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lunes, 26 de agosto de 2013

Verano de 1978. ¿Te acuerdas del Festival?


Las desenfadadas chicas europeas sin ajustadores impresionaron a más de uno. La colorida ropa, los pelos largos y los zapatos tenis de los recién llegados, contrastaban con la estética lastimera de las vestimentas socialistas de los cubanos. 

Camilo Ernesto Olivera Peidro. CUBANET

El 28 de julio de 1978,  Cuba estaba sacudiéndose la resaca de los duros años posteriores al fracaso de la Zafra del 70. La sombra gris del Congreso de Educación y Cultura de 1971, seguía gravitando sobre la isla. El influjo de Europa del Este y el eje soviético vía CAME, se respiraba, y se comía.

La Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) la dirigía Luis Orlando Domínguez, quien diez años después, en 1987, se enredó en un sonado escándalo de corrupción. El tenebroso Blas Roca había contribuido a bordar la nueva Constitución en 1976; una Carta Magna, hecha a la medida de Fidel Castro y su camarilla. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) enviaban hombres y armas a la República de Angola, disfrazados, ocultos, en barcos de la marina mercante. Los gobiernos de Cuba y Estados Unidos habían establecido, en 1977, oficinas consulares en La Habana y Washington, respectivamente. Los vuelos de “La Comunidad” arribaban y el recién estrenado Hotel Tritón era el hospedaje impuesto por el gobierno a los visitantes, aunque les sobraran familiares en la isla ansiosos de albergarlos. Los cubanos emigrados que llegaban  a ver a sus familiares tenían que lidiar con los desmanes de una aduana local corrupta, cuyos “perros de presa”  decomisaban y extorsionaban de manera impune. Las regulaciones aduanales de 1979,  les dieron una patente de corso.

En medio de este panorama, en esos días finales de julio de 1978, la capital cubana recibió a más de 18 mil jóvenes provenientes de una veintena de países. El dolor de cabeza número uno para los genízaros de la policía política, eran los chicos provenientes de países del occidente capitalista. Para ellos se montó un gran show, al estilo Potemkin. Los barrios a donde  llevaron esas delegaciones, fueron elegidos y estudiados con un detenimiento milimétrico.

En meses previos,  redadas policiales sacudieron a varias zonas de La Habana. El gobierno ordenó “esconder la basura debajo de la alfombra”. Los guías y acompañantes cubanos de los jóvenes delegados al evento, paraban la oreja respondiendo a órdenes estrictas del G-2. Sin embargo, todo era asombro y desconcierto entre los adolescentes cubanos de entonces. Las desenfadadas chicas europeas sin ajustadores impresionaron a más de uno. La colorida ropa, los pelos largos y los zapatos tenis de los recién llegados, contrastaban con la estética lastimera de las vestimentas socialistas de los cubanos.  El discriminado rockero o “pepillo” del barrio, resultaba ser el que mejor conectaba con los invitados. Mientras tanto, algunas agrupaciones de rock, provenientes de países socialistas, actuaban en la céntrica esquina de G y 23. Por esos días salía al aire, en el canal seis de la TV nacional, el programa Para Bailar. Un grupo de muchachos y muchachas muy jóvenes animaban la emisión. Todavía se recuerdan el carisma de Salvador Blanco, la picante sensualidad de Caridad Ravelo, la inolvidable belleza de Lily Rentería…y por ahí andaban también debutando Néstor Jiménez, Mara Roque, Albertico Pujol.

Seremos mil gaviotas, más, que vuelan sobre el mar”, decía una estrofa de la canción titulada En busca de una nueva flor, tema de aquel  XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. La cantaba Argelia Fragoso y la había compuesto Mike Porcel. Nadie podía imaginar que esa frase resultaría  premonitoria. Dos años después, las “gaviotas” fueron los 125 mil cubanos que huyeron por el puerto de Mariel en busca de un mejor futuro, y en el 89, el mismo Mike Porcel, sometido al ostracismo desde 1980, también escaparía de la isla.

Casi dos décadas después, en 1997, la megalomanía de Fidel Castro trajo de regreso a la isla el Festival de la Juventud y los Estudiantes. Esta vez, al igual que en 1978,  el día de la inauguración fue el 28 de julio. Pero Cuba ya no era la misma. El mundo tampoco, ya no había Unión Soviética, ni CAME., ni comunismo en Occidente. La puesta en escena del régimen cubano tenía otros decorados y buscaba aupar el turismo que aportara los dólares que los rusos habían dejado de enviar. En ese momento, la presidenta de la UJC era Victoria Velázquez,  una muchacha de voluminosas caderas, a quien no ayudaron a amortiguar su estrepitosa caída. Poco después del Festival, era destituida por corrupción; esto ocurría a diez años de la defenestración de Luis Orlando Domínguez, supuestamente por el mismo motivo. 

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