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viernes, 8 de febrero de 2013

La Habana capital de Venezuela


Mario J. Viera
Quién hubiera podido prever en aquel lejano año de 1823 ─ cuando Simón Bolívar intentaba la anexión de Cuba a la Gran Colombia manipulando los hilos de la conspiración que se conoció como de los Soles y Rayos de Bolívar ─ que 189 años después sería Cuba quien se anexara a la Venezuela bolivariana.

La Habana se ha convertido en la capital de Venezuela. La sede del gobierno venezolano reside ahora en una habitación hospitalaria de La Habana, y desde ese cubículo oloroso a cloroformo se imparten los decretos y órdenes que deberán regir en Venezuela. El jefe del Ejecutivo venezolano se difumina en una fantasmal presencia a la sombra y cuidado de los Castro.

Y a La Habana van los turiferarios del espectral gobierno venezolano a entrevistarse con el mandatario al que solo ellos y los Castro ven, escuchan y conocen de su estado de salud. Elías Jaua, el novísimo canciller venezolano, vuela a La Habana para “consultar orientaciones” con…, dice que con Hugo Chávez, el presidente no juramentado y casi en el exilio, sobre el tema de la reunión de la Celac que se realizó en Chile. ¡Claro está! También aprovechó para “una reunión de trabajo y en función de realizar un conjunto de acuerdos de cooperación y acuerdos políticos” con el gobierno castrista. ¿Soy acaso suspicaz para colegir que esa “reunión de trabajo” se hizo solo con el propósito de recibir órdenes del castrismo? Es que eso de “acuerdos de cooperación y acuerdos políticos” con los Castro da mucho a las sospechas.

La talanquera está cerrada. Venezuela se encamina hacia un chavismo sin Chávez bajo el control y auspicio del régimen castrista dirigido al establecimiento de un sistema totalitario de socialismo fidelista.

A propósito, viene a mi mente lo que a mediados del 2004 me dijera una venezolana: “Nosotros, los venezolanos no somos como los cubanos, jamás aceptaremos el comunismo”. Pocos meses después, el 15 de agosto de ese año se realizaron en Venezuela las elecciones revocatorias. El resultado polarizó a la nación, pero el 58% de los electores que ejercieron el voto lo hicieron a favor del continuismo de Chávez. Los venezolanos entonces no se diferencian mucho de los cubanos de los primeros años del gobierno de Fidel Castro.

Ahora, con Chávez en realidad virtual, en Venezuela, como apunta Pompeyo Márquez en Ultimas Noticias, la “dependencia con respecto a Cuba raya ya con la indignación”. La soberanía venezolana “se encuentra por el suelo: un Presidente enfermo, literalmente secuestrado en la isla. Fidel lo monitorea, los funcionarios viajeros primero se entrevistan con Raúl Castro como paladinamente lo confiesan. La injerencia de los cubanos es cada día más alarmante. El chorro de dólares de virtual regalo a los Castro es incuantificable”.

Definitivamente, Venezuela parece estar necesitando un nuevo Bolívar; no ese de pacotilla que fabricó Chávez a su imagen y semejanza, sino uno como el joven que hizo un solemne juramento en la cumbre del Aventino, en el Monte Sacro de Roma y lo cumplió en la Batalla de Carabobo. Un Bolívar que abata a los oportunistas y ponga de rodillas a los vendepatrias entregados a la tiranía castrista; un Bolívar que declare la nueva independencia venezolana y La Habana deje de ser la capital de Venezuela.

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