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martes, 20 de diciembre de 2011

¿Hay comunistas malos y comunistas buenos?

Mario J. Viera.

Todo parece indicar que para muchos políticos occidentales y muchísimo en los Estados Unidos hay dos tipos de comunistas, los buenos y los malos, dependiendo de cómo se miren las cosas, de cómo consideren sea lo más pragmático o lo más políticamente correcto.
Para los malos se reclaman cuantas medidas sean necesarias para aislarlos si por lo menos no puedan eliminarles. Y es cierto, hay comunistas malos y malísimos; malos son los Castro; malísimos son los de la dinastía Kim,  y entre malísimos, malos y buenos existe la categoría de regularmente malos como Chávez, Correa, Ortega y Morales.
¿Y los buenos? Ah, esos son los comunistas de China y de Viet Nam. Al menos de estos comunistas se hacen pocas críticas.

Encuentro de Richard Nixon con Mao Zedong en Beijing, 21 de febrero de 1972.
Contra el régimen comunista chino no existe ningún congresista que intente presentar proyectos de ley que condene las violaciones de derechos humanos en ese país; no hay uno solo de esos congresistas que ose proponer detener los intercambios culturales entre Estados Unidos y la China comunista; ninguno propone una ley que limite las visitas a ese país o se haga un recorte a las remesas que sus naturales residentes en Estados Unidos envíen a sus familiares en territorio chino. Ninguno, ni republicanos ni demócratas. Es que los comunistas chinos no son tan malos. Dejaron de ser malos desde 1971, cuando la administración del súper anticomunista Richard Nixon tendió una rama de olivo al régimen maoísta.
Pero Richard Nixon era republicano ¿Y qué? Convenía entonces amigarse con los comunistas chinos para incrementar los conflictos entre los chinos y los comunistas soviéticos; pragmático ¿verdad? Atrás quedaría en casi olvido la “revolución cultural” lanzada por Mao cinco años atrás, es que los comunistas chinos pueden ser nuestros amigos, solo que habría que limar algunas asperezas como la de esa isla de Taiwan que insistía en denominarse República de China.
Para resolver esa fricción solo habría que hacer una modificación en la política internacional. El 25 de octubre de 1971 la Asamblea General de la ONU aprobaba con 76 votos a favor, 35 en contra y 17 abstenciones la expulsión del representante de la República China de su escaño en el organismo internacional y se le daba ingreso a los comunistas chinos con derecho a formar parte del Consejo de Seguridad y al ejercicio del veto.
Nixon realizó una visita de una semana a la República Popular China, estrechó las manos con Mao Zedong y a su retorno declaró:
“Ésta fue una semana que cambió el mundo, tal como hemos dicho en el comunicado, no es tan importante como lo que haremos en los próximos años para construir un puente sobre 16.000 millas y 22 años de hostilidades que nos han dividido en el pasado. Y lo que hemos dicho hoy es que debemos construir ese puente”.
Y se construyó el puente con inversiones de capitales de Estados Unidos y de Europa, con el traslado de empresas americanas al territorio chino... es que los chinos son tan eficientes, no tienen sindicatos exigentes y se conforman con salarios que para un americano sería considerado como miserable. Lo que importa es que el mercado funcione, que se respete ese derecho súper sagrado de la propiedad privada, un elemental derecho humano; no importa si se pisotean otros derechos, lo que importa es que el capital funcione y obtenga réditos.
Luego ocurriría la matanza de la Plaza de Tian'anmen, el 4 de junio de 1989. En 2010, 21 años después de los hechos de Tian’anmen, Philip J. Crowley, secretario de las oficinas de asuntos públicos del departamento de Estado dio a conocer un comunicado en el que el gobierno de Barack Obama exigía "la liberación de aquellos que están detenidos (en China) por haber participado en protestas pacíficas” y reclamaba que se esclarecieran las muertes y desapariciones que se produjeron en Tian’anmen, asi como la protección de los derechos humanos de todos los ciudadanos. De ahí no pasó la denuncia. Es que hay comunistas y comunistas.
En 1977, Jinmy Carter asume la presidencia de Estados Unidos. El no se buscó problemas con los comunistas chinos sino que continuó la política de acercamiento iniciada por Nixon, el duro, es más, restableció las relaciones diplomáticas y comerciales con la China comunista trasladando su reconocimiento diplomático de Taiwán a China continental; todavía más, reafirmó el Comunicado de Shanghai que recogía la exigencia china de que solo hay una China y que Taiwán forma parte de la República Popular China. Bueno, según los republicanos Carter era un presidente demócrata y los demócratas son tan complacientes con los comunistas...
Pero hay otros comunistas mucho más buenos que los chinos, esos son los antiguos enemigos vietnamitas. Resulta que John McCain resaltó las buenas relaciones entre Estados Unidos y Viet Nam, las que juegan un importante papel para mantener la paz y la estabilidad en la región sub asiática.
En verdad apenas se menciona Viet Nam en los medios occidentales, como si no existiera. Lo más que se resalta sobre Viet Nam  es los intentos de reforma económica emprendidos por el presidente del gobierno vietnamita Nguyen Minh Triet y su Primer Ministro Nguyen Tan Dung.
Como el régimen vietnamita es de los considerados comunistas buenos, George W. Bush con el respaldo de la Secretaria de Estado, Condoleezza Rice y de influyentes congresistas, y en contra del deseo de grupos de exiliados vietnamitas y defensores de los derechos humanos visitó Viet Nam y se reunió amigablemente con Triet. Por supuesto, como es costumbre de todos los gobiernos comunistas, con la excepción de los diabólicamente más malos, como es el caso de Corea del Norte, el gobierno vietnamita liberó a dos importantes opositores, un regalito de “buena voluntad” para Bush, el abogado Le Quoc Quan y el periodista Nguyen Vu Binh, este último condenado en 2002 a siete años de prisión acusado de espionaje por haber publicado en internet artículos sobre la violación de los derechos humanos en Viet Nam.
Siguiendo el modelo chino en 1986, el Sexto Congreso del Partido Comunista de Vietnam, planteó una serie de reformas económicas conocidas como “Renovación”, quizá sea este programa el antecedente para las “reformas económicas” aprobadas por el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba (Valga la coincidencia) que los comunistas cubanos  denominan “actualización”.
En un informe del 2010, la Federación Internacional para los Derechos Humanos con sede en París indicó: "El opulento estilo de vida de muchos cuadros del Partido Comunista y de funcionarios de gobierno contrasta crudamente con la pobreza de la población común en Vietnam, donde 77 por ciento de la mano de obra es empleada en la agricultura y en la economía informal", Nada que hasta donde hay comunistas buenos se cuecen las mismas habas que donde existen los comunistas malos, como puede ser visto bajo el régimen castrista.
Los adoradores del fetiche del mercado insisten en decir que donde hay reformas económicas ya con eso basta, que la propiedad privada y el negocio privado de por sí garantizan el ejercicio de la democracia y el respeto de la libertad del ciudadano; y si la realidad de los hechos desmiente sus pretensiones, entonces se hacen de la vista gorda y se concentran en solo dos comunismos malos, Corea del Norte y Cuba.
Tal vez, si Raúl Castro, después que Tánatos cargue con Fidel Castro, se decide por iniciar reformas económicas más profundas que las que hasta ahora emprende, su comunismo deje de ser malo, aunque se mantenga el régimen de un solo partido y se persiga implacablemente a los opositores. Entonces ya no se seguirá hablando mal del castrismo, no se intentará limitar los viajes de cubanos a su país ni se tratará de poner obstáculos a sus remesas.
Digan lo que digan, piensen lo que piensen los amigos del mercado y de las reformas económicas, no existen comunistas buenos, los puede haber peores pero en definitiva, el comunismo es el enemigo de la libertad, es el violador por naturaleza y esencia de los derechos humanos. El comunismo sea el que sea, comunismo con mercado o comunismo con economía centralmente planificada es definitivamente cruel, asesino e intolerante. No hay comunismo bueno ni regular, el sistema comunista es malvado.

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