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jueves, 3 de octubre de 2013

La oposición desleal


Uva de Aragón. DIARIO LAS AMERICAS

Foto AFP
Son verdades de Perogrullo. La democracia es un pacto social entre gobernantes y electores. También entre partidos. Por eso cuando un candidato gana, el perdedor lo felicita y regresa a casita. La vida del país continúa su curso.

Uno de los principios esenciales de la política en Estados Unidos durante más de dos siglos ha sido “to compromise”; es decir, llegar a acuerdos, negociar. Es la regla del juego.

Existe otra norma básica: la oposición debe ser leal. Es decir, jamás coloca sus intereses particulares por encima del bienestar de la sociedad. Desde hace ya varios años, este pacto se está quebrando. Las raíces del mal quizás sean más antiguas, pero se han hecho muy obvias en los últimos años con los ataques tan atroces contra el presidente Barack Obama, electo y reelecto por los votantes.

No es cuestión en estos momentos de discutir los logros o fracasos de su gestión, sino de señalar que muchos han perdido el respeto al cargo del Presidente, independientemente de quien lo ocupe. No es buena señal. El largo discurso de Ted Cruz recientemente y el cierre del Gobierno porque el Tea Party desea impedir que se implemente la ley de salud asequible, conocida como Obamacare, es un triste ejemplo del resquebrajamiento del pacto social.

Las tácticas de Cruz y sus compinches son una muestra clara de oposición desleal. El señor Cruz miente. Incluso miembros de su propio partido han señalado, que aunque quisieran, el hecho de no aprobar la extensión del presupuesto y de cerrar el Gobierno, como han hecho, no impediría la implementación del Obamacare, que está financiado en gran parte por fondos que el Congreso está obligado a gastar. Así se ha comprobado ya, pues la ley ha entrado en vigor. O sea, el Tea Party mantiene al país secuestrado para obligar al presidente Obama a cambiar una ley que no les gusta, pese a que fue aprobada por el Congreso, y declarada constitucional por el Tribunal Supremo.

El presidente Obama y el líder de la mayoría del Senado Harry Reid (D-Nevada) no son culpables de que el Gobierno haya cerrado. Hacen bien en no aceptar el chantaje. Sería un precedente peligroso. Muchos republicanos dicen medias verdades, casi peores que las mentiras. Aseguran que las personas no encuentran trabajo porque los negocios no quieren pagarles el seguro médico que ahora estarían obligados a ofrecer si tienen más de 50 empleados a tiempo completo. Es cierto. Lo que no dicen es que muchos de estos negocios tienen ganancias millonarias y no desean disminuirlas. Es la avaricia lo que prevalece.

La oposición desleal oculta verdades, como los beneficios del Obamacare, pues muchos podrán recibir cuidados de salud pese a condiciones médicas previas, tendrán oportunidad de mantener a los hijos en sus pólizas hasta los 26 años y no perderán su cobertura si sufren una enfermedad catastrófica. Además, habrá pólizas a precios razonables, con lo cual los ciudadanos tendrán acceso a medicina preventiva, una ventaja individual y colectiva.

Me parecería más sensato aceptar una ley que ya ha entrado en vigor y ayudar a ajustar sus aspectos negativos, que poner la nación al borde del precipicio, como han hecho. Cuando se aprobó el Seguro Social y años después el Medicare ─ ambos durante administraciones demócratas ─ muchos pusieron el grito en el cielo. Quisiera que los lectores de esta columna se preguntaran a sí mismos, si estos programas, pese a sus fallos, no los han beneficiado a ellos o a sus padres.

Hay más. El efecto del cierre del Gobierno no sólo perjudicará a los empleados federales y a los que reciben sus servicios, sino que va a tener un impacto inmediato y dañino en la Bolsa de valores, y en las cuentas de IRA de muchos retirados, ahora que el mercado comienza a recuperarse. En realidad, las pérdidas económicas son billonarias. Es otro de los males provocados por la oposición desleal.

Irónicamente, no creo que sean los ciudadanos promedios ─ que en su inmensa mayoría desaprueban el desempeño del Congreso ─ ni la prensa ni el presidente Obama ni los demócratas quienes pongan freno a la irresponsabilidad alarmante del Tea Party y sus representantes en la Cámara. La presión vendrá de las instituciones financieras, los bancos, Wall Street, que a su vez la recibirán de China y Japón. A estos países poco les importa Obamacare, pero tienen un gran interés en mantener la estabilidad económica y social de los Estados Unidos. Nadie más asustadizo que un inversionista. Si son inteligentes, el Tea Party, Ted Cruz y compañía les pondrán los pelos de punta.

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