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sábado, 24 de mayo de 2014

Calentamiento global, desafío moral






Guillermo Descalzi. EL NUEVO HERALD


El derretimiento de las masas polares es más veloz de lo previsto. Ha cruzado un umbral crítico, desatando eventos como una hilera de fichas de dominó, que caen garantizando la próxima caída y la exacerbación del calentamiento global. Así concluye la NASA en un estudio con 40 años de mediciones, datos y observaciones satelitales. “El sistema”, dice, “está en una suerte de reacción en cadena imparable”. Un estudio paralelo del Centro de Análisis Naval advierte que el cambio climático enfrentará naciones y ejércitos. El proceso se evidencia en tornados fuera de época y lugar; en el huracán que sopló sobre el mar frío de un octubre en Nueva Jersey, y en la Meca, donde cayó lluvia de 109° Fahrenheit, 43° Celsius. Es el inicio de un cambio de gran magnitud cuya realidad ya se ve pero se niega en ámbitos que unen el poder al dinero. Esa negación es más que errada. Es inmoral.


Estamos en la etapa inicial de un deshielo relámpago. Una enorme área cerca del Polo Norte, casi 1,000,000 de kms2, quedó sin hielo en el 2013. En la Antártida el deshielo es más dramático pero difícil de ver porque ocurre en la superficie continental, con flujos de agua que ahuecan el hielo encima.


El calentamiento está cambiando la circulación de vientos y corrientes marinas. Los estudios advierten que hacia el 2030 empezarán a perderse cosechas, con dislocación de grupos poblacionales, migraciones masivas, violencia civil y guerras por recursos. La temperatura a fin de siglo puede llegar a 70°C, 158°F, y el Ártico y gran parte de la Antártida podrían quedar sin nieve y hielo en verano. En el 2050 estaremos ante una extinción de especies. Es un fenómeno de extraordinaria rapidez en el tiempo geológico.


Una fractura del hielo en el Everest causó la reciente muerte de 16 sherpas, cerrando la montaña hasta nuevo aviso. La desaparición de glaciares ecuatoriales y tropicales seguirá su marcha, y significará el fin de la selva amazónica como se conoce hoy. Algo similar secó lo que fue sábana fértil en el Sahara, y desertizó el área al fin de la última glaciación.


La historia nos lleva al siglo cuatro antes de Cristo, cuando Piteas, aventurero y geógrafo helénico, viajó al Ártico, donde vio osos nadando. Lo llamó Lugar de Osos. Oso en griego clásico es artkos. Es el nombre con que lo conocemos hoy, Ártico. El Ártico de Piteas se mantuvo en relativa estabilidad hasta el siglo XXI. Ahora peligra la especie íntegra de osos que le dieron su nombre. Otro griego debe haber comprobado que en la Antártida no hay osos porque lo llamaron Lugar contra Osos, Ant Artkos. El deshielo antártico puede elevar el nivel del mar unos 10 metros. Para fin de siglo Miami Beach no será la playa que es hoy.


Piri Reis, cartógrafo otomano, trazó en 1513 un mapa del que quedan porciones con el contorno de la Antártida, que recién quinientos años después estamos terminando de cartografiar. ¿Cómo hizo su mapa? Copió cartas de navegación salidas de la oscura noche de los tiempos. Gustav Deissmann encontró el mapa en 1929, catalogando los libros del palacio de Topkapi, en Estambul.


Hay misterios que perduran porque no queremos creer la evidencia ante nosotros. Uno es la ubicación de la legendaria Atlántida. Gaio Plinio Secundus, Plinio el Viejo, dejó en su Naturalis Historia un relato de los habitantes de las Columnas de Hércules, como llamaban a los lados del ahora estrecho de Gibraltar, que no existía de 12 a 13 mil años atrás. Cuenta como el mar irrumpió entre Calpe y Abyla, las Columnas en España y África, y empezó a caer una catarata de mar por el hoy Gibraltar hasta un valle poblado debajo del hoy Mediterráneo, por donde el resto del Nilo fluía al Atlántico.


El último deshielo produjo el evento conocido como el Diluvio Universal. Los mares subieron 120 metros. Ahora se reanuda el deshielo y amenaza nuestra civilización heredera de la Atlántida.


El Diluvio también se dio en las Américas. Un esqueleto de 12 a 13 mil años de antigüedad, confirmada con carbono 14 y uranio/torio, se encontró en una caverna ahora bajo agua al noreste de Tulum, Yucatán. Es de una mujer joven en el Pleistoceno Tardío. La caverna se inundó cuando el mar subió al fin de la última glaciación. El fenómeno fue mundial.


Hay gente decente alineándose por interés electoral con el sector económico-político empeñado en negar el calentamiento. Necesitan el valor de su verdad, y actuar en base a ella. No hacerlo pasa de ceguera e interés a inmoralidad, y pasará a crimen cuando mañana muera gente por su negación de hoy. Niegan lo obvio, y seguimos edificando mega torres de mega lujo en playas alrededor del mundo. Así somos.

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