Obama para remarcar las diferencias esenciales entre el gobierno de los Castro y el gobierno de los Estados Unidos ─ tiene un sistema de partido único; Estados Unidos es una democracia multipartidista. Cuba tiene un modelo económico socialista; Estados Unidos, uno de mercado abierto. Cuba ha enfatizado el papel y los derechos del Estado; los Estados Unidos fueron fundados en los derechos de la persona individual”. ¿Qué más? Tal vez sea una incitación a la rebeldía esto que dijera el jefe de gobierno de Washington: “Y hoy, quiero compartir con ustedes mi visión de lo que puede ser nuestro futuro. Quiero que el pueblo cubano ─ especialmente los jóvenes entienda por qué creo que ustedes deben ver el futuro con esperanza. Y no es la falsa promesa que insiste en que las cosas son mejores de lo que realmente son, o el optimismo ciego que dice que todos sus problemas podrán desaparecer mañana. Es una esperanza que tiene sus raíces en el futuro que ustedes pueden elegir, y pueden conformar, y pueden construir para su país”. No, tal vez la sutil incitación de Obama se encierra en estas palabras: “…si se levantara el embargo mañana, los cubanos no se darían cuenta de su potencial sin una continuidad de los cambios aquí en Cuba”. ¿Cambios? ¿Quién necesita cambios en Cuba? ¡Somos tan felices, con la falta de alimentos, con nuestras casas en ruinas y las calles sucias y con todo el sistema de acueductos convertido en un desastre, con nuestros sueldos miserables, con la constante vigilancia de los órganos represivos, la Seguridad del Estado y la policía?

Si la incitación es sutil, así lo presiente Argudín, cuando escuchó esto que dijera Obama: “Internet debe estar disponible en toda la isla, para que los cubanos puedan conectarse con el resto del mundo y con uno de los grandes motores del crecimiento en la historia humana. Estados Unidos no limita la capacidad de Cuba para tomar estas medidas. Depende de ustedes (…) Si uno no puede acceder a la información en línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su máximo potencial. Y con el tiempo, la juventud va a perder la esperanza”. Hay más, Obama está incitando al desorden: “Estados Unidos no tiene ni la capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba. Cualquier cambio que venga dependerá del pueblo cubano”.

Obama incita a la rebeldía, ¿Cómo se atreve a decir cosas tales como esta?: “Ya está teniendo lugar una evolución dentro de Cuba, un cambio generacional. Muchos sugerían que viniera aquí y le pidiera al pueblo de Cuba que echara abajo algo, pero estoy apelando a los jóvenes cubanos, que son los que van a levantar algo, a construir algo nuevo. [En español] El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano”. Se le fue la mano al decir que el futuro tiene que estar en las manos del pueblo cuando, como lo debe entender Argudín, el futuro de Cuba solo puede descansar en la acertada dirección del Partido Comunista de Cuba, así lo debe creer Argudín, ¡es que el pueblo es tan estúpido!


Veamos y concluyamos con el cuarto párrafo del hermoso artículo de Elías Argudín: “Fuimos muy corteses, incluso al punto de dejarle hablar a solas (y a sus anchas) con los enemigos dentro de la propia casa, a fin de cuentas, está en contra del inhumano y cruel bloqueo; es una lástima que viniera a darse cuenta cuando ya está por finalizar su segundo mandato, y no tiene chance para otra reelección”. Pregunta ¿quién coño eres tú Argudín para dejarle hacer a cualquier dignatario extranjero en Cuba lo que crea correcto hacer? Eso le corresponde al gobierno, no a ti… ¡Esperen, que ahora me doy cuenta de algo! Argudín no es el vocero de sí mismo, sino vocero del Partido Comunista, solo repite lo que le ordenen que repita, al fin y al cabo, es tan sumiso como sumiso era el Tío Tom. Y no, no fue racista lo que escribió, fue payasada y servilismo.

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