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viernes, 21 de octubre de 2011

Obstinados los republicano en torpedear cualquier medida de Obama

Mario J. Viera
Miembros del Tea Party manifestando en Washington
Tal parece que los republicanos no se han percatado que en las calles de muchas de las más importantes ciudades de Estados Unidos se manifiesta el descontento airado de los representantes del 99% de la población. Siguen empecinados en su atrincheramiento en contra del presidente afroamericano.
No hay soluciones válidas para la jauría ultraconservadora del Partido Republicano y su rémora reaccionaria del Tea Party. No proponen soluciones inteligentes para enfrentar la crisis que agobia a la mayoría de los estadounidenses y obstaculizan cualquier propuesta emanada del Ejecutivo. Su objetivo no es el bienestar de los Estados Unidos ni la solución de los graves problemas que penden sobre la economía. Su objetivo es favorecer a las grandes corporaciones que les proveen de los jugosos aportes para sufragar sus campañas y que en gran parte son responsables de la crisis.
Agitan el miedo de la lucha de clases y son ellos, en cambio, los que llevan a cabo una verdadera lucha de clases en la que no se enfrenta a los trabajadores a los ricos, sino que oponen a los trabajadores y a la clase media el poder de las grandes corporaciones y Wall Street.
Obstinados en su aberración ideológica hacen todo lo posible por torpedear cualquier medida, cualquier iniciativa que adelante el presidente Obama. Para nadie puede ser desconocido que el aferramiento a cualquier ideología puede conducir al fracaso en al país en que se imponga un modo particular de ver el mundo; recuérdese el colapso del imperio soviético, recuérdense los desastres que provocó al mundo el fascismo y el nazismo. Los pueblos no se mueven al compás de los dogmas de una ideología. No me cansaré de repetir que las ideologías son cárceles del pensamiento, camisas de fuerzas para la razón.
Parece no darse cuenta del fracaso de las tesis económicas impuestas por la Escuela de Chicago y no se resignan a proponer reformas a sus dogmas económicos.
Los bolcheviques de Lenin propusieron todo el poder a los soviets, los republicanos parecen ahora proponer todo el poder a Wall Street.
La pasada semana los republicanos lograron bloquear en el Congreso el proyecto de la Ley de Empleos; ahora en una votación de procedimiento, cierran el paso a la iniciativa presidencial de llevar todo el proyecto para su discusión por partes, esta vez la que proponía la entrega de 35 mil millones de dólares a los estados para permitirles contratar a maestros, policías y bomberos.
El rechazo republicano se sustenta en su capricho de no gravar con impuestos a los más poderosos y ricos, con el alegato de que ellos generan empleos. Falso del todo. La generación de empleos es fundamentalmente obra de las pequeñas y medianas empresas.
Piensan que frenando cualquier medida de Obama dirigida a paliar el morbo del desempleo sería beneficioso para él en vista a las elecciones del 2012 y eso no pueden admitirlo, tienen que deshacerse del, para ellos, detestable presidente. No quieren darle oportunidad alguna de ganar su reelección aun a costa de que la economía vaya al vertedero y continúe creciendo el desempleo. Esas escalofriantes cifras de desempleo alegran a los republicanos porque pueden afectar significativamente las aspiraciones de Obama para un nuevo mandato; por tanto nada harán para hacer que el desempleo disminuya. Hay que llamar las cosas por su nombre sin los eufemismos de lo políticamente correcto.
En la puja política a veces quienes parecen perdedores pueden salir airosos por los errores y horrores de sus oponentes. Al Tea Party le ha salido una contrapropuesta poderosa. Quizá en los próximos comicios los republicanos sean la minoría absoluta en ambas cámara congresionales. Sus candidatos siguen enseñando el pelaje de lobo que tratan de ocultar bajo la piel de una oveja.

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