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viernes, 1 de julio de 2011

Un breve estudio constitucional

René Gómez Manzano
Los constituyentes hondureños de 1982 (mucho antes de la irrupción de Mel Zelaya en la escena pública) se adelantaron a los socialistas del siglo XXI

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) – El pretexto más invocado por los “socialistas del siglo XXI” para justificar la promulgación de una constitución nueva, es el de “empoderar al pueblo”, reconociéndole un rosario de derechos sociales, cuyo disfrute real no puede ser garantizado en la práctica.

Se trata de un ejercicio demagógico de la peor especie. Actúan como si el mero enunciado de esos propósitos resolviera los problemas, aunque  saben perfectamente que su solución depende de las condiciones materiales, que casi nunca existen y que ellos mismos, con el sistema económico obsoleto e ineficiente que propugnan, son incapaces de crear.

Por supuesto que lo del “empoderamiento popular” es una patraña, genialmente desenmascarada por Martí, cuando señalaba uno de los peligros de la idea socialista: “La rabia disimulada de los ambiciosos que comienzan por fingirse, por tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados”.

Pero el objetivo real es otro: garantizar la perpetuación en el poder, lo cual exige, como primer paso, que en la nueva carta magna se autorice la reelección presidencial inmediata, prohibida en la generalidad de las constituciones latinoamericanas, entre ellas las que regían anteriormente en Venezuela, Bolivia y Ecuador.

En este aspecto, el caso de Honduras y José Manuel Zelaya presenta características propias, porque la ley fundamental de ese hermano país centroamericano es generosa en la enunciación de aquellos derechos sociales a los que aludía anteriormente.

Los constituyentes hondureños de 1982 (mucho antes de la irrupción de Mel Zelaya en la escena pública) se adelantaron a los socialistas del siglo XXI, al reconocer próvidamente, entre otras cosas, que “toda persona tiene derecho al trabajo, a la seguridad de sus medios económicos de subsistencia y a la protección de la salud”, así como “el derecho de vivienda digna”.

En otro orden de cosas, no faltan en la Constitución de ese país otros objetivos ambiciosos: la declaración de la educación como “función esencial del Estado”, la aspiración a un sistema económico basado en “principios de eficiencia en la producción y justicia social en la distribución de la riqueza y el ingreso nacionales”, así como la “erradicación del analfabetismo como “tarea primordial del Estado”.

Es decir, que cuando todavía Hugo Chávez rumiaba sus apetitos inconfesados de poder como oficial subalterno en los cuartelitos venezolanos, ya los constituyentes hondureños de 1982, sin saberlo, se habían apropiado anticipadamente de toda la retórica populista del “socialismo del siglo XXI”.

Pero si la Constitución vigente, lejos de obstaculizarla, facilita la administración de esas recetas seudo marxistas en la fraterna Honduras, ¿entonces por qué la insistencia en considerar la instalación de una Asamblea Constituyente como “el gran anhelo que manifiesta la Resistencia a partir del 28 de junio del 2009”, según acaba de recordar la ex canciller Patricia Rodas?

El problema radica en que la misma carta magna de 1982 prohíbe absolutamente la reelección presidencial: “El ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser Presidente o designado” (artículo 239). Este mismo precepto plantea severas penas para quien “quebrante esta disposición o proponga su reforma”.

Lo cual significa que el único camino abierto ante Mel Zelaya para volver a disfrutar de “las mieles del poder” —como diría Fidel Castro—, y hacerlo, además, durante “cincuenta años” (que es el plazo que, seguramente pensando en sus mentores cubanos, acaba de anunciar el señor del sombrerón en un mitin de sus paniaguados), es la redacción de una nueva Constitución.

Y en eso están los incondicionales del amillonado personaje, agrupados desde hace algunas días en el Frente Amplio de Resistencia Popular, nueva fuerza política con siglas de connotaciones narco guerrilleras: FARP.

Esta novedosa aventura nos permitió disfrutar recientemente el gracioso espectáculo del terrateniente y frustrado aspirante a discípulo de Chávez, actuando como un camarada más, levantando el puño izquierdo y haciendo con él movimientos horizontales hacia delante y hacia atrás, un gesto entre ridículo y obsceno.

En el ínterin, las trompetas propagandísticas de TeleSur y el Noticiero de la Televisión Cubana no paran de alabar a Zelaya y a su nuevo engendro politiquero. Esperemos que los demócratas hondureños logren mantenerlos a raya.

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