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martes, 31 de julio de 2012

Farsa en tres actos


Mario J. Viera

¿Cayó finalmente el telón de la Farsa en Tres actos dirigida, producida y manipulada por el Gobierno de Raúl Castro y la Seguridad del Estado? Así lo deben creer. Con el último Editorial del diario Granma de este martes, el gobierno de Cuba ha puesto punto final al caso Payá, para él se trata de un caso cerrado. Sin embargo… Todo parece indicar que tras la farsa se oculta la tragedia, la real, la verdadera. La verdad y la razón aún están por develarse.

En una secuencia bien estudiada para construir su coartada, los órganos de inteligencia castrista pusieron en escena una farsa en tres actos que como en toda farsa se presentan los temas con cierta manipulación para hacerles creíbles o verosímiles.

El 22 de julio, un auto en el que viajaba el líder del Movimiento Cristiano Liberación, Oswaldo Payá en compañía del activista Harold Cepero y dos europeos, sufrió un espectacular accidente en el que perderían la vida los dos opositores cubanos. Minutos antes, según declarara la familia de Payá, en Suecia se había recibido mensajes de texto enviados por Jens Aron Modig, uno de los dos europeos que iban en el carro, notificando que eran acosados por un vehículo intentando sacarles fuera de la carretera.

La noticia se expandió rápidamente por todo el mundo. La sospecha de un atentado en contra de Payá comenzó a abrirse paso. Las declaraciones gubernamentales eran imprecisas y poco diáfanas, lo que hacía que se incrementaran las sospechas de una acción punitiva por parte de la Seguridad del Estado, y mucho más luego que se conociera que poco antes del accidente un vehículo en que viajaba Payá había sido impactado por un camión volteándole sobre la vía.

Ante el posible escándalo internacional, el gobierno decidió hacer pública su versión de los hechos a través de los medios oficiales de la televisión y de la prensa escrita, toda de propiedad gubernamental.

El Primer Acto de la farsa se abría con una nota informativa del Ministerio del Interior donde se presentaba la posición oficial basada en los resultados del peritaje realizado por la policía, con tales incongruencias que viciaban las conclusiones a las que se había llegado.

Al no convencer del todo el informe policiaco, el régimen castrista corrió el telón para presentar un patético Segundo Acto dividido en dos cuadros, la divulgación de un vídeo donde se presentaba a Angel Camarrero, el ciudadano español que conducía el vehículo siniestrado, confirmando la versión oficial. Camarrero no fue presentado en vivo ante la prensa.

Camarrero indicó en su declaración que iba a 80 km por hora pero que cuando tuvo el accidente no miró el cuentamillas, por lo que no podía precisar de manera exacta a que velocidad iba. Indicó a continuación: “frené porque vi el bache y la arena y accioné el freno. Perdí el control del coche porque habíamos entrado en una zona  con grava y perdí la estabilidad y la dirección ya no funcionaba y no pude mantener el coche, y ya no recuerdo más. A nosotros no nos dio ningún vehículo por la parte trasera”. Debe ser un hombre poseedor de una gran frialdad de ánimo que le permitió durante el incidente, que a cualquiera puede alterar los nervios, darse cuenta que había entrado en una zona con grava.

Camarrero enfrenta una sanción de hasta diez años de privación de libertad, si no colabora “al esclarecimiento de los hechos”.

Para cerrar su patética confesión Camarrero dijo: “En cuanto a las noticias que me han dejado leer, le pido a la comunidad internacional que por favor se centre en sacarme de aquí y no en utilizar un accidente en tránsito, que podría haberle pasado a cualquier persona, con fines políticos”. Ese es el temor fundado de Camarrero, que no se convierta en caso político, quiere que lo saquen de Cuba; no quiere podrirse por diez años en una cárcel castrista.

El Segundo Cuadro, del Segundo Acto tuvo como intérprete principal al sueco Aron Modig, presidente de la Liga Juvenil del Partido Demócrata Cristiano de Suecia contestando preguntas de la prensa oficialista cubana y corresponsales extranjeros.

Respondiendo a una pregunta de la reportera de la BBC, Modig declaró: “No tengo recuerdo de que haya habido algún otro auto involucrado en este accidente”. Similar respuesta le dio a la reportera de Juventud Rebelde: “No vi nada anormal. Era un accidente”.

La reportera de Telesur, Fabiola López le preguntó en cuanto a la veracidad de lo afirmado por la familia de Payá que había enviado mensajes de texto a Suecia informando que el auto en que viajaba había sido embestido por otro, Modig declaró:

Yo estaba simplemente informando que estaba bien después del accidente. Envié mensajes de texto, no sé a cuantas personas, después del accidente. No le envié mensaje a la hija de Payá. No recuerdo, solo informaba que me encontraba bien después del accidente”. ¿Será que el sueco había perdido la memoria reciente como consecuencia del trauma recibido en el accidente? No lo creo. A veces es mejor olvidar algunos detalles  y no poner en peligro la libertad personal. Preferible es comprender la gravedad de lo por él hecho y, eso ¡Claro está!, cuando habló con la policía cubana, como declarara. Habría que acotar que fue cuando habló con los oficiales de la Seguridad del Estado que saben ser bien persuasivos.

Finalmente, a una pregunta formulada por Andrea Rodríguez de AP sobre la sinceridad de sus declaraciones y si cuando regresara a Suecia no cambiaría su declaración, respondió: “Mis  disculpas son honestas. Todos los cubanos con los que me he reunido aquí en Cuba han sido amables, me han tratado bien

En este Segundo Acto se omitió un aparte de los dos protagonistas, que pudiera redactarse del siguiente modo: “¡Recórcholis, en fin de cuentas esta bronca no es mía! Lo único que quiero es salir de aquí espantando la mula”.

Como quiera que el Segundo Acto no es muy convincente, a no ser que se sea demasiado ingenuo o no se conozca como actúa la policía política en un estado totalitario, el gobierno castrista decidió abrir un Tercer Acto.

El Tercer Acto es el Editorial del martes de Granma. Es el más tétrico. Su redacción le recuerda a cualquiera la retórica de la obra de George Orwel, 1984 y el obsoleto discurso de la guerra fría y de los juicios políticos del estalinismo. Su título, demagógico y cursi: “La verdad y la razón”.

Aparece en escena un Polichinela rojo que clama:

Solo los más vociferantes de la mafia anexionista de Miami acusaron a Cuba de haber realizado un asesinato político”.

Se quedaron perdido en las penumbras del siglo XIX cuando había una importante corriente anexionista, hoy, quizá exista algún cubano que crea que lo mejor para Cuba pudiera ser convertirse en un estado de la Unión americana; pero la mayor parte del exilio cubano no piensa así. No hay un solo cubano que haya acusado a Cuba de realizar un asesinato político. No es Cuba la que está bajo la mira de las acusaciones, sino el gobierno castrista. Los aberrantes ancianos del partido comunista, los usurpadores del poder político cubano no son Cuba, quizá ellos sean parte de Cuba, minoritariamente, pero parte de Cuba, como son todos los que se les enfrentan en Cuba y en Miami.

El Polichinela del Tercer Acto balbucea: “La Nota Informativa del Ministerio del Interior, publicada el pasado viernes 27, cerró el paso a la infame insinuación, con testimonios irrefutables de peritos y testigos presenciales, incluidos los dos extranjeros participantes en el trágico suceso”.

La nota informativa, incluidas las declaraciones de “los dos extranjeros participantes en el trágico suceso”, solo aumentó la sospecha de que algo oscuro esconde el régimen. A nadie, pienso le puede quedar dudas de que todo el proceso ha sido manipulado.

Ofelia Acevedo, viuda de Payá, no está convencida de lo irrefutable de la tal nota. “Pedí y sigo pidiendo que me dejen hablar con los dos muchachos”, aseguró para agregar: “No me fío de nada que venga del régimen”, Y denuncia Ofelia: “Nos han aflojado cuatro veces las tuercas de las ruedas del vehículo de Oswaldo para provocar un accidente. El último susto lo tuvimos el 2 de junio, cuando íbamos en el carro y recibimos un impacto que nos sacó de la carretera. ¿Por qué iba a fiarme ahora de las autoridades?". Lo pone en duda el activista por los derechos humanos Elizardo Sánchez Santacruz cuando dice: “Este es un Gobierno que se caracteriza por manipular la información”.

El Polichinela castrista se busca un Brighella para echarle la culpa de todo: “el monopolio financiero-mediático, que tradicionalmente difama a Cuba, se concentró en enaltecer a los supuestos ‘luchadores por la libertad’ sin respetar límites éticos ni la muerte de seres humanos, lamentable en cualquier circunstancia” y arroja su injurioso lenguaje: “es bien sabido que, en nuestra tierra, la contrarrevolución siempre ha sido y es mercenaria. Son vulgares agentes que el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados pagan, abastecen e instruyen. Traicionan a su Patria por unas monedas”.

¿Quién con ofensas convence? Sin respetar límites éticos, ni la muerte de seres humanos, como dice el Granma, ellos no respetaron la memoria de Oswaldo Paya cuando acusan de “minúsculo y contrarrevolucionario” al Movimiento Cristiano Liberación que presidía Payá, y por tanto, según la calificación que dieran de los opositores como “vulgares agentes del gobierno de los Estados Unidos y sus aliados” y por tanto traidor a la patria, a una patria que no les pertenece a los que se entregaron al imperio soviético, a los que viven de las limosnas que les ofrece Hugo Chávez, que proclamaron como mártir a Gadafi, que apoyan a la tiranía sangrienta de al Assad. El castrismo no es Cuba, sino la excresencia de lo más pútrido de nuestra sociedad.

Conclusiones:

Los tres actos de la nueva farsa castrista no convencen. Hay un hecho. Carromero entró en el terraplén a 80 km por hora, pero no se ha descartado con argumentos confiables que no estuviera huyendo de un vehículo acosador, que antes intentara sacarle del camino.

El sueco Modig no negó rotundamente que hubiera enviado un mensaje de texto denunciando que estaban siendo acosados, solo emitió un “no recuerdo” y se salió por la tangente hablando de los mensajes que enviar luego del accidente para informar que estaba bien. Es evidente que él no convocó la conferencia de prensa donde hizo sus declaraciones. La conferencia de prensa fue organizada por la seguridad del estado, como, a no dudarlo, condición para permitirle abandonar el país.

La última palabra todavía no está dicha. La sospecha todavía está vigente.

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