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viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Ha cambiado el Miami cubano?


Oscar Peña. EL NUEVO HERALD

José Montoya, uno de los líderes de la religión afrocubana en Miami, me ha hecho una pregunta muy interesante: ¿considera usted que las nuevas generaciones cubanas han desplazado el poder de la extrema derecha en Miami?

La respuesta requiere meditación para no atropellar la verdad. La realidad es que no se puede contestar en blanco y negro porque no se trata de poderes, sino de formas de mirar y valorar el panorama cubano. Pensemos en cuantas viejitas y viejitos cubanos sin más poder que su exiguo retiro después de trabajar muy duro coinciden también en el pensar intransigente igual al de un alto funcionario cubano de un banco o el propietario de una empresa o dirigente de una organización política de veteranos exiliados cubanos. La respuesta más cercana a la verdad es que han sido los propios primeros exiliados en general con su desvinculación por muchos años de la vida de Cuba los que se han aislado al tratar de “estar midiendo” a los cubanos de hoy por sus pasadas vivencias y formas de pensar.
La evolución del exilio cubano es algo que hace mucho rato se veía venir y ha sido un grave error humano y político de los más conocidos rectores del exilio cubano no haber sabido hacer mudanza a tiempo de sus viejos pensamientos. Se quedaron rezagados y han perdido crédito político ante su pueblo. Se ven como extraterrestres. Los cubanos huían del extremismo dentro de la isla y encontraban extremismo en Miami. Los veteranos exiliados han ido teniendo una acumulación de errores que los ha aislado del sentir de sus compatriotas de la isla. Las nuevas generaciones rechazan el castrismo y huyen de Cuba, pero tampoco se suman a los anticastristas porque los ven – enfrentados al régimen y sin olvidar nunca a Cuba – pero muy parecidos en formas y abrazo a la intransigencia.

La falta de apoyo popular a las tradicionales organizaciones de los exiliados, la baja audiencia de los programas cubanos en las emisoras de radio, la escasa asistencia a actos políticos, va a obligar – ya ha obligado – a los viejos rectores exiliados a ir cambiando su inefectivo y almidonado discurso a la antigua. Los que tienen buena voluntad hacia el futuro de Cuba y un mínimo de inteligencia y sentido común se van percatando que la edificación y continuación de la nación cubana es Entre Todos sin odios, ni rencores. Entiendo que es muy difícil admitirlo pero en el caso cubano todos tenemos una porción de culpa.

Tengo una buena noticia: se observa a una gran mayoría de los primeros exiliados definitivamente progresando y dejando de creer en esas griterías radiales que han perdurado por muchos años y que tanta avería y perjuicio a hecho al proceso de emancipación de Cuba al dejar desamparado al pueblo cubano sin un faro de luz y un punto de referencia de lo que deseamos para su cercano futuro.

Hoy ya hay muchas esperanzas que Miami está avanzando y reflejando una mejor imagen al pueblo cubano de la isla y al mundo. La elección de Joe García es una irrefutable prueba. No se trata de ideología, ni de ser afiliado al Partido Demócrata o al Republicano, ni de nada personal con David Rivera. Se trata que el ganador se percibió más cerca del pensamiento del exiliado y del cubano de la isla que el perdedor. Incluso los senadores y congresistas republicanos de origen cubano que siguen en sus puestos tendrán que cambiar sus enfoques o también pierden.

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