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jueves, 4 de agosto de 2011

Las limitadas reformas del socialismo cubano.

Mario J. Viera.  Englewood, Florida.

Al cierre de la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el gobernante Raúl Castro refiriéndose a los obstáculos que se presentan para el cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso consideró, en general, que eran debidos a factores subjetivos o psicológicos ─ “la barrera sicológica formada por la inercia, el inmovilismo, la simulación o doble moral, la indiferencia e insensibilidad” ─ presentes en los encargados de materializar esos acuerdos.
Advirtió, además Castro “que toda resistencia burocrática al estricto cumplimiento de los acuerdos del Congreso (...)  será inútil” precisando que “Sin cambiar la mentalidad no seremos capaces de acometer los cambios necesarios para garantizar la sostenibilidad...”, para a continuación exigir: “Limpiémonos la cabeza de tonterías de todo tipo, no olviden que ya concluyó la primera década del siglo XXI...”
Sobre este tema, Radio Martí noticias señaló que Elizardo Sánchez Santa Cruz, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, explicó que todos los vicios enumerados por Raúl Castro son el resultado de una siembra realizada por ellos mismos en la conciencia nacional, añadiendo que los propios gobernantes son el verdadero obstáculo para que Cuba salga de ese marasmo totalitario, dictatorial en que la isla se halla sumida.
Esta misma fuente aseguró que para Juan Carlos González Leiva, abogado y activista de derechos humanos, luego de coincidir en que el mayor impedimento es la gerontocracia cubana, ha afirmado que la actual situación nacional es como un cáncer que genera el propio régimen y que para solucionarlo habría que crear un nuevo sistema, una nueva filosofía.
Radio Martí noticias cita las palabras del economista independiente Arnaldo Ramos Lauzurique quien dijo que “el principal simulador es Raúl Castro. Ellos son los mayores simuladores y no quieren confesar que lo único que están haciendo es tratando de perpetuarse y morir en el poder” y agrega: “Nadie cree en los lineamientos del Congreso, todo el mundo está escéptico y todo lo que están haciendo es para entretener a la gente, ya sin discurso revolucionario, sin ideología”.
Por otra parte el economista independiente Oscar Espinosa Chepe, en un recién artículo aparecido en Cubanet, precisó: “Lamentablemente los pasos para aplastar o al menos disminuir la influencia conservadora son todavía escasos y tímidos, casi inexistentes.  De hecho toda la densa estructura de ministerios y organismos centrales -reproducida en provincias y municipios-, con su intricado laberinto burocrático e inmensa cantidad de inútiles funcionarios,  continúa vigente, con sus gastos colosales y masiva producción de  directivas innecesarias y obstruccionistas.  Al mismo tiempo se mantiene una dirección económica centralizada que nunca ha funcionado, y continúa sin funcionar. Una camisa de fuerza que ahoga progresivamente al pueblo cubano, cuando los recursos son aún más escasos”.
Precisamente es esta densa estructura de ministerios y organismo centrales a las que se refiere Chepe es la causa fundamental del fracaso de cualquier empeño de reforma aunque sea limitada que se pretenda para salvar al socialismo y conducir la economía cubana por sendas que aseguren su estabilidad.
La deuda pública de Cuba, generada por un Estado afectado de elefantiasis, es insostenible. La burocracia es consustancial con el sistema.
Mientras que en la Cuba Republicana existían solo 14 Ministerios, actualmente esta cifra se ha incrementado hasta un total de 26, once más que los correspondientes en Estados Unidos. Esto representa una carga onerosa e insostenible sobre la economía nacional y corresponde a la función de control que le corresponde a un estado administrativo. Igualmente con el objetivo del mayor control policiaco de la población y de la economía se han constituido 15 provincias con todo un elevado aparato burocrático administrativo de ninguna manera justificable.
Todo este hipertrofiado sistema estatal tiene como consecuencia la creación de un ineficiente ejército de burócratas que conspira contra cualquier solución inteligente en el plano económico. Un ejército parasitario que succiona las fibras vitales de la sociedad.
En cada esfera de la economía se ha establecido el correspondiente aparato administrativo en todos los niveles, nacional, provincial y municipal, con equipos de trabajo no siempre, o casi nunca con la adecuada capacidad.
Existe duplicidad de funciones en los diferentes organismos como el Ministerio de la agricultura y el Ministerio del Azúcar que pudieran fusionarse sin ningún tropiezo liberalizando la propiedad agrícola y permitiendo la libre iniciativa de dirigentes actos dentro de la industria azucarera, aunque lo ideal sería la privatización de esta industria.
Lo mismo se puede decir de los ministerios de comercio interior,  comercio exterior y finanzas y precios en un solo organismo, el Ministerio de Comercio, o de los ministerios de educación, educación superior y cultura integrados dentro de uno y solo un organismo, el Ministerio de Educación.
Dado el poco desarrollo de la industria nacional no tiene sentido la división de funciones en cuatro ministerios como son el ministerio de la industria Ligera, el de la industria básica, la sideromecánica, la básica y la alimentaria. Tal vez sería más racional y económicamente más efectivo que todas las industrias que quedan bajo las directivas de esos cuatro ministerios se privatizaran.
Para lograr éxitos en la economía no hay que combatir factores psicológicos tomados como la causa fundamental de sus obstáculos, sino ir resueltamente hacia la liberación de la economía de toda injerencia del Estado, con toda su carga de burocratismo, papeleo, inmovilismo e insensibilidad. Sin embargo esta valiente decisión sería el fin del inoperante sistema socialista.
No hay vueltas de hojas. Todos los caminos que se emprendan para perfeccionar el sistema económico conducen a una economía de mercado. Detenerse en este empeño, no abrirse al mercado libre, resultará en una catástrofe de imprevisibles consecuencias, no solo para los actuales gobernantes sino también para la sociedad en su conjunto. El socialismo no tiene enmienda, su mejor reforma es eliminarle como el fracasado sistema socio-político-económico que es.

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