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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Cuba: Cromos villanos

Iván García. Blog DESDE LA HABANA
La hija del Che, Aleida Guevara

Todos tenemos una lista de tipos que despiertan nuestros peores instintos. Da igual que usted sea un connotado demócrata, liberal a ultranza o convencido marxista.

No importa que uno vaya los domingos a la iglesia o cuente hasta diez, para serenarse, cuando sus nombres aparecen en los medios.

Amar y despreciar es una cualidad exclusivamente humana. Y como todo terrícola tengo mis cromos de seres despreciables. Se los presento. En contra de lo que muchos piensan, ninguno de los hermanos Castro exacerba mis manías ni en mi mente convocan un rosario de maldiciones.

Sí, Fidel Castro ha sido un pésimo gestor de la Nación. Caudillo a pruebas de bombas y un autócrata fastidioso. El General Raúl Castro, actual presidente, es otro dinosaurio político que por gobierno entiende un clan de leales.

Todo aquel que piense diferente es un enemigo jurado. Ya se sabe que los Castro solo gobiernan para sus partidarios. Con todo, aún soy capaz de leer completa una ‘reflexión’ del viejo comandante o dispararme un discurso de Castro II, quien por suerte no habla mucho.

Al dueto de Birán que ha gobernado en Cuba en los últimos 53 años, los tengo como adversarios políticos. Pero sus peroratas, alocuciones o escritos siempre dan pie forzado para redactar una nota rebatiéndolos.

Hay otros personajes dentro del mapa mediático de mi país, incluso extra frontera, que la primera reacción que me provocan, es salir corriendo a inscribirme en un partido nazi.

La lista es corta. En primer plano destaca Aleida Guevara, la hija del Che. Me irritan sobremanera sus declaraciones estalinistas, sus giros extranjerizantes, a pesar de haber nacido y vivido toda su vida en Cuba, y su cara dura.

Quiere vendernos la imagen de una bolchevique monolítica, pero detrás se esconde un alma empresarial que reclama y cobra cada dólar de marketing con la efigie de su padre.
Armando Hart

Le sigue Armando Hart. Vaya lío que me provoca el ex ministro de Cultura. Jamás he podido leer un texto suyo íntegramente. Es un verdadero tostón. Qué farragoso e inteligible me resultan sus artículos, con esa combinación letal que hace del ideario martiano, manuales marxistas y adoración icónica a Fidel Castro.

Siempre paso la página cuando veo su firma. Me da pena con los jefes de redacción que tienen que incluir sus abominables teques. Hart despierta en mí el censor que muchos llevamos oculto.

En cualquier sociedad que se respete, este anciano se quedaría sin trabajo. Excepto en Cuba. La minicolección de cromos villanos la completa Mariela Castro.

Con la hija del militar que nos gobierna me ha sucedido una conversión de criterio. Antes le tenía cierto aprecio por su tolerancia hacia los homosexuales y por intentar abrirles un espacio cerrado a cal y canto por su tío y su padre.

Pero luego, de golpe, he comprendido que es una embustera de la peor calaña. Una marioneta que pretende mostrar un rostro liberal inexistente en Cuba. Sus declaraciones en el Barrio Rojo de Amsterdam son para halarse los pelos.

Deben archivarse y que sirvan como ejemplo en una cátedra de lo que un político o una figura pública nunca debiera decir. Si fuese muda quizás pasara inadvertida. Pero habla, y qué cosas.

Además, Mariela quiere conformar una quinta columna con gays, travestis y jineteras. La única premisa es que apoyen el ideario político del clan familiar. Todo lo demás vale.

Cuando los gobernantes están de vuelta, o en el ocaso, se suelen aliar con cualquier sinvergüenza, con Dios y hasta con el diablo, en pos de legitimar sus disparatadas políticas.

En otro nivel, pero igualmente repelentes, están los presentadores Randy Alonso, de la Mesa Redonda (sobre todo cuando ríe), y Rafael Serrano, el bigotón histriónico de los insulsos noticieros. Cuando empiezan a hacer de las suyas  apago la tele. Qué pesados son los dos.

Mi otro personaje maldito es el irracional presidente venezolano Hugo Chávez. Pero el de Barinas se merece una crónica aparte.

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