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sábado, 4 de agosto de 2012

Fin de un ciclo


Venezuela enfrenta el final de un ciclo político donde se muestran dos caras, una la del candidato presidencial luchando desesperadamente para lograr ser reelecto y otra cara fresca, segura y llena de esperanza de salvar a un país sumido en la pobreza y violencia ilimitada

Alberto Lovera. TALCUAL DIGITAL

Hay signos que nos indican que está terminando un ciclo socio-político en nuestro país. Se desgastaron y frustraron las promesas con las que llegó el que entonces era el nuevo elenco al poder político. Tras 14 años no pueden convencer que lo que vendría si ellos permanecen al mando sería distinto. Más de lo mismo o peor de lo mismo. La capacidad de invención se desvaneció. La gente se cansó de esperar.

Este ciclo empezó preñado de esperanzas que se han ido desvaneciendo. La gente aspira a un nuevo camino que haga posible una ruta de progreso para nuestro país y sus habitantes. Está cansada de tanto enfrentamiento que no deja espacio para el acuerdo; de tantos proyectos que no se concretan, de tanta ineficiencia; de tantos problemas que se agigantan en vez de resolverse.

Aquella fuerza arrolladora que mostraba el líder que emergía y sus seductoras promesas ya no están presentes. El tiempo es implacable, ha transcurrido el equivalente a tres gobiernos de la época de la república civil, cómo justificar que ahora sí se darán respuestas asertivas después de tener tanto dinero y tanto poder concentrado y no atinar sino fallar. Cómo encubrir que a todo lo que le pone la mano el gobierno lo degrada.

 El candidato a una nueva re-elección se muestra como un pícher cansado, a la defensiva, que batalla como siempre lo ha hecho, pero que no puede esconder la pérdida de sus condiciones para un buen desempeño. Está rebasado por su retador, que ahora es el signo de lo nuevo, de la energía que hace falta para atender los retos que tenemos por delante como sociedad.

Los signos de que estamos en las puertas de un nuevo ciclo socio-político se muestran no sólo por el desgaste de quienes ejercen el poder, también por la potencia de la alternativa que emerge.

Ya no es un personaje mesiánico que tendría la varita mágica para conjurar nuestros problemas, ahora emerge un líder que convoca al trabajo colectivo y al crecimiento personal de los venezolanos.

 Su plan de vuelo para la Venezuela del progreso y la inclusión es de esfuerzo mancomunado donde todos tenemos algo que aportar. El Estado, las comunidades organizadas y el sector privado buscando articularse para alcanzar metas y proyectos compartidos, para conciliar intereses diversos, sin negar y reconocer las diferencias.

 Estamos en una encrucijada donde hay la posibilidad de abrirle cauce a un nuevo ciclo que se muestra como necesario para construir sin los errores del pasado y del presente un camino que haga posible que en vez del enfrentamiento, prive el acuerdo, la conciliación de los diferentes intereses y el respeto a las diferencias.

 Es lo que vamos a dilucidar en las elecciones presidenciales por venir. La decisión será de los ciudadanos que con su voto podrán abrirle la puerta a un nuevo ciclo socio-político. Hay muchos signos que la gente ya quiere sustituir a un conductor cansado y sin nuevas ideas por uno que nos convoque a un esfuerzo colectivo para una Venezuela reconciliada y con mejor calidad de vida de sus habitantes.

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