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miércoles, 13 de febrero de 2013

Un buen discurso y una mediocre respuesta


Mario J. Viera

El buen discurso: el pronunciado por Barack Obama sobre el Estado de la Unión; la respuesta mediocre: la dada por Marcos Rubio.

Los republicanos deseando congraciarse con la comunidad hispana ─ en gran parte determinantes en la reelección de Obama ─ echaron mano a la estrella del Tea Party, el americano de segunda generación hispana, Marcos Rubio para pronunciar la respuesta al discurso del Presidente. El resultado no pudo ser peor. Marcos, ¡Ay, Marquitos! Fue opaco, monótono y carente de emoción.

Como es habitual en el senador republicano inició su perorata haciendo mención a su papá y a su mamá, que ahora no llegaron a los Estados Unidos huyendo del comunismo, sino como inmigrantes que vinieron buscando la “oportunidad para mejorar sus vidas y ofrecer a sus hijos la posibilidad de una vida mejor”. Continuó repitiendo las eternas tesis republicanas ácratas, ya gastadas y alegando los mismos sofismas sobre el gobierno pequeño circunscripto solo a las funciones de “protegernos, hacer cumplir las reglas y ofrecernos cierta seguridad frente los riesgos de la vida moderna”, nada más y que las grandes corporaciones dicten e impongan sus criterios sin ningún tipo de regulación, de protección a los trabajadores ni protección al consumidor.

Obama en cambio había definido: “No es un gobierno más grande lo que necesitamos, sino un gobierno más sensato que establezca prioridades y que invierta en un crecimiento generalizado”.

Hay razones válidas ─ expresó el senador, sin argumentar cuáles son esas válidas razones ─ para estar preocupados por el plan del presidente para crecer el gobierno. Pero cuando algunos de nosotros cuestionamos la agenda del presidente, él y sus aliados usualmente responden atacando nuestros motivos”.

Pobre respuesta a lo planteado por Obama cuando dijo: “Tenemos la tarea por cumplir de cerciorarnos de que este gobierno haga su labor en nombre de los muchos, y no de los pocos; que este fomente la libre empresa, recompense la iniciativa individual, y le abra las puertas de la oportunidad a todo niño en todas partes de esta gran nación”.

Rubio refiriéndose al esfuerzo necesario para llegar a formar parte de la clase media dijo: “Esta oportunidad – de ser parte de la clase media o más, sin importar donde se inició uno en la vida – no provino del gobierno. Se trata de una economía vibrante en la que la gente arriesga su propio dinero para abrir negocios. Y cuando tienen éxito, emplean a más personas, que a su vez invierten o gastan su dinero, ayudando a otros a iniciar un negocio y crear puestos de trabajo”.

Mediocre réplica a lo expuesto por Obama cuando expresó: “El pueblo americano no espera que el gobierno solucione todos los problemas. Ellos no esperan que los que estamos en esta sala estemos de acuerdo en todos los asuntos. Sin embargo, ellos sí esperan que pongamos los intereses de la nación por encima del partido. Ellos esperan que forjemos un compromiso razonable donde nos sea posible (…) No podemos fomentar la clase media simplemente pasándoles el costo del cuidado de la salud o de los estudios universitarios a las familias que ya enfrentan dificultades, ni tampoco forzando a las comunidades a dejar cesantes a más maestros, policías y bomberos. La mayoría de los estadounidenses, tanto Demócratas, como Republicanos e independientes, entiende que no podemos simplemente hacer recortes para llegar a la prosperidad”.

Una respuesta escueta, lacónica, dicha como de pasada dio la estrella del Tea Party a lo que expusiera el Presidente sobre el cambio climático cuando dijo: “Exhorto al Congreso a que procure encontrar una solución al cambio climático de carácter bipartidista y basada en el mercado, como en la que John McCain y Joe Lieberman colaboraron hace unos años. Pero si el Congreso no toma medidas pronto para proteger a las generaciones futuras, yo lo haré. Yo le daré instrucciones a mi Gabinete para que formule medidas ejecutivas que podamos tomar, ahora y en el futuro, para reducir la contaminación, preparar a nuestras comunidades para las consecuencias del cambio climático, y agilizar la transición a fuentes de energía más sostenibles.

La alusión al tema por el senador republicano fue decir simplemente: “Si se le señala (al Presidente) que no importa cuántas leyes aprobamos, nuestro gobierno no puede cambiar el clima, se nos acusa de querer agua sucia y aire sucio”.

Las leyes no cambiarán el clima pero las regulaciones con respecto a las emanaciones de gases tóxicos pueden ayudar a hacer menos agudo el problema. Los republicanos no quieren esas regulaciones porque ellos son partidarios del libre accionar de las grandes corporaciones en su libérrimo mercado.

Cuando no hay leyes que impongan medidas de control de las emanaciones de cloruro de hidrógeno, esta sustancia en la atmósfera se transforma en ácido clorhídrico que contamina las lluvias, formando el fenómeno de las lluvias ácidas que tantos efectos perjudiciales han producido en zonas del sur de Canadá, especialmente en su provincia de Nova Scotia. Se ha señalado  que en el nordeste de Estados Unidos, el 65% de la lluvia ácida se compone de ácido sulfúrico, 30% de  ácido nítrico y 5 % de ácido clorhídrico. Reproduzco un dato tomado de internet que señala que “miles de lagos del este de los EE.UU., son demasiado ácidos para los peces. Se estima que más de 300 lagos en Canadá tienen un pH inferior a 5, el nivel al que mueren la mayor parte de los peces; otros 48.000 están amenazados. Las truchas y los salmones no se reproducen ya en nueve ríos acidificados de Nova Scotia”.

Sería recomendable que el Senador se documentara un poco con respecto a los efectos nocivos que se producen en la naturaleza como consecuencia de los desprendimientos de gases nocivos, antes de opinar festinadamente sobre el tema del cambio climático.

Rubio hizo una referencia al tema de la reforma de inmigración, muy vaga y evitando profundizar en el tema que fuera esbozado por Obama cuando afirmó: “Una reforma verdadera significa contar con una sólida seguridad fronteriza. Podemos aprovechar el progreso ya logrado por mi Administración: hemos desplegado más fuerzas en la frontera sureña que en ningún otro momento de nuestra historia y hemos reducido los cruces ilegales a sus niveles más bajos en 40 años”. A esta declaración presidencial el monótono discurso del republicano acotó que “primero tenemos que cumplir con las promesas del pasado, asegurar nuestras fronteras y aplicar nuestras leyes”. ¿En qué rayos se diferencia esta sesuda observación del senador Marcos Rubio de lo que había expuesto Barack Obama?

Obama expuso los principales aspectos de la reforma inmigratoria tal como la entiende, así dijo: “Una reforma verdadera significa establecer un camino responsable para ganarse la ciudadanía. Un camino que incluya aprobar una verificación de antecedentes, pagar impuestos y abonar una multa significativa, aprender inglés y ocupar su lugar correspondiente en la cola, detrás de aquellos que están tratando de residir legalmente en el país”.

¿Qué plantea el senador del Tea Party hablando por el Partido Republicano? Sencillamente tomando como base ayudar al crecimiento económico propone una política de robo de cerebros con “un sistema de inmigración legal que nos permita atraer a los mejores y más brillantes profesionales del mundo y asimilarlos a nuestra forma de vida”. Nada dice  de buscar un camino hacia la ciudadanía de los inmigrantes indocumentados.

¿Y cuál es la posición discrepante del senador sobre la propuesta de Obama de control de las armas de asalto? Así dice al respecto como si fuera el vocero de la Asociación Nacional del Rifle: “Todos sentimos el dolor tras la reciente tragedia en Connecticut. Necesitamos lidiar con la violencia en nuestro país. Pero disminuyendo los derechos constitucionales de los estadounidenses bajo la Segunda Enmienda no es la manera de hacerlo”. ¿Qué propone el senador para “lidiar con la violencia” sin primero restringir el acceso a las armas automáticas de asalto que no son simples escopetas de caza?

Su posición al respecto es enclenque ante los firmes argumentos del Presidente Obama cuando dijo: “La abrumadora mayoría de los estadounidenses, aquellos que creen en la Segunda Enmienda, ha unido fuerzas en torno a una reforma de sentido común, como las investigaciones de antecedentes que harán que sea más difícil para los criminales obtener un arma. Senadores de ambos partidos están colaborando en la redacción de nuevas leyes severas para evitar que alguien compre armas para su reventa a los criminales. Los jefes de policía están pidiendo nuestra ayuda para eliminar de nuestras calles las armas de guerra y los cargadores masivos de municiones, porque están cansados de que se les supere en cantidad y potencia de armas”.

Obama consideró que los padres de Hadiya Pendleton, muerta por armas de fuego, merecen un voto, como lo merece la congresista Gabby Giffords víctima del tiroteo de Tucson; como también merecen ese voto las familias de Newtown y las familias de Aurora, como las “familias de Oak Creek, Tucson, Blacksburg y de un sinnúmero de otras comunidades desgarradas por la violencia armada todas merecen un simple voto”. Ese dolor que dice sentir el senador Marcos Rubio por la tragedia de Connecticut ¿le impulsará a dar su voto en contra de la poderosa Asociación Nacional del Rifle y a favor de “proteger a nuestro más apreciado recurso, que son nuestros niños” como definió Obama?

Estoy seguro que el discurso de Barack Obama sobre el estado de la Unión será histórico. La réplica mediocre del Senador republicano del Tea Party, Marcos Rubio, apenas merecerá un comentario para luego caer en el olvido.

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