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viernes, 21 de octubre de 2011

Sobre la ruina de la industria azucarera de Cuba

Un artículo de Alberto Méndez Castelló
Azúcar y revoluciones
Central Delicias
PUERTO PADRE, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Delicias, el central azucarero construido en 1911 por la compañía estadounidense Cuban American Sugar, con 780 mil arrobas de caña de capacidad de molida diaria, afortunadamente continuará produciendo en esta cosecha.
La noticia es halagüeña, pues si bien el Central Delicias es el mayor productor de azúcar de Cuba -aunque en esta cosecha sólo produjo poco más de 60 mil toneladas cuando en 1953 ya producía más 658 mil-, sus más cercanos competidores, los Centrales Chaparra y Manatí ya hace mucho que fueron desmantelados, con todo y sus 600 mil y 700 mil arrobas de capacidad de molida diaria.
Por el camino que van, pronto en Cuba los centrales azucareros serán instituciones de museo, o ruinas como la de los desaparecidos ingenios haitianos.
Según se informó en el Consejo de Ministros efectuado el pasado 24 de septiembre, en Cuba ya sólo quedan 56 centrales azucareros, de los 161 expropiados por el gobierno en 1960.
Ruinas del Central Jobabo
En la cosecha 2011-2012, que ya está por comenzar, sólo producirán azúcar 46 centrales, algo así como los que en las décadas del 40 y el 50 del pasado siglo producían solamente en la antigua  provincia de Oriente, sólo que lo hacían con  mayor capacidad de molida y mejor rendimiento industrial.
En la antigua provincia de Oriente – territorio que abarcan hoy las nuevas provincias de Las Tunas, Holguín, Granma, Bayamo, Santiago de Cuba y Guantánamo – en 1943, según la revista Cuba Contemporánea, editada por el  Centro Editorial Panamericano, existían 40 centrales azucareros.
Trece eran de propiedad cubana, 17 estadounidenses, 5 canadienses, 3 españoles, 1 de propiedad inglesa, fundado en 1886, y otro de propiedad francesa, construido en 1859.
En conjunto, los 40 centrales orientales tenían una capacidad de molida de más de 10 millones de arrobas diarias, y téngase en cuenta que el Central Preston, el de mayor capacidad diaria de molida -800 mil arrobas-, en 1943 alcanzó un 14,55 %  de rendimiento industrial, algo inusitado para estos tiempos.
Cinco de estos centrales exportaban su azúcar por el Puerto de Santiago de Cuba, 6 por el de Boquerón, 4 por Antilla, 1 por Banes, 8 por Manzanillo, 2 por Puerto Padre y 1 por cada uno de estos puertos: Media Luna, Tarafa, El Deseo, Manatí, Niquero, Guantánamo, San Ramón, Nuevita, Caimanera y Cayo Mambí.  El resto efectuaba sus embarques de forma local.
Para ampliar cifras obsérvese la cantidad de empresas, establecimientos, sindicatos personas naturales y jurídicas y familias que, a través del azúcar, se enriquecían o simplemente obtenían el sustento diario en Cuba.
Nadie pretende ocultar la inequidad y lo pernicioso del latifundio y el monocultivo en esa época, pero resulta que hoy es mucho peor, pues si antaño algunos miles de propietarios, entre los que existían no pocos ambiciosos, pero también personas dadas a la bondad y  a la equidad, mantenían en producción la mayor parte de la tierra arable de este país, hoy unos pocos, poquísimos, amparados con una máscara de bondad, han confundido a toda la nación, haciendo baldía la tierra arable del país. Son ellos quienes hoy propician, multiplicados por mil, los males que criticaban ayer.
Nadie, con al menos un soplo de humanidad, puede confabularse con el esclavismo. Pero es innegable que la  Revolución Haitiana de 1804 determinó la catastrófica desaparición, brusca y sin transición, del hasta entonces primer suministrador de azúcar y café al mercado internacional, convirtiendo a Haití en uno de los países más miserables del planeta.
Más cercana en el tiempo, la revolución cubana del 1ro de enero de 1959, aunque con un bien enmascarado programa en favor de los humildes, no ha hecho sino hundir en la pobreza, no a unos pocos, sino a toda la nación. Al paso que vamos, pronto muchos cubanos podríamos ser tan pobres, como los haitianos de hoy.

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